Gaceta N° 167 - Comisión Nacional de los Derechos Humanos

Gaceta de la CNDH
de 2001, tras los referidos ataques a Nueva York y Washington, y la llamada segunda guerra del Golfo
contra Iraq, a principios del presente año, esta última pasando por encima de las disposiciones de la
Carta de las Naciones Unidas en cuanto los requisitos para la utilización de la fuerza. 2
La guerra misma ha recrudecido rencores y enconos que alimentan el terrorismo. Al margen de las
tácticas guerrilleras que emplean nacionalistas iraquíes o simpatizantes del derrocado régimen de
Saddam Hussein contra las fuerzas armadas de Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países, que
pueden ser considerados como actos de resistencia, el ataque con un carro bomba contra la sede de las
Naciones Unidas en Bagdad el pasado 19 de agosto de 2003 constituye un acto terrorista por estar
dirigido contra un objetivo civil, que además ejercía una función humanitaria y neutral. 3 Ese ataque,
con mucho el de mayor magnitud que haya sufrido la ONU en toda su historia, parecía dirigido especialmente
contra el representante especial del organismo internacional en Iraq, Sergio Vieira de Mello,
un alto funcionario forjado en las mejores batallas a favor de los Derechos Humanos. 4
En la polarización maniquea de esta lucha sin cuartel, pareciera que aun quienes realizan labores
humanitarias a favor del pueblo iraquí fueran colaboradores de las fuerzas ocupantes y que todos los
extranjeros, por el mero hecho de serlo, serían blancos legítimos por considerarlos al servicio del
invasor. La continuación de la violencia muestra que a pesar de la victoria, la guerra no doblegó la
voluntad de lucha, complicando las posibilidades de que Iraq vuelva a la normalidad, se instale un
régimen político estable y se logre establecer un auténtico Estado de Derecho, empantanando a los
ejércitos extranjeros en una lucha contra un enemigo difícil de identificar y manteniendo en la región
una herida infecciosa que abona el terreno para reclutar nuevos terroristas. Pero si la guerra puede
convertirse en una fuente de violencia terrorista, también los más recientes esfuerzos para promover la
paz entre israelitas y palestinos 5 han provocado la actuación más virulenta de grupos como Hamas,
que buscan —con éxito— descarrilar con sus atentados la agenda de las negociaciones. No puede
menos de mencionarse, por otra parte, que la lucha contra el terrorismo en un marco de derecho resulta
complicada, puesto que en un régimen democrático la labor de las instituciones encargadas de mantener
el orden y la justicia se ven bajo presiones extraordinarias que pueden impedir su adecuado funcio­
2
Es cierto que por no contar con información sobre la posible participación de Iraq en la promoción del terrorismo, Estados Unidos
y sus aliados justificaron la intervención militar en ese país con otro argumento —cuestionable, por cierto—: una legítima defensa
contra posibles ataques de un régimen que habría desarrollado armas de destrucción masiva. Sin embargo, en todos sus discursos sobre
el régimen de Saddam Hussein previos al estallido de la guerra, el Presidente George W. Bush se aseguró de incluir alguna mención al
terrorismo, estableciendo así un vínculo entre ambos temas a nivel de la conciencia popular.
3
En parte, el ataque a la sede de las Naciones Unidas se podría explicar porque, terminada la guerra en Iraq, el Consejo de Seguridad
aprobó la resolución 1500 que legitima al Consejo de Gobierno transitorio iraquí, impulsado por la coalición británico-estadounidense,
y establece una Misión de Asistencia en Iraq. Con ello, la ONU entró en la dinámica de las fuerzas invasoras y ésta fue la lectura que le
dieron los grupos radicales en Iraq. Vid. Genaro Lozano, “El multilateralismo renovado de Bush”, Reforma (28 de agosto de 2003). Ello
a pesar de que la ONU era la única institución que ofrecía asistencia imparcial y desinteresada a los iraquíes y su representante, Sergio
Vieira de Mello, había sido especialmente cuidadoso en subrayar la independencia de la organización frente a las fuerzas de ocupación.
Vieira incluso había declarado abiertamente su oposición a la invasión británico-norteamericana de Iraq. Vid. Isabel Turrent, “Las
sinrazones del terrorismo”, Reforma (7 de septiembre de 2003). http:/www.reforma.com.
4
Habría que remontarse hasta 1948 para encontrar un antecedente tan brutal contra un alto funcionario de la ONU, cuando el Conde
Bernardotte, mediador de las Naciones Unidas en Palestina, fue asesinado por un grupo de israelitas extremistas que se oponían a los
planes para convertir a Jerusalén en una ciudad internacional.
5
El llamado Roadmap, propuesto por el Presidente George W. Bush.
62
Gaceta 167
junio/2004