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Pero, al <strong>de</strong>scribir <strong>la</strong> Iglesia en estos términos, cuando hab<strong>la</strong>mos <strong>de</strong> su organización<br />
jerárquica compuesta <strong>de</strong> Papa, obispos, sacerdotes y <strong>la</strong>icos, <strong>de</strong>bemos tener presente que<br />
estamos <strong>de</strong>scribiendo lo que se l<strong>la</strong>ma Iglesia jurídica. Es <strong>de</strong>cir, miramos a <strong>la</strong> Iglesia como<br />
una organización, como una sociedad pública cuyos miembros y directivos están ligados<br />
entre sí por <strong>la</strong>zos <strong>de</strong> unión visibles y legales. En cierta manera es parecido al modo en<br />
que los ciudadanos <strong>de</strong> una nación están unidos entre sí por <strong>la</strong>zos <strong>de</strong> ciudadanía, visibles<br />
y legales. Los Estados Unidos <strong>de</strong> América, por ejemplo, es una sociedad jurídica.<br />
Jesucristo, por supuesto, estableció su Iglesia como sociedad jurídica. Para cumplir su<br />
misión <strong>de</strong> enseñar, santificar y regir a los hombres, <strong>de</strong>bía tener una organización visible.<br />
<strong>El</strong> Papa Pío XII, en su encíclica sobre «<strong>El</strong> Cuerpo Místico <strong>de</strong> Cristo», nos señaló este<br />
hecho. <strong>El</strong> Santo Padre también nos hizo notar que, como organización visible, <strong>la</strong> Iglesia<br />
es <strong>la</strong> sociedad jurídica más per<strong>fe</strong>cta que existe. Y esto es así porque tiene el más noble<br />
<strong>de</strong> los fines: <strong>la</strong> santificación <strong>de</strong> sus miembros para gloria <strong>de</strong> Dios.<br />
<strong>El</strong> Papa continuaba su encíclica <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rando que <strong>la</strong> Iglesia es mucho más que una<br />
organización jurídica. Es el mismo Cuerpo <strong>de</strong> Cristo, un cuerpo tan especial, que <strong>de</strong>be<br />
tener un nombre especial: el Cuerpo Místico <strong>de</strong> Cristo. Cristo es <strong>la</strong> Cabeza <strong>de</strong>l Cuerpo;<br />
cada bautizado es una parte viva, un miembro <strong>de</strong> ese Cuerpo, cuya alma es el Espíritu<br />
Santo.<br />
<strong>El</strong> Papa nos advierte: «Es éste un misterio oculto, que durante este exilio terreno sólo po<strong>de</strong>mos<br />
ver oscuramente.» Pero tratemos <strong>de</strong> verlo, aunque sea en oscuridad. Sabemos<br />
que nuestro cuerpo físico está compuesto <strong>de</strong> millones <strong>de</strong> célu<strong>la</strong>s individuales, todas<br />
trabajando conjuntamente para el bien <strong>de</strong> todo el cuerpo, bajo <strong>la</strong> dirección <strong>de</strong> <strong>la</strong> cabeza.<br />
Las distintas partes <strong>de</strong>l cuerpo no se ocupan en fines propios y privados, sino que cada<br />
una <strong>la</strong>bora todo el tiempo para el bien <strong>de</strong>l conjunto. Los ojos, los oídos y <strong>de</strong>más sentidos<br />
acopian conocimiento para utilidad <strong>de</strong> todo el cuerpo. Los pies llevan al cuerpo entero a<br />
don<strong>de</strong> quiera ir. Las manos llevan el alimento a <strong>la</strong> boca, el intestino absorbe <strong>la</strong> nutrición<br />
necesaria para todo el cuerpo. <strong>El</strong> corazón y los pulmones envían sangre y oxígeno a<br />
todas <strong>la</strong>s partes <strong>de</strong> <strong>la</strong> anatomía. Todos viven y actúan para todos.<br />
Y el alma da vida y unidad a todas <strong>la</strong>s distintas partes, a cada una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s<br />
individuales. Cuando el aparato digestivo transforma el alimento en sustancia corporal, <strong>la</strong>s<br />
nuevas célu<strong>la</strong>s no se agregan al cuerpo <strong>de</strong> forma eventual, como el esparadrapo a <strong>la</strong> piel.<br />
Las nuevas célu<strong>la</strong>s se hacen parte <strong>de</strong>l cuerpo vivo, porque el alma se hace presente en<br />
el<strong>la</strong>s, <strong>de</strong> modo igual que en el resto <strong>de</strong>l cuerpo.<br />
Apliquemos ahora esta analogía al Cuerpo Místico <strong>de</strong> Cristo. Al bautizarnos, el Espíritu<br />
Santo toma posesión <strong>de</strong> nosotros <strong>de</strong> modo muy parecido al que nuestra alma toma<br />
posesión <strong>de</strong> <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s que se van formando en el cuerpo. Este mismo Espíritu Santo es,<br />
a <strong>la</strong> vez, el Espíritu <strong>de</strong> Cristo, que, para citar a Pío XII, «se comp<strong>la</strong>ce en morar en <strong>la</strong><br />
amada alma <strong>de</strong> nuestro Re<strong>de</strong>ntor como en su santuario más estimado; este Espíritu que<br />
Cristo nos mereció en <strong>la</strong> cruz por el <strong>de</strong>rramamiento <strong>de</strong> su sangre... Pero, tras <strong>la</strong><br />
glorificación <strong>de</strong> Cristo en <strong>la</strong> cruz, su Espíritu se vierte sobreabundantemente en <strong>la</strong> Iglesia,<br />
<strong>de</strong> modo que el<strong>la</strong> y sus miembros individuales puedan hacerse día a día más semejantes<br />
a su Salvador». <strong>El</strong> Espíritu <strong>de</strong> Cristo, en el Bautismo, se hace también nuestro Espíritu.<br />
«<strong>El</strong> Alma <strong>de</strong>l Alma» <strong>de</strong> Cristo se hace también Alma <strong>de</strong> nuestra alma. «Cristo está en<br />
nosotros por su Espíritu», continúa el Papa, «a quien nos da y por quien actúa en<br />
nosotros, <strong>de</strong> tal modo que toda <strong>la</strong> divina actividad <strong>de</strong>l Espíritu Santo en nuestra alma <strong>de</strong>be<br />
ser atribuida también a Cristo».<br />
Así es, pues, <strong>la</strong> Iglesia vista <strong>de</strong>s<strong>de</strong> «<strong>de</strong>ntro». Es una sociedad jurídica, sí, con una<br />
organización visible dada por Cristo mismo. Pero es mucho más, es un organismo vivo,<br />
un Cuerpo viviente, cuya Cabeza es Cristo, nosotros los bautizados, sus miembros, y el<br />
Espíritu Santo, su Alma. Es un Cuerpo vivo <strong>de</strong>l que po<strong>de</strong>mos separarnos por herejía,<br />
cisma o excomunión, al modo que un <strong>de</strong>do es extirpado por el bisturí <strong>de</strong>l cirujano. Es un