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Parte 1 El credo - año de la fe

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Sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor <strong>de</strong> Dios: he aquí los<br />

auxiliares <strong>de</strong> <strong>la</strong>s gracias, sus «lubricantes». Son predisposiciones a <strong>la</strong> santidad que, junto<br />

con <strong>la</strong> gracia santificante, se infun<strong>de</strong>n en nuestra alma en el Bautismo.<br />

Muchos <strong>de</strong> los catecismos que conozco dan <strong>la</strong> lista <strong>de</strong> «los doce frutos <strong>de</strong>l Espíritu<br />

Santo» -caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre,<br />

<strong>fe</strong>, mo<strong>de</strong>stia, continencia y castidad-. Pero hasta ahora y según mi experiencia, rara' vez<br />

se les da más atención que una mención <strong>de</strong> pasada en <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses <strong>de</strong> instrucción religiosa.<br />

Y todavía más raramente se explican en sermones.<br />

Y es una pena que sea así. Si un maestro <strong>de</strong> ciencias comienza a explicar en c<strong>la</strong>se el<br />

manzano, <strong>de</strong>scribirá naturalmente <strong>la</strong>s raíces y el tronco, y mencionará cómo el sol y <strong>la</strong><br />

humedad le hacen crecer. Pero no se le ocurrirá terminar su explicación con <strong>la</strong> afirmación<br />

brusca: «y éste es el árbol que da manzanas». Consi<strong>de</strong>rará a <strong>la</strong> <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>l fruto una<br />

parte importante <strong>de</strong> su explicación didáctica. De igual modo resulta ilógico hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

gracia santificante, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s virtu<strong>de</strong>s y dones que <strong>la</strong> acompañan, y no dar más que una<br />

mención casual a los resultados, que son, precisamente, los frutos <strong>de</strong>l Espíritu Santo:<br />

frutos exteriores <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida interior, producto externo <strong>de</strong> <strong>la</strong> inhabitación <strong>de</strong>l Espíritu.<br />

Utilizando otra figura, podríamos <strong>de</strong>cir que los doce frutos son <strong>la</strong>s pince<strong>la</strong>das anchas que<br />

perfi<strong>la</strong>n el retrato <strong>de</strong>l cristiano auténtico. Quizá lo más sencillo sea ver cómo es ese<br />

retrato, cómo es <strong>la</strong> persona que vive habitualmente en gracia santificante y trata con<br />

perseverancia <strong>de</strong> subordinar su ser a <strong>la</strong> acción <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia.<br />

Primero que todo, esa persona es generosa. Ve a Cristo en su prójimo, e invariablemente<br />

lo trata con consi<strong>de</strong>ración, está siempre dispuesto a ayudarle, aunque sea a costa <strong>de</strong><br />

inconveniencias y molestias. Es <strong>la</strong> caridad.<br />

Luego, es una persona alegre y optimista. Parece como si irradiara un resp<strong>la</strong>ndor interior<br />

que le hacer ser notado en cualquier reunión. Cuando él está presente, parece como si el<br />

sol, bril<strong>la</strong>ra con un poco más <strong>de</strong> luz, <strong>la</strong> gente sonríe con más facilidad, hab<strong>la</strong> con mayor<br />

<strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za. Es el gozo.<br />

Es una persona serena y tranqui<strong>la</strong>. Los psicólogos dirían <strong>de</strong> él que tiene una<br />

«personalidad equilibrada». Su frente podrá fruncirse con preocupaciones, pero nunca por<br />

el agobio o <strong>la</strong> angustia. Es un tipo ecuánime, <strong>la</strong> persona idónea a quien se acu<strong>de</strong> en<br />

casos <strong>de</strong> emergencia. Es <strong>la</strong> paz.<br />

No se aíra fácilmente; no guarda rencor por <strong>la</strong>s o<strong>fe</strong>nsas ni se perturba o <strong>de</strong>scorazona<br />

cuando <strong>la</strong>s cosas le van mal o <strong>la</strong> gente se porta mezquinamente. Podrá fracasar seis<br />

veces, y recomenzará <strong>la</strong> séptima, sin rechinar los dientes ni culpar a su ma<strong>la</strong> suerte. Es <strong>la</strong><br />

paciencia.<br />

Es una persona amable. La gente acu<strong>de</strong> a él en sus problemas, y hal<strong>la</strong>n en él el<br />

confi<strong>de</strong>nte sinceramente interesado, saliendo aliviados por el simple hecho <strong>de</strong> haber<br />

conversado con él; tiene una consi<strong>de</strong>ración especial por los niños y ancianos, por los<br />

afligidos y atribu<strong>la</strong>dos. Es <strong>la</strong> benignidad.<br />

Defien<strong>de</strong> con firmeza <strong>la</strong> verdad y el <strong>de</strong>recho, aunque todos le <strong>de</strong>jen solo. No está pagado<br />

<strong>de</strong> sí mismo, ni juzga a los <strong>de</strong>más; es tardo en criticar y más aún en con<strong>de</strong>nar; conlleva <strong>la</strong><br />

ignorancia y <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, pero jamás compromete sus convicciones, jamás<br />

contemporiza con el mal. En su vida interior es invariablemente generoso con Dios, sin<br />

buscar <strong>la</strong> postura más cómoda. Es <strong>la</strong> bondad.<br />

No se subleva ante el infortunio y el fracaso, ante <strong>la</strong> en<strong>fe</strong>rmedad y el dolor. Desconoce <strong>la</strong><br />

autocompasión: alzará los ojos al cielo llenos <strong>de</strong> lágrimas, pero nunca <strong>de</strong> rebelión. Es <strong>la</strong><br />

longanimidad.<br />

Es <strong>de</strong>licado y está lleno <strong>de</strong> recursos. Se entrega totalmente a cualquier tarea que le<br />

venga, pero sin sombra <strong>de</strong> <strong>la</strong> agresividad <strong>de</strong>l ambicioso. Nunca trata <strong>de</strong> dominar a los<br />

<strong>de</strong>más. Sabe razonar con persuasión, pero jamás llega a <strong>la</strong> disputa. Es <strong>la</strong> mansedumbre.

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