manual del aprendiz mason ii - Valdemar.com.mx
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PARTE PRIMERA<br />
LOS ORIGENES DE LA INSTITUCIÓN<br />
CONSIDERACIONES PRELIMINARES<br />
De las tres preguntas: “¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? y ¿Adónde vamos?”, en las que<br />
puede subdividirse y expresarse el Gran Misterio de la experiencia, así <strong>com</strong>o el principio de todo<br />
conocimiento verdadero y de toda sabiduría, la primera es la que especialmente le <strong>com</strong>pete al<br />
Aprendiz.<br />
Referida a nuestra Institución, esta pregunta nos plantea en primer término, para tratar de conocer<br />
su esencia, el problema en sus orígenes –o sean aquellas instituciones, sociedades, costumbres y<br />
tradiciones en las que la Masonería tiene su raíz, su principio espiritual, aunque sin derivar<br />
directamente de ellas. Desde este punto de vista es cierto, según lo dicen los catecismos, que sus<br />
orígenes se pierden “en la noche de los tiempos”, o sea en aquellas antiquísimas civilizaciones<br />
prehistóricas de las que se han perdido los vestigios y la memoria, y que se remontan<br />
probablemente a centenares de millares de años antes de la era actual. 1<br />
Los primeros rituales, basados en las tradiciones bíblicas (por descansar en ellas principalmente la<br />
fe de sus redactores), nos dicen que “Adán fue iniciado al Or.·. <strong>del</strong> Edén, por el Gr.·. A.·. en todos<br />
los ritos de la Masonería”, significando esto, evidentemente, que los orígenes de la Masonería<br />
deben hacerse remontar hasta la primera sociedad humana, de la que Adán es un símbolo,<br />
correspondiendo con la Era Saturnina o Edad de Oro de la tradición grecorromana, y el Satya Yuga<br />
de los hindúes.<br />
Es cierto, pues, que nacieron, ya en la aurora (que todas las tradiciones concuerdan en considerar<br />
luminosa) de la civilización, ese íntimo deseo de progreso, esa profunda aspiración hacia la Verdad<br />
y la Virtud, ese deseo de obrar recta y sabiamente, de los que la <strong>mason</strong>ería constituye, para sus<br />
adeptos, la encarnación.<br />
Pero si el espíritu masónico debió existir desde las primitivas épocas –conocidas y desconocidas- de<br />
la historia, y no fue extraño al primer hombre (si tal existió), manifestación natural de su deseo de<br />
progreso, de sus esfuerzos constructivos para alcanzarlo, y si debió de expresarse naturalmente en<br />
una forma adaptada y conveniente en las primeras <strong>com</strong>unidades –íntimas y por ende secretas- de<br />
hombres que se apartaban de los demás por su deseo de saber y penetrar el Misterio Profundo de las<br />
cosas, es cierto que no siempre se manifestó exactamente en la forma en que hoy se conoce, se<br />
ejerce y practica.<br />
Sin embargo, los principios inmutables sobre los cuales ha sido establecida, y que constituyen su<br />
espíritu y su característica fundamental, no pueden haber sufrido variaciones substanciales, y<br />
establecidos en épocas de antigüedad incalculable, han debido de permanecer los mismos a través<br />
de todas sus metamorfosis o encarnaciones exteriores.<br />
También debe remontarse (por su carácter y su transmisión ininterrumpida) a la más remota<br />
antigüedad, los signos, símbolos y toques, la íntima esencia de las alegorías y el significado de las<br />
palabras que corresponden a los diferentes grados; aunque las alteraciones de las leyendas –en su<br />
forma exterior- puedan haber sido notables, sin embargo, por el medio elegido y reducido en el cual<br />
fueron transmitidas, por el aparato exterior, las pruebas y la fi<strong>del</strong>idad que se les pedían a los<br />
1 Hablando en lenguaje geológico, al principio de la era cuaternaria o bien el mismo período terciario.