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HISTORIA DE ROMA desde su fundación. Ab vrbe ... - Historia Antigua

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ciertamente, de haber sido un ciudadano privado le habrían nombrado dictador. Sus<br />

colegas admitían que cuando <strong>su</strong>rgía cualquier amenaza de guerra la dirección<br />

<strong>su</strong>prema de todo debía estar en manos de uno solo, y se habían hecho a la idea de<br />

<strong>su</strong>bordinar <strong>su</strong> poder al de Camilo sintiéndose seguros de que, al aumentar la<br />

majestad de él, en modo alguno se disminuían las <strong>su</strong>yas propias. Este acto de los<br />

tribunos con<strong>su</strong>lares se encontró con la sincera aprobación del Senado, y Camilo,<br />

con el ánimo confuso, les devolvió las gracias. Llegó a decir que el pueblo de Roma<br />

había puesto sobre él una tremenda carga al hacerle prácticamente dictado por<br />

cuarta vez; el Senado le había conferido una gran responsabilidad al hacerle juicio<br />

tan halagador; y lo más abrumador de todo era el honor que le habían hecho <strong>su</strong>s<br />

colegas. Si le fuera posible mostrar una actividad y vigilancia aún mayor, se<br />

esforzaría en ello para merecer la elevada estimación en que <strong>su</strong>s conciudadanos,<br />

con tan sorprendente unanimidad, por tanto tiempo le tenían. En lo que se refería a<br />

la guerra con los anciates, el panorama era más amenazante que peligroso; al<br />

mismo tiempo, les aconsejaba que, sin temer con exceso, no tratasen las cosas con<br />

indiferencia. Roma estaba acosada por la mala voluntad y el odio de <strong>su</strong>s vecinos, y<br />

los intereses del Estado requerían, por lo tanto, de varios generales y de varios<br />

ejércitos.<br />

Continuó: "Es mi deseo, Publio Valerio, asociarte conmigo en el consejo y en el<br />

mando, y que dirijas las legiones, de acuerdo conmigo, contra los anciates. Tú,<br />

Quinto Servilio, mantendrás un segundo ejército dispuesto para la acción inmediata,<br />

acampado en la Ciudad y preparado para cualquier movimiento, como pasó<br />

recientemente, de la parte de Etruria o de los latinos y hérnicos que nos han<br />

causado estás nuevas dificultades. Estoy completamente seguro de que llevarás la<br />

campaña de manera digna de tu padre, tu abuelo, tú mismo y tus seis tribunados. Un<br />

tercer ejército debe ser alistado por Lucio Quincio de entre los veteranos y los<br />

exentos por motivos de salud para guarnecer las defensas de la Ciudad. Lucio<br />

Horacio debe proporcionar corazas, armas, grano y todo lo que se precisa en tiempo<br />

de guerra. Tú, Servio Cornelio, quedas nombrado por nosotros, tus colegas, como<br />

presidente de este Consejo del Estado y guardián de cuanto concierne a la religión,<br />

a los comicios, a las leyes y a todos los a<strong>su</strong>ntos referentes a la Ciudad". Todos se<br />

comprometieron gustosamente a dedicarse a las obligaciones que se les había<br />

asignado; Valerio, asociado en el alto mando, añadió que consideraría a Marco Furio<br />

como dictador y a sí mismo como <strong>su</strong> jefe de caballería, y la estima en la que tenía <strong>su</strong><br />

único mando sería la medida de las esperanzas que tenían respecto a la guerra. Los<br />

senadores, con gran deleite, exclamaron que, en todo caso, estaban llenos de<br />

esperanza con respecto a la guerra, a la paz y todo lo que concernía a la República;<br />

que no tendrían nunca necesidad de un dictador habiendo tales hombres en la<br />

magistratura, con tan perfecta armonía, preparados tanto para obedecer como para<br />

mandar y proporcionando gloria a <strong>su</strong> patria en vez de apropiarse de ella para sí<br />

mismos.<br />

[6,7] Tras proclamar la <strong>su</strong>spensión de todos los negocios públicos y completar el<br />

alistamiento de las tropas, Furio y Valerio se dirigieron a Sátrico. Aquí los anciates<br />

habían concentrado no sólo las tropas volscas de nuevo alistamiento, sino un<br />

inmenso cuerpo de latinos y hérnicos, naciones cuya fortaleza había crecido durante<br />

los largos años de paz. Esta coalición entre los nuevos enemigos con los antiguos<br />

intimidó los espíritus de los soldados romanos. Camilo estaba ya preparando a <strong>su</strong>s<br />

hombres para la batalla cuando los centuriones le informaron del desánimo de <strong>su</strong>s<br />

tropas, la falta de celeridad en armarse y la vacilación y falta de voluntad con que<br />

salían del campamento. Incluso se escuchaba a los hombres decir que "iban a<br />

luchar uno contra cien, y no podrían resistir esa multitud aunque estuviese<br />

desarmada, mucho menos ahora que empuñan las armas". Saltó inmediatamente<br />

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