UNA SOCIEDAD COMPARTIDA - Portal Mayores

mucho mejor realizados por otras instituciones. Me parece que aquí reside uno
de los mayores problemas que atenazan a la educación contemporánea. Es un
problema derivado de aquel “optimismo escolar” que hace casi tres siglos lucieron
los hombres de la Ilustración. En contra de lo que éstos opinaban, se ha visto
que la escuela no constituye la panacea para el desarrollo educativo de todos los
seres humanos. Es un agente educacional importante, pero no es “el agente”
único, ni siquiera el “agente decisivo”. Cuando se buscan las causas del fracaso
escolar, los investigadores inmediatamente se topan con el hecho de que la primera
de ellas es, salvo excepciones, el llamado “ambiente sociocultural de la
familia”. Es éste el verdaderamente clave para que un niño aprenda, no ya ciudadanía
o moralidad, sino puras matemáticas. Podríamos concluir diciendo, en
pocas palabras, que la escolarización no es, pese a su importancia que nadie discute,
la solución clave en materia de educación. La solución clave es la revitalización
educativa de todos los agentes sociales que sobre la educación operan de
un modo u otro, y muy en primer lugar, la revitalización educativa de la familia.
La familia no puede ser, educativamente hablando, reemplazada por la escuela,
por la llana razón de que la familia es irreemplazable. Seguir echando sobre la
escuela el entero fardo de la educación supone una mentalidad reduccionista que
no puede llevar más que a la catástrofe educativa y al desengaño, contribuyendo
más bien al desprestigio de una institución (la escuela) que necesitamos considerar
prestigiosa.
No hay manera de reconstruir la “educación integral” si no reconstruimos sus
agentes, todos sus agentes. La familia en primer término; la escuela inmediatamente
después; la responsabilidad educativa de toda la sociedad, muy particularmente
la de los medios de comunicación social, pero también la de los responsables
sociales y políticos. En realidad, tendríamos que recuperar aquella intuición
griega de que toda ley es en gran parte “una ley de educación” o, sencillamente
que toda ley tiene una fuerte carga educativa. Si esto no ocurre, si no estamos
decididamente encaminados a que ocurra, la escuela podrá hacer muy poco a
favor del desarrollo personal y social de todos los hombres. Constataremos que
el verdadero “fracaso escolar” no es el de determinados alumnos, sino el de la
institución escolar misma; es ella la que realmente fracasa.
He insinuado ya el tema de fondo, al que a mi juicio habría que volver insistentemente.
No es otro que éste: ¿qué puede hacer la escuela mejor que otras instituciones,
y qué pueden hacer otras instituciones mejor que la escuela? La escuela
hace mejor que otras instituciones determinadas cosas, pero otras instituciones
hacen determinadas cosas mucho mejor que la escuela, y esto incluso en el terreno
de las enseñanzas, de los aprendizajes concretos.
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