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Lectura y Escritura Académica 2 - Universidad del Azuay

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5<br />

Si no lees te quedas tonto<br />

<strong>Lectura</strong><br />

Recientemente, la prensa nos informaba de<br />

una charla impartida por Eduardo Mendoza<br />

en la Biblioteca Valenciana. Se trataba de<br />

una sesión de animación a la lectura y estaba<br />

destinada a unos 500 alumnos de enseñanzas<br />

medias, adolescentes con edades comprendidas<br />

entre los 14 y los 16 años. Eduardo Mendoza<br />

hizo pública una idea contundente. Se<br />

trata de una opinión tajante que expresa sin<br />

contemplaciones y de la mejor manera posible<br />

por qué hay que leer. Al estar dirigida a<br />

alumnos de instituto, Mendoza se valió de un<br />

lenguaje directo, convincente. ‘Leer es como<br />

comer: si no comes te mueres; si no lees te<br />

quedas tonto’.<br />

La lectura es un nutriente y un lenitivo, un fármaco<br />

y un sustento, algo que nos alimenta y<br />

de lo que acaba dependiendo el correcto y el<br />

normal desarrollo de un cuerpo que aún no se<br />

basta, que nunca se basta. Igual que los alimentos<br />

nos suministran el aporte vitamínico<br />

que precisamos para la supervivencia; igual<br />

que el agua sacia nuestra sed e irriga nuestros<br />

miembros, humedeciendo los pliegues y<br />

junturas de nuestro organismo; igual que nos<br />

procuramos unas horas de sueño para darnos<br />

descanso, para apaciguar el espíritu y para<br />

atemperar las urgencias físicas que nos imponemos,<br />

también necesitamos leer.<br />

Son tantas las cosas que debemos aprender<br />

los humanos que, la verdad, sorprende cómo<br />

nuestra limitada capacidad resiste esa suma<br />

de enseñanzas y ese flujo incesante de información.<br />

Tanto es así que muchos han hecho<br />

<strong>del</strong> caudal copioso de noticias y de datos su<br />

principal meta, creyendo que así estarían mejor<br />

dispuestos para enfrentar las incertidumbres<br />

de su propia vida, la idea que tienen de<br />

sí mismos, la maduración de sus personas<br />

y las decisiones que deban tomar. Los medios<br />

actuales y el vértigo de su transmisión<br />

nos convencen de que información es saber<br />

y de que cuanto más atesoremos mejor será<br />

para nuestro rendimiento y para nuestro éxito.<br />

Creo, por supuesto, que hay un error de<br />

perspectiva y de cantidad en esta valoración<br />

inmoderada <strong>del</strong> dato, <strong>del</strong> detalle que se suma<br />

y que se acumula, porque esa voracidad genera<br />

patologías graves ya diagnosticadas, entre<br />

otras lo que los terapeutas llaman la information<br />

anxiety.<br />

De lo que de verdad se trata es de tener criterios<br />

firmes y flexibles para discriminar los<br />

datos que precisamos, haciéndonos una dieta<br />

informativa con algún periódico y algunos libros<br />

y operando con pocos datos en un escenario<br />

que nunca es olímpico. Pero, claro, para<br />

lograrlo, la lectura paciente y sosegada de<br />

esos libros y el ejercicio de un pensamiento<br />

lento y profundo son imprescindibles, porque<br />

de ellos nos vienen el contraste y el saber milenario,<br />

eso que otros ya a<strong>del</strong>antaron. Decía<br />

André Comte-Sponville que una idea nueva,<br />

verdaderamente nueva, que no haya sido pensada<br />

ni escrita jamás, tiene muchas probabilidades<br />

de ser una estupidez.<br />

Hace más de un siglo, un pensador muy pagado<br />

de sí mismo, muy convencido de su valía y<br />

de la hondura de sus intuiciones, quiso elaborar<br />

una idea completamente nueva y para ello<br />

decidió prescindir de los libros después de<br />

haber leído unos cuantos. Como lo anticipaban,<br />

como lo desmentían, determinó aislarse<br />

de ellos eliminando todo contacto. Pero cuando<br />

digo aislarse, digo aislarse completamente:<br />

se encerró con escasos recursos y opuso<br />

dique y contención a lo que pudiera venirle de<br />

fuera creyendo que así evitaba la contaminación<br />

de ese mundo vertiginoso y repleto de<br />

información que ya era el ochocientos. A ese<br />

LECTURA Y ESCRITURA ACADÉMICA II 253

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