UNA SOCIEDAD COMPARTIDA - Portal Mayores

deseos materiales, que con facilidad se convierten en derechos. En su manifestación
más extrema, esta concepción utilitarista tiende a anteponer los fines a los
medios y a convertir incluso al ser humano, que es un fin en sí mismo, en un
medio para dar satisfacción a los propios deseos. De esta forma se tiende a ignorar
la dignidad especial de la especie humana, a anteponer la calidad de vida a la
defensa de la vida y a minimizar las diferencias que existen entre el hombre y el
resto de las criaturas. De este modo se han promovido leyes que dejan indefenso
al ser humano en sus etapas más indefensas, el embrión, el enfermo o el anciano,
estableciendo normas para favorecer investigaciones con embriones, despenalizar
el aborto, o promover la eutanasia.
Introducción.
Antes de explicar la situación actual de la ciencia y de la técnica en el umbral
del siglo 21 convendría analizar el proceso histórico de lo que podríamos denominar
las revoluciones culturales, debidas a los logros del hombre por el control
de la naturaleza. La herencia recibida constituye la base con la que cuenta la
sociedad para hacer frente a los nuevos retos que se van a plantear en adelante.
En la relación del hombre con la naturaleza, bien sea orgánica o inorgánica, viva
o inanimada, se pueden señalar al menos cuatro momentos clave, que suponen
otras tantas revoluciones: la “agrícola” (6.000 años a.C.), la “científica” (a partir
del siglo 17), la “industrial” (a partir del siglo 19), y la “científico-tecnológica”
(a partir del siglo 20).
La revolución agrícola.
Entre los 10.000 y 6.000 años antes de Cristo, tuvo lugar lo que se ha dado
en llamar la primera revolución, la revolución agrícola, consistente en la domesticación
de las especies vegetales y animales por el hombre. Hasta entonces el
hombre satisfacía sus necesidades mediante un régimen de vida cazador-recolector.
La transición hacia la cultura agrícola supuso la selección y el sometimiento
de plantas silvestres y animales salvajes hacia las formas cultivadas y domésticas,
que se modificaron fuertemente en su contacto permanente con el hombre.
La agricultura existió porque esas modificaciones se transmitieron de generación
en generación, aunque estas prácticas se hicieran sin fundamentos científicos (1).
Desde entonces, la mejora de las especies que la Naturaleza brindaba al hombre
para su supervivencia se convirtió en una necesidad para satisfacer su demanda
de alimentos, vestido y construcción.
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