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manual del aprendiz mason ii - Valdemar.com.mx

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tener el deseo de serlo y se le haya otorgado exteriormente el título, dándosele así la oportunidad<br />

(nada más y nada menos que la oportunidad) de convertirse en verdadero masón.<br />

LA “MARCA” DEL MASÓN<br />

Otra prueba análoga a la de la sangre, que insiste sobre el carácter permanente de la calidad de<br />

masón, es la invitación que se le hace al candidato de que permita que se deje imprimir con el<br />

fuego, en alguna parte <strong>del</strong> cuerpo, “la marca gloriosa de un sello que se encuentra en todas las<br />

Logias <strong>del</strong> Universo” y por medio de la cual se reconocen los <strong>mason</strong>es.<br />

Esta marca o estigma verdaderamente glorioso (pero que nunca se aplicó materialmente por la<br />

simple razón de que la Masonería quiere hacer a los hombres libres y no esclavos) se graba con el<br />

fuego ardiente <strong>del</strong> entusiasmo y de la fe sincera en el corazón de todo masón, y es otro símbolo de<br />

lo que el masón tiene que ser y en lo que debe convertirse en cuanto dicha cualidad debe imprimirse<br />

en su corazón y expresarse en todo su ser.<br />

Las cualidades o emblemas que se aplican con el fuego, y por cuyo medio los <strong>mason</strong>es se<br />

reconocen entre sí, son evidentemente el <strong>com</strong>pás de la razón que caracteriza el reconocimiento de la<br />

Realidad Espiritual (que es el Centro simbólico de todo ser y de toda cosa) y su relación con la vida<br />

exterior (la circunferencia o apariencia de las cosas), y la escuadra <strong>del</strong> juicio, con la cual el masón<br />

rectifica sus pensamientos, aspiraciones y deseos, en armonía con el Plan <strong>del</strong> Gran Arquitecto, con<br />

cuyo Plan debe esforzarse en cooperar conscientemente.<br />

Finalmente, y para dar una prueba tangible de sus buenas disposiciones, se le invita a ingresar en la<br />

cadena de unión de los <strong>mason</strong>es, mediante una oferta voluntaria, con la cual manifiesta y reconoce<br />

su deber de solidaridad con los que se hallan momentáneamente faltos de recursos y de medios<br />

suficientes para vivir. Todos nos debemos y todos podemos sernos útiles recíprocamente: el egoísta<br />

es un ser inconsciente que no conoce el lazo que nos une y el deber que tenemos de cooperar con<br />

todas nuestras fuerzas para lograr el Bien <strong>com</strong>ún. Y el masón nunca puede ser un egoísta ignorante<br />

de su relación y deberes para con los demás.<br />

EL JURAMENTO<br />

El candidato se halla ahora dispuesto para cumplir con la formalidad <strong>del</strong> juramento, u obligación<br />

solemne que se le hace prestar <strong>del</strong>ante <strong>del</strong> ara de su propia conciencia, arrodillado de la rodilla<br />

izquierda, y con la rodilla derecha en escuadra, en signo de humildad, respeto y devoción; con la<br />

mano derecha sobre la Biblia, que representa la palabra Divina o la Verdad Revelada por la<br />

tradición, y en la izquierda un <strong>com</strong>pás, cuyas puntas apoya sobre el pecho desnudo, símbolo de la<br />

plenitud de la conciencia y <strong>del</strong> perfecto entendimiento de su corazón.<br />

El juramento se hace “en presencia <strong>del</strong> Gran Arquitecto <strong>del</strong> Universo y de los hermanos reunidos en<br />

la Logia”. El reconocimiento de la presencia <strong>del</strong> G.’.A.’. es, pues, su primera condición: el<br />

juramento u obligación se contrae individualmente en presencia <strong>del</strong> Ideal y de las aspiraciones más<br />

elevadas de cada uno de nosotros en aquel Principio impersonal que constituye el primer molde,<br />

rige el curso y es el Divino Arquitecto de nuestras vidas.<br />

Los hermanos reunidos alrededor <strong>del</strong> aspirante, con sus espadas juntas, formando una bóveda de<br />

acero sobre su cabeza, sin que él pueda darse cuenta todavía, con sus propios ojos, de su presencia,<br />

son el símbolo de aquellas presencias o inteligencias invisibles que se hallan constantemente<br />

alrededor de nosotros, sin que nos demos cuenta de ello; mudos testigos de nuestros actos, que nos

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