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HISTORIA DE ROMA desde su fundación. Ab vrbe ... - Historia Antigua

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tan precipitada fue <strong>su</strong> huida que muchos murieron aplastados en vez de por la espada.<br />

[7.24] Pero la victoria no se había decidido todavía. Cuando los romanos llegaron a terreno llano, aún les<br />

quedaba otra masa de la que encargarse. El número de galos era lo bastante grande como para impedir<br />

que sintieran las pérdidas que ya habían <strong>su</strong>frido y, como si un nuevo ejército se hubiese levantado del<br />

<strong>su</strong>elo, fueron enviadas tropas frescas contra <strong>su</strong> victorioso enemigo. Los romanos vieron <strong>su</strong> aparición y se<br />

detuvieron pues, cansados como estaban, no sólo tenían que mantener un segundo combate sino que el<br />

cón<strong>su</strong>l, mientras cabalgaba imprudentemente por la vanguardia, fue herido en <strong>su</strong> hombro izquierdo por<br />

una jabalina y tuvo que retirarse. Casi se había perdido la victoria por este retraso cuando el cón<strong>su</strong>l,<br />

después que <strong>su</strong> herida fuese vendada, regresó al frente. "¿Por qué estáis parados, soldados?" -exclamó-.<br />

"No os enfrentáis con los latinos o los sabinos a quienes, después de haberlos vencido, podéis convertir en<br />

aliados; habéis desenvainado la espada contra bestias salvajes, o derramamos <strong>su</strong> sangre o les damos la<br />

nuestra. Los habéis rechazado de vuestro campamento, los habéis echado cabeza abajo al valle, estáis de<br />

pie sobre los cuerpos tendidos de vuestros enemigos. Llenad el valle de la misma carnicería que la<br />

montaña. No esperéis que huyan mientras estáis aquí, esperando; los estandartes deben avanzar y vosotros<br />

debéis avanzar contra el enemigo". Así alentados, cargaron nuevamente, desalojaron a las cohortes<br />

delanteras de los galos y, formando <strong>su</strong>s manípulos en cuña, penetraron en el centro enemigo. Entonces,<br />

los bárbaros quedaron divididos y, no teniendo órdenes concretas ni jefes, volvieron el ataque contra <strong>su</strong>s<br />

propias reservas. Se diseminaron por la llanura y <strong>su</strong> precipitada huida les llevó a pasar <strong>su</strong> campamento, en<br />

dirección a las colinas de Alba. Dado que la colina en que estaba la antigua fortaleza de Alba parecía ser<br />

la más alta, se dirigieron a ella. El cón<strong>su</strong>l no continuó la persecución más allá del campamento, pues <strong>su</strong><br />

herida era grave y no quería arriesgar un ataque contra colinas en poder del enemigo. Todos los despojos<br />

del campamento fueron dejados para los soldados, y él condujo de vuelta a Roma un ejército enardecido<br />

con la victoria y enriquecido con el saqueo de los galos; sin embargo, debido a <strong>su</strong> herida, se retrasó <strong>su</strong><br />

triunfo. Como ambos cón<strong>su</strong>les estaban de baja por enfermedad, el Senado consideró necesario nombrar<br />

un dictador para llevar a cabo las elecciones. Fue nombrado Lucio Furio Camilo y se le asoció a Publio<br />

Cornelio Escipión como jefe de la caballería. Devolvió a los patricios <strong>su</strong> antiguo monopolio sobre el<br />

con<strong>su</strong>lado, por este servicio fue elegido cón<strong>su</strong>l con <strong>su</strong> apoyo entusiasta y él procuró que se eligiera a Apio<br />

Claudio Craso como <strong>su</strong> colega -349 a.C.-.<br />

[7.25] Antes de que los nuevos cón<strong>su</strong>les tomaran posesión de <strong>su</strong> cargo, Popilio celebró <strong>su</strong> triunfo sobre<br />

los galos en medio del aplauso encantado de la plebe, y la gente se preguntaba inquieta si había alguien<br />

que lamentase la elección de un cón<strong>su</strong>l plebeyo. Al mismo tiempo, estaban muy amargados porque el<br />

dictador se hubiera apoderado del con<strong>su</strong>lado como si fuese un soborno al despreciar la Ley Licinia.<br />

Consideraron que había degradado el con<strong>su</strong>lado, más por <strong>su</strong> voraz ambición que por actuar en contra del<br />

interés público, ya que, en realidad, había procurado <strong>su</strong> propia elección como cón<strong>su</strong>l mientras era<br />

dictador. El año estuvo marcado por numerosos disturbios. Los galos bajaron de las colinas de Alba, al no<br />

poder soportar la severidad del invierno, y se extendieron en hordas de saqueadores sobre las llanuras y<br />

los distritos marítimos. El mar estaba infestado por las flotas de los piratas griegos, que desembarcaban en<br />

las costas cercanas a Anzio y Laurento y entraban por la desembocadura del Tíber. En una ocasión, los<br />

piratas y los saqueadores se enfrentaron en una dura batalla y se retiraron, los galos a <strong>su</strong> campamento y<br />

los griegos a <strong>su</strong>s barcos, sin que ninguna de las dos partes <strong>su</strong>piese si debían considerarse vencedores o<br />

vencidos.<br />

Estos diversos sobresaltos fueron seguidos de otro mucho más grave. Los latinos habían recibido una<br />

solicitud del gobierno romano para que proporcionasen tropas y, tras discutir el a<strong>su</strong>nto en <strong>su</strong> consejo<br />

nacional, respondieron con los siguientes términos: "No hagáis más peticiones a aquellos cuya ayuda<br />

necesitáis; nosotros, los latinos, antes preferimos tomar las armas en defensa de nuestra propia libertad<br />

que en ayuda de un amo extranjero". Con dos guerras en el extranjero entre manos y esta revuelta de <strong>su</strong>s<br />

aliados, el Senado vio consternado que tendría que contener por el miedo a quienes no se frenaban por<br />

consideraciones de honor. Se ordenó a los cón<strong>su</strong>les que ejercieran todo lo posible <strong>su</strong> autoridad a la hora<br />

de reclutar tropas pues, como las de <strong>su</strong>s aliados les habían abandonado, tendrían que depender<br />

completamente de <strong>su</strong>s conciudadanos. Se alistaron hombres por todas partes, no sólo en la Ciudad, sino<br />

también en los distritos rurales. Se dice que se levantaron diez legiones, cada una con 4200 infantes y 300<br />

jinetes. Tal ejército, si alguna fuerza extranjera lo atacase, el actual poder del pueblo romano, que el<br />

mundo difícilmente puede contener, apenas podría ser ahora alistado aún si pusiera en ello todo <strong>su</strong> interés;

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