Gaceta N° 167 - Comisión Nacional de los Derechos Humanos

Gaceta de la CNDH
vados en lo posible”) y de ultima ratio (“cuando se han agotado todas las posibilidades constitucionales”).
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Desde la perspectiva de la doctrina tradicional del derecho natural, dice Messner, 63 el derecho a la
resistencia activa se fundamenta en el principio de legítima defensa frente a los ataques injustos del
poder. Por ello debe limitarse a la finalidad y a los medios de una mera defensa frente al agresor.
Recurriendo al argumento de Tomás de Aquino ya mencionado, afirma que cuando el gobernante
legítimo abusa de poder estatal con grave detrimento de la comunidad se convierte en usurpador y
enemigo de la colectividad, justificando el derecho de legítima defensa. Señala también que otros
iusnaturalistas, como Belarmino y Suárez, que no invocan el principio de legítima defensa para justificar
la resistencia activa sino el derecho del pueblo como titular originario del poder estatal, llegan a
la misma conclusión. Advierte finamente que para todos los representantes de la doctrina tradicional
del derecho natural la justificación de la resistencia activa está ligada a la condición de certeza de que
no se va a seguir un mal igual o mayor para la comunidad que el mismo despotismo que se desea
eliminar.
Cuatro principios podemos extraer de estas consideraciones como requisitos éticos para la resistencia
activa, incluso violenta, a la autoridad pública: 1) la existencia de una causa suficiente, entendida
como la ilegitimidad de un gobierno, sea por usurpación, por ocupación o que deviene ilegítimo por el
abuso grave, reiterado y sistemático del poder; 2) ultima ratio: que se hayan agotado todas las vías
legales para corregir dichos abusos; 3) discernimiento: que la resistencia, incluso si es violenta, se
limite a corregir las causas de los abusos y no a la destrucción de vidas inocentes y de las instituciones
que requiere la sociedad para cumplir su función; 4) factibilidad de éxito: que existan perspectivas
realistas de lograr el cambio que se desea y no que la violencia desemboque en una situación tan mala
o peor que la actual.
Aun a primera vista se puede apreciar que un gran número de movimientos terroristas no cumplen
con estos requisitos, lo que se puede ilustrar con unos cuantos ejemplos. Todo movimiento terrorista
argumenta causa suficiente, pero con frecuencia su juicio se muestra subjetivo. Como se vio arriba, el
fenómeno terrorista surge como en oleadas en ciertos periodos, en países con condiciones marcadamente
distintas. Las claras diferencias en el marco político, situación económica y condiciones sociales de
países como Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela en los años sesentas no fueron obstáculo para que en
toda la región latinoamericana surgieran movimientos guerrilleros de orientación social. No podrían
tener las mismas justificaciones el terrorismo político de los Weathermen y los Black Panthers que en la
misma época aparecieron en Estados Unidos y donde, además, difícilmente se podía alegar ultima
ratio pues su régimen democrático, no obstante los defectos que se le señalen, ofrecía múltiples vías
legales y políticas para resistir al poder.
62
Cfr. ibid., pp. 303-304.
63
Johannes Messner, Ética social, política y económica a la luz del derecho natural. Madrid, Rialp, 1967, pp. 900-904.
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Gaceta 167
junio/2004