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HISTORIA DE ROMA desde su fundación. Ab vrbe ... - Historia Antigua

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hombres quedaron imposibilitados para la dureza del servicio militar. El rey guerrero,<br />

sin embargo, no permitía descanso a los brazos; pensó, además, que sería más<br />

saludable para los soldados el campo que <strong>su</strong> hogar. Al fin él mismo fue postrado por<br />

una larga enfermedad, y ese espíritu feroz y agitado quedó tan roto por la debilidad<br />

del cuerpo que quien había creido que no había nada menos apropiado para un rey<br />

que la devoción a cuestiones sagradas, se vió repentinamente convertido en víctima<br />

de toda clase de terroes religiosos y llenó la Ciudad de observancias religiosas.<br />

Había un deseo general de recuperar la condición de las cosas como existían bajo<br />

Numa, pues los hombres sentían que la única ayuda que quedaba contra la<br />

enfermedad era obtener el perdón de los dioses y estar en paz con el cielo. La<br />

tradición conserva que el rey, mientras examinaba los comentarios de Numa,<br />

encontró allí una descripción de ciertos ritos secretos de sacrificio a Júpiter Elicius:<br />

se retiró a la privacidad, mientras se ocupaba con estos ritos, pero <strong>su</strong> ejecución fue<br />

defectuosa por omisiones o errores. No sólo no había, para él, señales del cielo, sino<br />

que despertó la ira de Júpiter por el falso culto que se le prestaba y quemó al rey y<br />

<strong>su</strong> casa con un rayo. Tulio había alcanzado gran renombre en la guerra y reinó<br />

durante treinta y dos años.<br />

641 a.C.<br />

[1.32] A la muerte de Tulio, el gobierno, de conformidad con la Constitución<br />

original, volvió al Senado. Se nombró a un interrex para llevar a cabo la elección. El<br />

pueblo eligió como rey a Anco Marcio, el Senado confirmó la elección. Su madre era<br />

la hija de Numa. Al principio de <strong>su</strong> reinado (recordando lo que hizo <strong>su</strong> glorioso<br />

abuelo, y reconociendo que el último reinado, tan espléndido en otros aspectos,<br />

había sido muy lamentable por el abandono de la religión o la mala ejecución de los<br />

ritos) estaba decidido a volver a los modos más antiguos de culto y a dirigir los<br />

a<strong>su</strong>ntos oficiales de la religión como fueron organizados por Numa. Instruyó al<br />

Pontífice para que copiara los comentarios [de Numa.- N. del T.] y los expusiera en<br />

público. Los Estados vecinos y <strong>su</strong> propio pueblo, que anhelaban de paz, tuvieron la<br />

esperanza de que el rey seguiría a <strong>su</strong> abuelo en talante y política. En este estado de<br />

cosas, los latinos, con los que se había hecho un tratado en el reinado de Tulio,<br />

recuperaron la confianza y efectuaron una incursión en territorio romano. Al solicitar<br />

los romanos reparación, la rechazaron arrogantemente, pensando que el rey de<br />

Roma iba a pasar <strong>su</strong> reinado entre capillas y altares. En el temperamento de Anco<br />

había un poco de Rómulo, además de Numa. Se dio cuenta de que la gran<br />

necesidad del reinado de Numa fue la paz, especialmente para una nación joven y<br />

agresiva; pero vio, también, que sería difícil para él mantener la paz sin disminuirse.<br />

Su paciencia fue puesta a prueba, y no sólo puesta a prueba, sino despreciada; los<br />

tiempos exigían un Tulio en lugar de un Numa. Numa había instituido la práctica<br />

religiosa para tiempos de paz, él dictaría las ceremonias apropiadas para el estado<br />

de guerra. Para que, así pues, tales guerras fueran no sólo dirigidas sino<br />

proclamadas con cierta formalidad, dictó la ley, tomada de la antigua nación de los<br />

equícolos, con la que los Feciales se conducen hasta hoy cuando requieren la<br />

reparación por daños. El procedimiento es el siguiente: --<br />

El embajador venda <strong>su</strong> cabeza con una orla de lana. Cuando se ha llegado a las<br />

fronteras de la nación de la que exige satisfacción, dice, "¡Oye, Júpiter! ¡Oìd, límites<br />

"(nombrando la nación que fuere de los que allí son)"¡Oye, Justicia! Soy el heraldo<br />

público del pueblo romano. Con razón y debidamente autorizado vengo; sea dada fe<br />

a mis palabras ". Luego recita los términos de la demanda, y pone a Júpiter por<br />

testigo: "Si exijo la entrega de tales hombres o tales bienes en contra al contrario de<br />

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