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HISTORIA DE ROMA desde su fundación. Ab vrbe ... - Historia Antigua

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creemos sin embargo que sois hombres valientes, pues los clusinos están<br />

solicitando vuestra ayuda al verse en peligro. Dado que preferís proteger a vuestros<br />

aliados contra nosotros más con negociación que por las armas, nosotros por<br />

nuestra parte no rechazamos la paz que ofrecéis, a condición de que los clusinos<br />

nos cedan a los galos, que estamos necesitados de tierras, una parte del territorio<br />

que poseen, que es más de lo que pueden cultivar. En cualquier otra condición, no<br />

podemos acordar la paz. Deseamos recibir <strong>su</strong> respuesta en vuestra presencia, y si<br />

se nos niegan esas tierras lucharemos, mientras aún estéis aquí, para que podáis<br />

informar a los vuestros hasta qué punto <strong>su</strong>peran los galos en valor a todos los<br />

demás hombres". Los romanos les preguntaron qué derecho tenían para exigir, bajo<br />

amenaza de guerra, las tierras de quienes eran <strong>su</strong>s propietarios, y qué intereses<br />

tenían los galos en Etruria. La respuesta arrogante que les dieron fue que <strong>su</strong><br />

derecho estaba en <strong>su</strong>s armas y que todas las cosas eran propiedad de los hombres<br />

valientes. Se encendieron los ánimos por ambos lados, corieron a las armas y<br />

empezó el combate. Entonces, contrariamente al derecho de gentes, los<br />

embajadores empuñaron <strong>su</strong>s armas, pues los hados ya empujaban a Roma a <strong>su</strong><br />

ruina. El hecho de que tres de los más nobles y bravos romanos lucharan en las filas<br />

etruscas no se pudo ocultar, tan llamativo fue <strong>su</strong> valor. Y lo que es más, Quinto Fabio<br />

se adelantó hacia un jefe galo, que cargaba con ímpetu justo contra los estandartes<br />

etruscos, lo atravesó de lado con <strong>su</strong> lanza y lo mató. Mientras estaba despojando el<br />

cuerpo, los galos lo reconocieron y todo el ejército se enteró de que se trataba de un<br />

embajador romano. Olvidando <strong>su</strong> ira contra los clusinos y gritando amenazas contra<br />

los romanos, dieron voz de retirada.<br />

Algunos querían avanzar inmediatamente contra Roma. Los ancianos pensaron que<br />

primero se debían mandar embajadores a Roma para presentar una queja formal y<br />

exigir la entrega de los Fabios como satisfacción por la violación del derecho de<br />

gentes. Después que los embajadores hubieran expuesto <strong>su</strong> caso, el Senado, al<br />

tiempo que desaprobaba la conducta de los Fabios y reconocía la justicia de la<br />

demanda que hacían los bárbaros, se abstuvo, por intereses políticos, de registrar<br />

<strong>su</strong>s convicciones en forma de un decreto, dado el alto rango de los hombres<br />

implicados. Por lo tanto, para que la culpa de cualquier derrota que se pudiera <strong>su</strong>frir<br />

en una guerra contra los galos no recayese dsobre ellos, remitieron las exigencias<br />

de los galos a la consideración del pueblo. Aquí se impuso la popularidad personal y<br />

la influencia de los acusados, y aquellos mismos hombres cuyo castigo se discutía<br />

fueron elegidos tribunos militares con potestad con<strong>su</strong>lar para el año siguiente. Los<br />

galos consideraron esto como se merecía, es decir, como un acto hostil, y tras<br />

amenazar abiertamente con la guerra, volvieron junto a <strong>su</strong> pueblo. Los otros tribunos<br />

con<strong>su</strong>lares elegidos con los Fabios fueron Quinto Sulpicio Longo, Quinto Servilio<br />

(por cuarta vez) y Publio Cornelio Maluginense (por segunda vez) -390 a.C.-.<br />

[5.37] Hasta tal punto ciega la Fortuna los ojos de los hombres cuyas fuerzas desea<br />

quebrantar, que aunque el peso de tal catástrofe se cernía sobre el Estado, no se<br />

tomaron medidas especiales para evitarla. En las guerras contra Fidenas, Veyes y<br />

otros Estados vecinos, se había designado muchas veces un dictador como último<br />

recurso. Pero ahora, cuando un enemigo, al que nunca antes habían visto ni del que<br />

habían oído hablar, levantaba una guerra <strong>desde</strong> el océano y los rincones más<br />

remotos del mundo, no se recurrió a un dictador ni se hicieron esfuerzos<br />

extraordinarios. Fueron elevados al mando <strong>su</strong>premo y elegidos tribunos los hombres<br />

por cuya temeridad se había producido la guerra; y el alistamiento que llevaron a<br />

cabo no fue tan extenso como lo había sido en otras campañas ordinarias, incluso lo<br />

hicieron menor, a la luz de la gravedad de la guerra. Mientras tanto, los galos vieron<br />

que <strong>su</strong> embajada había sido tratada con desprecio y que se habían otorgado<br />

honores a los hombres que habían violado el derecho de gentes. Ardiendo de ira<br />

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