UNA SOCIEDAD COMPARTIDA - Portal Mayores

El último elemento, como les decía, es el del trabajo. Ha sido golpeado por
la situación presente. Karl Marx, que se equivocó mucho y mucho más grave y
dramáticamente los que quisieron llevar su filosofía a la práctica, decía que el trabajo
abría una capacidad de riqueza tal, que el ocio sería la forma de vida y el
estado tendería a desaparecer. Fue una de sus grandes equivocaciones, porque
una parte de la sociedad mundial hemos ganado una capacidad de ocio muy
importante y se trasladan las riquezas de forma casi instantánea, pero la situación
no nos permite pensar en ese mundo feliz que veía el filósofo judío y alemán. Esa
situación nos impone, para salvaguardar la libertad y la igualdad, unas instituciones
fuertes, justamente lo contrario a la propuesta que hacía Marx.
Sobre esta situación, tal vez el mejor ejemplo sea de nuevo el país vecino,
Francia. Vemos cómo en un país fuerte, poderoso, su educación, la capacidad de
integración no es lo que quisieron que fuera. Y vemos que sus instituciones no
llegan a donde querían haber llegado con la autoridad. Describiendo un país así,
alguien puede pensar que hay pocas posibilidades de futuro, que soy pesimista y
alguno puede tender a la resignación. Ese es el dilema que se plantea entre los
que son extraordinariamente pesimistas o los que son radicalmente optimistas.
Los que nos movemos en un mundo más mediano, por estar en el medio y no por
otra cosa, planteamos las cosas como creemos que son y hacemos un gran esfuerzo
para intentar generar algunas soluciones al problema que hemos venido planteando.
Hay algunas soluciones fundamentales que y son de carácter general y tienen
que ver desde luego con el trabajo, pero también con la vida pública del mundo
que vivimos. Es imprescindible, desde la razón, el fortalecimiento del espacio
político. Ha ido ampliándose el espacio público, pero se ha debilitado lo que sería
el espacio político, que necesita que las instituciones recobren el rigor que tuvieron.
Y las que haya que crear tienen que tener el vigor de antaño, porque se han
de enfrentar retos de extraordinaria importancia. La educación debe tener ese fin,
el de formar ciudadanos. Luego se puede tener su predilección, su inclinación,
voluntad, su deseo, su opción, pero, la educación con principios, para unos laicos,
para otros religiosos, pero con principios, no sólo con normas de conducta,
debe ir, debe ser, tender hacia la formación de esos ciudadanos que son hombres
y mujeres libres e iguales ante la ley, capaces de establecer su posición sin
influencia de nadie.
En el ámbito internacional debemos diferenciar lo que es ayuda humanitaria
de la acción de los países ricos. Más en España que en otros lugares. En España,
y últimamente sobre todo, existe una confusión entre la ayuda humanitaria y la
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