HISTORIA DE ROMA desde su fundación. Ab vrbe ... - Historia Antigua
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estaban a favor de abandonar la guerra. Una sola comarca, a la que <strong>su</strong>s nativos llamaban Materina, no<br />
solo mantuvo a los demás bajo las armas, sino que incluso los indujo a combatir de inmediato. Atacaron a<br />
Fabio mientras estaba fortificando <strong>su</strong> campamento. Cuando este les vio correr hacia <strong>su</strong>s trincheras, mandó<br />
retirar a <strong>su</strong>s hombres de <strong>su</strong>s trabajos y los dispuso en el mejor orden que el tiempo y el terreno le<br />
permitió. Les recordó la gloria que habían ganado en Etruria y en el Samnio, y les ordenó acabar con este<br />
pequeño resto de la guerra etrusca y darles una adecuada retribución por el lenguaje impío con el que el<br />
enemigo había amenazado con atacar a Roma. Sus palabras fueron recibidas con tanto entusiasmo por <strong>su</strong>s<br />
hombres que <strong>su</strong>s gritos interrumpieron la arenga de <strong>su</strong> comandante, y sin esperar la voz de mando o el<br />
toque de tubas y cuernos, se lanzaron corriendo hacia el enemigo. No les atacaron como a hombres<br />
armados; re<strong>su</strong>lta increíble pero empezaron arrebatando los estandartes a quienes los llevaban, después<br />
arrastraron a los propios portaestandartes hasta donde el cón<strong>su</strong>l y empujaron a los soldados de un ejército<br />
al otro; se combatió por todas partes más con los escudos que con las espadas, derribando a los hombres<br />
con los umbos de los escudos y con golpes en los hombros. Hubo más prisioneros que muertos y solo se<br />
oía un grito entre las filas: "¡Arrojad vuestras armas!". Así, en el campo de batalla, los principales<br />
culpables de la guerra se rindieron. Durante los siguientes días, el resto de los pueblos de la Umbría se<br />
sometieron. Los ocriculanos llegaron a un compromiso mutuo con Roma y fueron admitidos en <strong>su</strong><br />
amistad.<br />
[9.42] Después de dar un fin victorioso a la guerra que había tocado a <strong>su</strong> colega, Fabio regresó a <strong>su</strong> propia<br />
provincia. Como había dirigido las operaciones con tanto éxito, el Senado siguió el precedente<br />
establecido por el pueblo el año anterior y extendió <strong>su</strong> con<strong>su</strong>lado a un tercer año, a pesar de la enérgica<br />
oposición de Apio Claudio, que era ahora cón<strong>su</strong>l junto a Lucio Volumnio -307 a.C.-. Veo que algunos<br />
analistas que Apio fue candidato al con<strong>su</strong>lado cuando aún era censor, y que Lucio Furio, un tribuno de la<br />
plebe, impidió la elección hasta que hubiese renunciado a <strong>su</strong> cen<strong>su</strong>ra. Apareció un nuevo enemigo, los<br />
salentinos, y la conducción de esta guerra tocó a <strong>su</strong> colega; el propio Apio permaneció en Roma con el fin<br />
de reforzar <strong>su</strong> influencia mediante las obras públicas, pues la consecución de la gloria militar estaba en<br />
otras manos. Volumnio no tenía motivos para lamentar este arreglo; combatió en muchas acciones con<br />
éxito y capturó al asalto algunas ciudades enemigas. Fue pródigo en la distribución del botín, y esta<br />
generosidad re<strong>su</strong>ltó aún más agradable por <strong>su</strong>s maneras francas y cordiales; por tales cualidades hizo que<br />
<strong>su</strong>s hombres enfrentasen cualquier peligro o trabajo. Quinto Fabio, como procón<strong>su</strong>l, se enfrentó en batalla<br />
campal con los samnitas, cerca de la ciudad de Alife. Hubo muy pocas dudas en cuanto al re<strong>su</strong>ltado, el<br />
enemigo fue derrotados y obligado a huir a <strong>su</strong> campamento, y no lo habrían conservado si hubiese<br />
quedado más luz diurna. Antes de que se hiciera de noche, sin embargo, <strong>su</strong> campamento quedó<br />
completamente rodeado y nadie pudo escapar. Al día siguiente, durante el crepúsculo, hicieron propuestas<br />
de rendición, y esta fue aceptada a condición de que los samnitas partiesen con una sola pieza de ropa y<br />
tras haber pasado todos bajo el yugo. Nada se pactó respecto a <strong>su</strong>s aliados y hasta siete mil de ellos fueron<br />
vendidos como esclavos. Los que se declararon hérnicos fueron separados y puestos bajo custodia;<br />
posteriormente, Fabio les envió a todos al Senado en Roma. Después de haberse investigado quiénes de<br />
ellos combatieron junto a los samnitas como voluntarios y quiénes a la fuerza, se les entregó a la custodia<br />
de las ciudades latinas. Los nuevos cón<strong>su</strong>les, Publio Cornelio Arvina y Quinto Marcio Trémulo -306<br />
a.C.-, recibieron órdenes de presentar todo el a<strong>su</strong>nto de los prisioneros ante el Senado. Los hérnicos se<br />
resintieron de esto y los anagninos convocaron <strong>su</strong> consejo nacional, que se reunió en el circo llamado<br />
Marítimo; así, toda la nación, con excepción de Alatri, Ferentino y Veroli [antiguas Aletrium, Ferentinum<br />
y Verula.- N. del T.], declaró la guerra a Roma.<br />
[9.43] También en el Samnio, una vez que Fabio hubo evacuado el país, se produjeron nuevos<br />
movimientos. Calacia, Sora y las guarniciones romanas que había allí fueron tomadas al asalto, a los<br />
soldados capturados se les maltrató de manera cruel. Publio Cornelio fue enviado allí con un ejército.<br />
Anagninos y hérnicos habían correspondido a Marcio. Al principio el enemigo ocupó una posición, bien<br />
elegida, entre los campamentos de ambos cón<strong>su</strong>les, de modo que ningún mensajero, por ligero que fuese,<br />
pudo pasar y, durante algunos días, ambos cón<strong>su</strong>les estuvieron sin noticias e inquietos por no saber de los<br />
movimientos del otro. Llegaron nuevas a Roma de este estado de cosas, y se llamó a todos los hombres<br />
disponibles para el servicio; se alistaron dos ejércitos completos para afrontar cualquier emergencia<br />
inesperada. Pero el progreso de la guerra no justificó esta extrema inquietud, ni era digna de la antigua<br />
reputación que tenían los hérnicos. No intentaron nada que valga la pena mencionar, a los pocos días<br />
perdieron <strong>su</strong>cesivamente tres campamentos y pidieron un armisticio de treinta días para que <strong>su</strong>s