Gaceta N° 167 - Comisión Nacional de los Derechos Humanos

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Este delito se da en la reproducción de discos compactos de música, DVD, ropa, zapatos, software,
incluso en medicamentos y libros. Es una práctica común en varios países, y en mayor cantidad en
Centro y Sudamérica.
Desde hace algunos años, editores de best sellers, libros técnicos y de literatura han visto cómo, a la
par de la distribución legal de sus publicaciones, se desarrolla un canal ilegal, que no independiente,
que ofrece las mismas obras reproducidos sin licencia ni permiso: las ediciones pirata. México no ha
sido la excepción, se tienen identificados tres grandes tipos que abastecen el mercado ilegal de libros:
las ediciones pirata, la reprografía y el robo de libros.
Desde sus orígenes, la propiedad intelectual ha jugado un destacado social puesto que constituye la
manera en que se protege, por una parte, a los autores y a todo lo relacionado con la producción de sus
obras y creaciones intelectuales en los diversos aspectos y, por otra parte, a las invenciones en general.
Con independencia de su valor cultural, es fácil colegir que el derecho de autor tiene una creciente
importancia en la economía de los países. En un mundo económicamente globalizado, es menester
proteger al derecho de autor para salvaguardar no sólo un derecho humano sino también una fuente de
trabajo e ingresos. Por ello no se puede dejar de lado un problema que ha adquirido tan graves consecuencias
como la piratería o la copia sin autorización de cualesquier obra intelectual.
Uno de los argumentos de uso común para justificar la piratería consiste en que las copias no
autorizadas tienen una mayor aceptación por sus precios bajos, con la misma calidad de la obra, lo que
hace que cualquier persona pueda acceder a ellas sin importar su condición económica, debido a que
los precios están a su alcance y no se vuelvan prohibitivos como los reales.
Se ha dicho que la propiedad intelectual debe estar al servicio de los creadores y del patrimonio de
una nación. El quehacer cultural genera productos que involucran derechos intelectuales. Esa creación
es patrimonio inalienable de los autores como también de la sociedad a la que pertenecen, constituyendo
estos dos criterios la base de la regulación de propiedad intelectual.
Si algo no podemos olvidar es que el derecho de autor está expresamente consagrado como un
derecho esencial en la Declaración Universal de Derechos Humanos, de manera que el respeto a la
propiedad intelectual y su tutela jurídica constituyen uno de los aspectos del progreso socioeconómico
y cultural de toda sociedad civilizada y democrática.
En tal virtud, “un régimen de protección de los derechos de autor adecuado contribuirá a asegurar el
respeto de los derechos de la persona humana y a favorecer el desarrollo de las letras, las ciencias y las
artes”.
Muchas constituciones del mundo garantizan el derecho a la propiedad intelectual como un derecho
económico y un derecho fundamental de la persona, protegiendo al autor propietario de su obra, quien
es el único en decidir sobre el ámbito de sus derechos morales y patrimoniales.
Gaceta 167
junio/2004
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