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Son hermanos, no sacerdotes, y su número jamás será excesivo porque jamás habrá exceso <strong>de</strong><br />
brazos en <strong>la</strong>s <strong>la</strong>bores a que se consagran.<br />
Otra distinción que confun<strong>de</strong> a <strong>la</strong> gente en ocasiones es <strong>la</strong> que existe entre los sacerdotes religiosos<br />
y los secu<strong>la</strong>res. No hay que <strong>de</strong>cir que, por supuesto, esta distinción no quiere <strong>de</strong>cir que unos son<br />
religiosos y los otros irreligiosos. Significa que los sacerdotes religiosos, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> sentir una l<strong>la</strong>mada<br />
a <strong>la</strong> vida religiosa, han sentido <strong>la</strong> vocación al sacerdocio. Entraron en una or<strong>de</strong>n religiosa como<br />
los benedictinos, dominicos o re<strong>de</strong>ntoristas; hicieron el noviciado religioso y pronunciaron los tres<br />
votos <strong>de</strong> pobreza, castidad y obediencia. Luego <strong>de</strong> haberse hecho religiosos, estudiaron teología y<br />
recibieron el sacramento <strong>de</strong>l Or<strong>de</strong>n. Se les l<strong>la</strong>ma religiosos sacerdotes porque abrazaron el estado<br />
religioso y viven como miembros <strong>de</strong> una or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> religiosos.<br />
Hay jóvenes que se sienten l<strong>la</strong>mados por Dios al sacerdocio, pero no a una vida en religión, como<br />
miembros <strong>de</strong> una or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> religiosos. Un joven así manifiesta sus <strong>de</strong>seos al obispo <strong>de</strong> <strong>la</strong> diócesis, y, si<br />
posee <strong>la</strong>s condiciones necesarias, el obispo lo enví a al seminario diocesano, primero al menor,<br />
don<strong>de</strong> cursará <strong>la</strong> enseñanza media, y, luego, al mayor, en que estudiará teología. A su tiempo, si<br />
persevera y es idóneo, recibirá su or<strong>de</strong>nación, se hará sacerdote, y será un sacerdote<br />
secu<strong>la</strong>r (secu<strong>la</strong>r <strong>de</strong>riva <strong>de</strong> <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>la</strong>tina «saeculum», que significa «mundo»), porque no vivirá<br />
en una comunidad religiosa, sino en el mundo, entre <strong>la</strong> gente a <strong>la</strong> que sirve. También se le l<strong>la</strong>ma<br />
sacerdote diocesano porque pertenece a una diócesis, no a una or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> religiosos. Su «je<strong>fe</strong>» es el<br />
obispo <strong>de</strong> <strong>la</strong> diócesis, no el superior <strong>de</strong> una comunidad religiosa. Al ser or<strong>de</strong>nado promete obediencia<br />
al obispo, y, normalmente, mientras viva su activi dad se <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>rá <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los límites <strong>de</strong> su<br />
diócesis. Hace un solo voto, el <strong>de</strong> castidad perpetua, que toma al or<strong>de</strong>narse <strong>de</strong> subdiácono, el primer<br />
paso importante hacia el altar.<br />
Ben<strong>de</strong>cid y no maldigáis<br />
«Ben<strong>de</strong>cid a los que os persiguen, ben<strong>de</strong>cid y no maldigáis», dice San Pablo en su epísto<strong>la</strong> a los<br />
Romanos (12,14). Mal<strong>de</strong>cir significa <strong>de</strong>sear mal a una persona, lugar o cosa. Una maldición frecuente<br />
en boca <strong>de</strong> los que tienen poco respeto al nombre <strong>de</strong> Dios es «Dios te maldiga», que es igual<br />
que <strong>de</strong>cir «Dios te envíe al infierno». Es evi<strong>de</strong>nte que una maldición <strong>de</strong> este estilo sería<br />
pecado mortal si se profiriera en serio. Pedir a Dios que con<strong>de</strong>ne a un alma que <strong>El</strong> ha creado y por <strong>la</strong><br />
que Cristo ha muerto es acto grave <strong>de</strong> <strong>de</strong>shonra a Dios, a nuestro Padre infinitamente mise-<br />
ricordioso. Es también un pecado grave contra <strong>la</strong> caridad que nos obliga a <strong>de</strong>sear y pedir <strong>la</strong><br />
salvación <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s almas, no su con<strong>de</strong>nación eterna.<br />
Normalmente, una maldición así surge <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira, impaciencia u odio y no a sangre fría; quien <strong>la</strong> dice no <strong>la</strong><br />
dice en serio. Si no fuera así, sería pecado mortal, aunque también hubiera ira. Al consi<strong>de</strong>rar los<br />
abusos al nombre <strong>de</strong> Dios, conviene tener esto presente: que, más que <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras dichas, el<br />
pecado real es el odio, <strong>la</strong> ira o <strong>la</strong> impaciencia. Al con<strong>fe</strong>sarnos es más correcto <strong>de</strong>cir: «Me