LA FE EXPLICADA Leo J. Trese <strong>Parte</strong> II: LOS MANDAMIENTOS
CAPÍTULO XV LOS DOS GRANDES MANDAMIENTOS La <strong>fe</strong> se prueba con obras «Sí, creo en <strong>la</strong> <strong>de</strong>mocracia, creo que un gobierno constitucional <strong>de</strong> ciudadanos libres es el mejor posible.» Uno que dijera esto y, al mismo tiempo, no votara, ni pagara sus impuestos, ni respetara <strong>la</strong>s leyes <strong>de</strong> su país, sería puesto en evi<strong>de</strong>ncia por sus propias acciones, que le con<strong>de</strong>narían por mentiroso e hipócrita. También resulta evi<strong>de</strong>nte que cualquiera que manifieste creer <strong>la</strong>s verda<strong>de</strong>s reve<strong>la</strong>das por Dios sería absolutamente insincero si no pusiera empeño en observar <strong>la</strong>s leyes <strong>de</strong> Dios. Es muy fácil <strong>de</strong>cir «Creo»; pero nuestras obras <strong>de</strong>ben ser <strong>la</strong> prueba irrebatible <strong>de</strong> <strong>la</strong> fortaleza <strong>de</strong> nuestra <strong>fe</strong>. «No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino <strong>de</strong> los cielos, sino el que hace <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> mi Padre, que está en los cielos» (Mt 7,21). No pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse más c<strong>la</strong>ramente: si creemos en Dios tenemos que hacer lo que Dios nos pi<strong>de</strong>, <strong>de</strong>bemos guardar sus mandamientos. Convenzámonos <strong>de</strong> una vez que <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios no se compone <strong>de</strong> arbitrarios «haz esto» y «no hagas aquello», con el objeto <strong>de</strong> fastidiarnos. Es cierto que <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios prueba <strong>la</strong> fortaleza <strong>de</strong> nuestra fibra moral, pero no es éste su primor dial objetivo. Dios no es un ser caprichoso. No ha establecido sus mandamientos como el que pone obstáculos en una carrera. Dios no está apostado, esperando al primero <strong>de</strong> los mortales que caiga <strong>de</strong> bruces con el fin <strong>de</strong> hacerle sentir el peso <strong>de</strong> su ira. Muy al contrario, <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios es expresión <strong>de</strong> su amor y sabiduría infinitos. Cuando adquirimos un aparato doméstico <strong>de</strong>l tipo que sea, si tenemos sentido común lo utilizaremos según <strong>la</strong>s instrucciones <strong>de</strong> su fabricante. Damos por supuesto que quien lo hizo sabe mejor cómo usarlo para que funcione bien y dure. También, si tenemos sentido común, confiaremos en que Dios conoce mejor qué es lo más apropiado para nuestra <strong>fe</strong>licidad personal y <strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> humanidad. Podríamos <strong>de</strong>cir que <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios es sencil<strong>la</strong>mente un folleto <strong>de</strong> instrucciones que acompaña al noble producto <strong>de</strong> Dios, que es el hombre. Más estrictamente, diríamos que <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios es <strong>la</strong> expresión <strong>de</strong> <strong>la</strong> divina sabiduría dirigida al hombre para que éste alcance su fin y su per<strong>fe</strong>cción. La ley <strong>de</strong> Dios regu<strong>la</strong> al hombre «el uso» <strong>de</strong> sí mismo, tanto en sus re<strong>la</strong>ciones con Dios como con el prójimo. Si consi<strong>de</strong>ramos cómo sería el mundo si todos obe<strong>de</strong>ciéramos <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios, resulta patente que se dirige a procurar <strong>la</strong> <strong>fe</strong>licidad y el bienestar <strong>de</strong>l hombre. No habría <strong>de</strong>litos y, en consecuencia, no habría necesidad <strong>de</strong> jueces, policías y cárceles. No habría codicia o ambición, y, en consecuencia, no habría necesidad <strong>de</strong> guerras, ejércitos o armadas. No habría hogares rotos, ni <strong>de</strong>lincuencia juvenil, ni hospitales para alcohólicos. Sabemos que -consecuencia <strong>de</strong>l pecado original- este mundo hermoso y <strong>fe</strong>liz jamás existirá. Pero individualmente pue<strong>de</strong> existir para cada uno <strong>de</strong> nosotros. Nosotros, igual que <strong>la</strong> humanidad en su conjunto, hal<strong>la</strong>ríamos <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra <strong>fe</strong>licidad, incluso en este
- Page 1 and 2:
Scan by DonkeyBox LA FE EXPLICADA L
- Page 3 and 4:
ellas sobre un lienzo para que la g
- Page 5 and 6:
ojos de todos se dirigen. De modo p
- Page 7 and 8:
¿Quién me enseñará? He aquí un
- Page 9 and 10:
quería que se escribiera, y nada m
- Page 11 and 12:
para sus actividades. Pero no es un
- Page 13 and 14:
CAPÍTULO III LA UNIDAD Y TRINIDAD
- Page 15 and 16:
de los teólogos, puede aspirar a c
- Page 17 and 18:
Sólo los nombres de tres ángeles
- Page 19 and 20:
temporada», el diablo puede más t
- Page 21 and 22:
CAPÍTULO V CREACION Y CAIDA DEL HO
- Page 23 and 24:
filósofos llaman una «sustancia s
- Page 25 and 26:
La búsqueda del «eslabón perdido
- Page 27 and 28:
Un padre amante tratará además de
- Page 29 and 30:
Y después de Adán, ¿qué? Una ve
- Page 31 and 32:
Por ejemplo, si creo que es pecado
- Page 33 and 34:
Pecar es rehusar a Dios nuestra obe
- Page 35 and 36:
esto es especialmente así cuando e
- Page 37 and 38:
CAPÍTULO VII LA ENCARNACION ¿Qui
- Page 39 and 40:
Con igual claridad Jesús mostró l
- Page 41 and 42: que adquirir por razonamientos labo
- Page 43 and 44: CAPÍTULO VIII LA REDENCION ¿Cómo
- Page 45 and 46: Jesús resucitó de entre los muert
- Page 47 and 48: unidad. Al poseer por igual la natu
- Page 49 and 50: En teología la palabra «gracia»
- Page 51 and 52: La gracia que viene y va Dios nos h
- Page 53 and 54: siquiera estamos seguros de querer
- Page 55 and 56: Esta maravillosa vida interior nues
- Page 57 and 58: Y esto es tan verdadero que la meno
- Page 59 and 60: CAPÍTULO X LAS VIRTUDES Y DONES DE
- Page 61 and 62: semejantes, la vida se pararía. Si
- Page 63 and 64: a cada paso, sabemos que Dios hace
- Page 65 and 66: emocional. Pero, si por un milagro
- Page 67 and 68: Se siente orgulloso de ser miembro
- Page 69 and 70: seis y siete del Evangelio de San M
- Page 71 and 72: CAPÍTULO XI LA IGLESIA CATÓLICA E
- Page 73 and 74: corderos», le dice Jesús, «apaci
- Page 75 and 76: Cuerpo en que el pecado mortal, com
- Page 77 and 78: catolicidad cuando escribe a los ef
- Page 79 and 80: Al contestar la pregunta, «¿Por q
- Page 81 and 82: propiedad de nadie. Así es como Cr
- Page 83 and 84: existencia mientras haya almas que
- Page 85 and 86: CAPÍTULO XIII LA COMUNION DE LOS S
- Page 87 and 88: CAPÍTULO XIV LA RESURRECCION DE LA
- Page 89 and 90: Habrá también otras dichas, otros
- Page 91: cielo. Su divino Hijo, que tomó su
- Page 95 and 96: semejante a éste, es: Amarás al p
- Page 97 and 98: mente, bien por medio de colectas o
- Page 99 and 100: hay murmuración maliciosa o los pa
- Page 101 and 102: máximo de nuestras posibilidades p
- Page 103 and 104: enseñar en las escuelas y colegios
- Page 105 and 106: CAPÍTULO XVI EL PRIMER MANDAMIENTO
- Page 107 and 108: comprendamos plenamente; no precisa
- Page 109 and 110: «Trabajo mucho toda la semana, y t
- Page 111 and 112: conocer la verdadera fe es solament
- Page 113 and 114: sitios peligrosos, como una ciénag
- Page 115 and 116: en primer lugar, cada vez que se no
- Page 117 and 118: lo que es de Dios. En su máxima gr
- Page 119 and 120: gracia. Cuando los honramos, es a D
- Page 121 and 122: Esta falta de respeto a Dios es lo
- Page 123 and 124: Son hermanos, no sacerdotes, y su n
- Page 125 and 126: En la blasfemia hay distintos grado
- Page 127 and 128: La razón de este cambio del día d
- Page 129 and 130: Sin embargo, nuestro amor a Dios al
- Page 131 and 132: se imparta buena educación religio
- Page 133 and 134: independencia. Los padres prudentes
- Page 135 and 136: veces conoce el hombre de la calle
- Page 137 and 138: CAPÍTULO XIX LOS MANDAMIENTOS SEXT
- Page 139 and 140: La castidad -o pureza- se define co
- Page 141 and 142: CAPÍTULO XX LOS MANDAMIENTOS SEPTI
- Page 143 and 144:
luto). Esto, como es natural, se ap
- Page 145 and 146:
CAPÍTULO XXI EL OCTAVO MANDAMIENTO
- Page 147 and 148:
Pero, sea cual sea la motivación d
- Page 149 and 150:
CAPÍTULO XXII LOS MANDAMIENTOS DE
- Page 151 and 152:
Los enfermos que necesitan alimento
- Page 153:
dado que la Iglesia es la Presencia