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HISTORIA DE ROMA desde su fundación. Ab vrbe ... - Historia Antigua

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los volscos cuando la espléndida ciudad de Veyes y <strong>su</strong>s territorios estaban a la vista,<br />

más fértiles y más amplios que el territorio de Roma?" Ya fuera por <strong>su</strong> situación o por<br />

la magnificencia de <strong>su</strong>s edificios públicos y privados y <strong>su</strong>s espacios abiertos,<br />

preferían esta ciudad sobre Roma. Incluso presentaron una propuesta, que aún<br />

reunió más apoyo tras la captura de Roma por los Galos, para emigrar a Veyes.<br />

Pretendían, sin embargo, que Veyes debía ser habitada por una parte de la plebe y<br />

una parte del Senado; pensaban que era un proyecto viable que dos ciudades<br />

separadas fuesen habitadas por el pueblo romano y formasen un Estado. En<br />

oposición a estas propuestas, la nobleza llegó tan lejos como a declarar que prefería<br />

morir ante los ojos del pueblo romano a que ninguna de esas propuestas fuese<br />

sometida a votación. Si, argumentaban, había tanta disensión en una ciudad,<br />

¿cuánta no habría en dos? ¿Podía alguien preferir una ciudad vencida sobre una<br />

vencedora y permitir que Veyes disfrutase de mejor fortuna tras <strong>su</strong> captura que antes<br />

de ella? Es posible que al final <strong>su</strong>s conciudadanos les dejasen atrás en <strong>su</strong> Ciudad<br />

natal; pero ningún poder sobre la Tierra podría obligarles a abandonar <strong>su</strong> Ciudad y a<br />

<strong>su</strong>s conciudadanos para seguir a Tito Sicinio (el que propuso aquella medida) a<br />

Veyes, como <strong>su</strong> nuevo fundador, y abandonar así a Rómulo, un dios e hijo de un<br />

dios, el padre y el creador de la Ciudad de Roma.<br />

[5,25] Este debate fue aliñado por peleas vergonzosas, pues el Senado había<br />

atraído a una parte de los tribunos de la plebe a <strong>su</strong>s puntos de vista, y la única cosa<br />

que impedía a los plebeyos ejercer la violencia personal era el uso que los patricios<br />

hacían de <strong>su</strong> influencia personal. Cada vez que se levantaba un clamor para iniciar<br />

una revuelta, los líderes del Senado eran de los primeros en mezclarse con la<br />

multitud y decirles que soltaran <strong>su</strong> ira sobre ellos, que los golpeasen y matasen. La<br />

multitud se abstuvo de ejercer violencia sobre hombres de <strong>su</strong> edad, rango y<br />

distinción, y este sentir les impidió atacar a los demás patricios. Camilo fue por todas<br />

partes lanzando arengas y diciendo que no era de extrañar que los ciudadanos se<br />

hubiesen vuelto locos, porque, aunque obligados por un voto, ellos se preocupaban<br />

por todo excepto por cumplir con <strong>su</strong>s obligaciones religiosas. Él no decía nada<br />

acerca de la contribución, que en realidad era una ofrenda sagrada y no un diezmo,<br />

y puesto que cada individuo se obligó a pagar el diezmo, el Estado, como tal, estaba<br />

libre de esa obligación. Pero <strong>su</strong> conciencia no le permitió guardar silencio acerca de<br />

la afirmación de que el diezmo sólo se aplicaba a los bienes muebles y que nada se<br />

dijo de la ciudad y <strong>su</strong> territorio, que en realidad también estaban incluidos en el voto.<br />

Como el Senado consideró la cuestión de difícil resolución, la remitieron a los<br />

pontífices y Camilo fue invitado a discutirla con ellos. Se decidió que de todo lo que<br />

había pertenecido a los veyentinos antes de que el voto se pronunciase, y que<br />

posteriormente pasó a poder de Roma, una décima parte estaba consagrada a<br />

Apolo. Así, la ciudad y el territorio entraron en la estimación. El dinero fue sacado del<br />

tesoro y se comisionó a los tribunos con<strong>su</strong>lares para que comprasen oro con él.<br />

Como no había <strong>su</strong>ficiente, las matronas, después de una reunión para hablar sobre<br />

el a<strong>su</strong>nto, prometieron <strong>su</strong>s joyas y ornamentos a los tribunos y los enviaron al<br />

tesoro. El Senado se sintió altamente agradecido por ello, y la tradición dice que en<br />

compensación por esta generosidad, a las matronas se les otorgó el honor de acudir<br />

en coches cerrados a los actos sagrados y a los juegos, y en coches abiertos al ir a<br />

festivales en días laborables. Se valoró el oro de cada uno, para que se pudiese<br />

pagar la cantidad adecuada de dinero por él, y se decidió que se haría una copa de<br />

oro y se llevaría a Delfos como regalo a Apolo. Cuando la cuestión religiosa ya no<br />

colmó <strong>su</strong> atención, los tribunos de la plebe renovaron <strong>su</strong> agitación; las pasiones de<br />

la plebe se levantó contra todos los hombres importantes, y sobre todo contra<br />

Camilo. Decían que al dedicar el botín de Veyes al Estado y a los dioses, les había<br />

reducido a la nada. Atacaron a los senadores con furia en <strong>su</strong> ausencia; cuando<br />

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