UNA SOCIEDAD COMPARTIDA - Portal Mayores

eside le felicidad. Podemos tener éxito en nuestro trabajo, podemos tener dinero,
una casa grande y bien amueblada, una amplia red social... pero si nuestras
relaciones personales y afectivas, si la convivencia con nuestra pareja y en familia
no funciona, será muy difícil afirmar que tenemos una vida sana y feliz.
Por todo esto, pienso que se hace necesario invertir recursos y medios ya
desde la escuela, ya con las parejas, ya en las escuela de padres, desde las instituciones
públicas, potenciando los centros de orientación familiar como el propio
Consejo de Europa propone, etc., para de esta manera educar en valores tan fundamentales
como la comunicación y la escucha, la necesidad de integrar nuestras
emociones, la reflexión y el valor del esfuerzo, la educación en libertad y la necesidad
de límites sanos y claros.
Educación para la vida familiar:
Comunicación y escucha
En nuestra época de la era de las comunicaciones parece que el tema de la
comunicación es un logro. Sin embargo constatamos que no es así, nunca ha
habido tanta facilidad para estar comunicado, pero quizá nunca ha habido tanta
falta de comunicación. El crecimiento de las ciudades, el estilo de vida, la sociedad
masificada, los trabajos hasta altas horas de la tarde/noche... hacen que al
final nos comuniquemos menos en familia y en pareja. Parece obvio que la comunicación
es el elemento nuclear de toda relación.
En las relaciones interpersonales, sobre todo en las relaciones de pareja y en
la vida familiar, la capacidad de comunicarse y, por lo tanto de amar, se asienta
sobre la base de la confianza mutua. Como es obvio, confiar no es sencillo y,
sobre todo, requiere un gran esfuerzo mutuo. Vivir bajo el mismo techo o durante
mucho tiempo, no es garantía de que exista confianza.
Recordemos que comunicarse, compartir la propia intimidad, pasa por hacerse
vulnerable; esto es imposible si no existe un marco de confianza entre los
interlocutores (novios, esposos, padres, hijos o amigos).
Percibimos, por nuestras experiencias, que muchas veces nuestra vida marcha
bien en la medida en que nuestras relaciones marchan bien, y al revés. Somos
tan felices como nuestras relaciones lo sean. Tanto es así, pues somos psicosomáticos,
que nuestra salud va a depender de la calidad de nuestras relaciones.
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