manual del aprendiz mason ii - Valdemar.com.mx
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ayuda directa a uno o a otro hermano. Pero si con la ayuda pecuniaria (cuyo valor y efectividad no<br />
pueden ser sino temporales y transitorios) los presentes a<strong>com</strong>pañan, <strong>com</strong>o casi siempre sucede, sus<br />
sentimientos y pensamientos de <strong>com</strong>pasión y, peor aún, de conmiseración, o en cualquier forma se<br />
considera a la persona necesitada <strong>com</strong>o impotente y en estado de inferioridad, la influencia de estos<br />
pensamientos hace muy poco deseable y efectiva la ayuda, en cuanto contribuye a abatir más bien<br />
que a realzar su estado moral y la confianza en uno mismo.<br />
Lo mismo debe decirse, con mayor razón, de toda forma de beneficencia que, más que una simple y<br />
espontánea manifestación <strong>del</strong> espíritu de fraternidad entre hermanos libres e iguales, haga<br />
manifiesta la distancia que media entre bienhechor y beneficiado, o de alguna manera se resuelva<br />
para éste la dádiva en humillación, con la cual paga muy cara la ayuda recibida. No decimos nada<br />
de la beneficencia que sirve de pretexto a la ostentación y la vanidad, pues en este caso difícilmente<br />
pudiera considerarse digna de tal nombre.<br />
La verdadera beneficencia debe ser secreta y espontánea, y no debe envolver en sí ninguna forma<br />
de humillación. Prevenir las necesidades de un hermano que se halle manifiestamente en<br />
dificultades es mucho más fraternal que esperar que éste pida una ayuda, pues con la petición ésta<br />
ya se halla casi pagada y ninguna cosa se paga tan cara <strong>com</strong>o pidiéndola.<br />
La mano que da con verdadero espíritu de fraternidad debe esconderse, y “la izquierda no debe<br />
saber lo que hace la derecha”. Debería así proscribirse absolutamente la práctica en uso en algunas<br />
Logias de Pedir a otros Talleres una contribución en la ayuda a algún hermano, y especialmente dar<br />
el nombre de este hermano. Ni en el mismo Taller debiera darse el nombre de la persona socorrida,<br />
pues no hay necesidad de que sea conocida, con excepción de los que directamente intervienen en<br />
ayudarla.<br />
LA AYUDA MÁS VERDADERA<br />
Aunque la ayuda directa puede ser en algunos casos útil y necesaria (siempre que sea una verdadera<br />
manifestación espontánea de solidaridad y fraternidad), es mucho mejor dirigirse a la raíz <strong>del</strong> mal,<br />
en vez de contentarse con remediar temporalmente sus síntomas exteriores.<br />
La persona que se halla en difíciles circunstancias materiales tiene antes que todo necesidad de ser<br />
ayudada espiritual y moralmente, con pensamientos positivos que realcen su estado de ánimo<br />
abatido, y tengan para él el efecto de las palabras taumatúrgicas: ¡Levántate y anda! Ayudar a un<br />
hermano a caminar sobre sus propios pies es mucho mejor que proveerlo de muletas. Facilitar un<br />
medio de ganar por sí mismo lo que necesita es mucho más fraternal, deseable y digno que<br />
facilitarle una ayuda que lo ponga, <strong>com</strong>o beneficiado, en condición de inferioridad.<br />
Pero cuando esto no sea posible momentáneamente, el <strong>com</strong>partir lo que uno tiene, con verdadero<br />
espíritu de solidaridad fraternal, según propio dictado de la conciencia, debe ser considerado <strong>com</strong>o<br />
un deber elemental, un privilegio y una oportunidad para todo iniciado que verdaderamente sienta<br />
en su corazón el lazo de fraternidad, la mística cadena de unión que lo une a todos los seres, y en<br />
particular a aquellos con los cuales tiene una más profunda afinidad moral y espiritual.<br />
No se entiendan las precedentes consideraciones para alejar a nadie de sus deberes de solidaridad<br />
para con sus semejantes en general, y sus hermanos en particular, sino más bien para que sean<br />
mejor atendidos y practicados, despojados de toda ostentación por parte de quien da y de toda<br />
humillación hacia quien recibe, <strong>com</strong>o conviene para una verdadera expresión <strong>del</strong> espíritu masónico,<br />
que no puede ser nunca aislamiento negativo ni deprimente solicitud.