You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
cionadamente choco con alguien y se cae fracturándose el cráneo. Ni puedo pecar<br />
durmiendo, por malvados que aparezcan mis sueños.<br />
Es importante que tengamos i<strong>de</strong>as c<strong>la</strong>ras sobre esto, y es importante que nuestros hijos<br />
<strong>la</strong>s entiendan en medida a<strong>de</strong>cuada a su capacidad. <strong>El</strong> pecado mortal, <strong>la</strong> completa<br />
separación <strong>de</strong> Dios, es <strong>de</strong>masiado horrible para tomarlo a <strong>la</strong> ligera, para utilizarlo como<br />
arma en <strong>la</strong> educación <strong>de</strong> los niños, para ponerlo a <strong>la</strong> altura <strong>de</strong> <strong>la</strong> irreflexión o travesuras<br />
infantiles.<br />
¿Cuáles son <strong>la</strong>s raíces <strong>de</strong>l pecado?<br />
Es fácil <strong>de</strong>cir que tal o cual acción es pecaminosa. No lo es tanto <strong>de</strong>cir que tal o cual<br />
persona ha pecado. Si uno olvida, por ejemplo, que hoy es fiesta <strong>de</strong> precepto y no va a<br />
Misa, su pecado es sólo externo. Internamente no hay intención <strong>de</strong> obrar mal. En este<br />
caso <strong>de</strong>cimos que ha cometido un pecado material, pero no un pecado formal. Hay una<br />
obra ma<strong>la</strong>, pero no ma<strong>la</strong> intención. Sería superfluo e inútil mencionarlo en <strong>la</strong> con<strong>fe</strong>sión.<br />
Pero también es verdad lo contrario. Una persona pue<strong>de</strong> cometer un pecado interior sin<br />
realizar un acto pecaminoso. Usando el mismo ejemplo, si alguien piensa que hoy es día<br />
<strong>de</strong> precepto y voluntariamente <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> no ir a Misa sin razón suficiente, es culpable <strong>de</strong>l<br />
pecado <strong>de</strong> omisión <strong>de</strong> esa Misa, aunque esté equivocado y no sea día <strong>de</strong> obligación en<br />
absoluto. O, para dar otro ejemplo, si un hombre roba una gran cantidad <strong>de</strong> dinero y<br />
<strong>de</strong>spués se da cuenta que robó su propio dinero, interiormente ha cometido un pecado <strong>de</strong><br />
robo, aunque realmente no haya robado. En ambos casos <strong>de</strong>cimos que no ha habido<br />
pecado material, pero sí formal. Y, por supuesto, estos dos pecados tendrán que<br />
con<strong>fe</strong>sarse.<br />
Vemos, pues, que es <strong>la</strong> intención en <strong>la</strong> mente y voluntad <strong>de</strong> una persona lo que<br />
<strong>de</strong>termina, finalmente, <strong>la</strong> malicia <strong>de</strong> un pecado. Hay pecado cuando <strong>la</strong> intención quiere<br />
algo contra lo que Dios quiere.<br />
Por esta razón, soy culpable <strong>de</strong> pecado en el momento en que <strong>de</strong>cido cometerlo, aunque<br />
no tenga oportunidad <strong>de</strong> ponerlo por obra o aunque cambie <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> opinión. Si <strong>de</strong>cido<br />
mentir sobre un asunto cuando me pregunten, y a nadie se le ocurre hacerlo, sigo siendo<br />
culpable <strong>de</strong> una mentira por causa <strong>de</strong> mi ma<strong>la</strong> intención. Si <strong>de</strong>cido robar unas<br />
herramientas <strong>de</strong>l taller en que trabajo, pero me <strong>de</strong>spi<strong>de</strong>n antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r hacerlo, interiormente<br />
ya cometí el robo aunque no se presentara <strong>la</strong> oportunidad <strong>de</strong> realizarlo, y soy<br />
culpable <strong>de</strong> él. Estos pecados serían reales y, si <strong>la</strong> materia fuera grave, tendría que<br />
con<strong>fe</strong>sarlos.<br />
Incluso un cambio <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisión no pue<strong>de</strong> borrar el pecado. Si un hombre <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> hoy que<br />
mañana irá a fornicar, y mañana cambia <strong>de</strong> i<strong>de</strong>a, seguirá teniendo sobre su conciencia el<br />
pecado <strong>de</strong> ayer. La buena <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> hoy no pue<strong>de</strong> borrar el mal propósito <strong>de</strong> ayer. Es<br />
evi<strong>de</strong>nte que aquí hab<strong>la</strong>mos <strong>de</strong> una persona cuya voluntad hubiera tomado<br />
<strong>de</strong>finitivamente esa <strong>de</strong>cisión. No nos re<strong>fe</strong>rimos a <strong>la</strong> persona en grave tentación, luchando<br />
consigo misma quizás horas, incluso días. Si esa persona alcanza, al fin, <strong>la</strong> victoria sobre<br />
sí misma y da un «no» <strong>de</strong>cidido a <strong>la</strong> tentación, no ha cometido pecado.<br />
Al contrario, esa persona ha mostrado gran virtud y adquirido gran mérito ante Dios. No<br />
hay por qué sentirse culpable aunque <strong>la</strong> tentación haya sido violenta o persistente;<br />
cualquiera sería bueno si fuera tan fácil. Eso no tendría mérito. No. La persona <strong>de</strong> quien<br />
hablábamos antes es <strong>la</strong> que resuelve cometer un pecado, pero <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> ocasión o el<br />
cambio <strong>de</strong> mente le impi<strong>de</strong>n ponerlo por obra.<br />
Esto no quiere <strong>de</strong>cir que el acto externo no importe. Sería un gran error in<strong>fe</strong>rir que, ya que<br />
uno ha tomado <strong>la</strong> <strong>de</strong>cisión, da igual llevar<strong>la</strong> a <strong>la</strong> práctica. Muy al contrario, poner por obra<br />
<strong>la</strong> ma<strong>la</strong> intención y realizar el acto, aña<strong>de</strong> gravedad al pecado, intensifica su malicia. Y