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JESÚS CANTÚ<br />
Dialogar y debatir, ¿<strong>para</strong> qué<br />
E l presidente Felipe Calderón dedicó<br />
las dos últimas semanas a encabezar<br />
reuniones con diversos actores sociales,<br />
económicos y políticos <strong>para</strong> tratar de<br />
construir lo que él llama “una política de<br />
Estado en materia de seguridad”. Sin embargo,<br />
en ningún momento dejó clara la<br />
ruta <strong>para</strong> hacerlo, pues hasta hoy lo único<br />
real es un intercambio de opiniones, datos,<br />
propuestas, justificaciones, convocatorias<br />
y hasta reclamos cuyo destino es incierto.<br />
Calderón aprovechó las reuniones <strong>para</strong><br />
repetir su mensaje a la nación, en el que<br />
describió la evolución histórica de la delincuencia<br />
organizada, así como <strong>para</strong> reiterar<br />
su oposición a la legalización de las drogas<br />
y manifestar, no obstante, que está dispuesto<br />
a que se debata al respecto. Asimismo,<br />
aunque en su segunda intervención frente<br />
a los dirigentes de los partidos políticos expresó<br />
que “si de lo que estamos de acuerdo<br />
se deriva una corrección a la estrategia<br />
de seguridad pública, yo estoy dispuesto a<br />
asumirla”, es evidente que de dicho debate<br />
no se derivará ningún acuerdo de corrección,<br />
pues él ya manifestó posturas y criterios<br />
que parecen inamovibles.<br />
No obstante, las reuniones sí sirvieron<br />
<strong>para</strong> aclararle algunos puntos al jefe del<br />
Ejecutivo. A pregunta expresa que hizo<br />
a los presidentes de los partidos políticos,<br />
todos le respondieron que “el Estado debe<br />
combatir a los criminales” y que lo que se<br />
cuestiona es la estrategia con que se hace.<br />
Por otra parte, en la reunión con los<br />
gobernadores, que fue la última, el presidente<br />
señaló: “Creo que un reto que ha<br />
surgido el día de hoy es: ¿qué vamos a<br />
hacer con esos jóvenes, la llamada generación<br />
‘ni-ni’, que ni estudian ni trabajan<br />
y que son, efectivamente, el campo fértil<br />
que está, probablemente, atrás del potencial<br />
que están adquiriendo los criminales,<br />
no sólo <strong>para</strong> el crimen organizado –que,<br />
efectivamente, los recluta y los manda por<br />
delante, literalmente, a morir, porque es,<br />
precisamente, el grueso de la población<br />
que está falleciendo en los enfrentamientos<br />
entre delincuentes y entre éstos con la<br />
autoridad–, sino también <strong>para</strong> los delitos<br />
del orden común, que han crecido de manera<br />
exponencial, y que son cometidos<br />
52 1763 / 15 DE AGOSTO DE 2010<br />
por una población cada vez más joven”.<br />
En la reunión de Calderón con los expertos,<br />
Arturo Arango cuestionó –como lo<br />
hicieron casi todos los de este grupo— la<br />
disponibilidad, oportunidad y calidad de la<br />
información sobre seguridad. Arango advirtió<br />
que el INEGI trabaja con “16 a 20 meses<br />
de atraso” y agregó que, al margen de la<br />
oportunidad y los cambios de catálogos, un<br />
grave problema son las “terribles inconsistencias<br />
en la información. Hemos detectado<br />
nosotros, en nuestras investigaciones, al menos<br />
tres sistemas contables distintos. Pongamos<br />
el caso del homicidio. En el caso del<br />
homicidio tenemos el sistema contable del<br />
Registro Civil, del sector salud, del Sistema<br />
Nacional de Seguridad Pública y del Servicio<br />
Médico Forense. Le podríamos poner<br />
un quinto caso, el de los medios de comunicación.<br />
Si nosotros intentamos cruzar un<br />
esquema con otro, resulta que no coincide<br />
ninguno”. Precisó que ni los muertos podemos<br />
contar y propuso crear una Norma Oficial<br />
Mexicana al respecto.<br />
El presidente respondió: “Yo les propongo<br />
(…) la Norma Oficial Mexicana sobre<br />
Generación, Recolección, Registro y Clasificación<br />
de Datos. Efectivamente, déjenme<br />
decirles que, incluso, dentro del seguimiento<br />
que llevamos en el Gabinete de Seguridad,<br />
tenemos hasta discusiones de cómo clasificar<br />
los eventos que observamos”.<br />
Así resultó una propuesta precisa.<br />
Pero los llamados Diálogos por la Seguridad,<br />
Evaluación y Fortalecimiento no<br />
permitieron clarificar el propósito de la<br />
lucha, pues como señaló Miguel Molina<br />
Foncerrada: “…Si no tenemos un diagnóstico,<br />
y no tenemos un propósito, <strong>para</strong><br />
mi gusto, suficientemente claro, la sociedad<br />
no puede entender ni qué demonios<br />
está pasando, y, perdonen la palabra, ni<br />
qué es lo que queremos resolver”. Demandó<br />
aclarar si el propósito de la lucha era<br />
decomisar drogas, disminuir la violencia,<br />
atacar la impunidad, debilitar la acción de<br />
las organizaciones criminales, disminuir<br />
el consumo de drogas o algún otro.<br />
Obviamente, la estrategia debe corresponder<br />
al diagnóstico y el propósito, y eso<br />
es precisamente lo que no se aclaró a lo<br />
largo de dos semanas.<br />
Pero tampoco la inquietud de Orlando<br />
Camacho Nacenta, quien participó en<br />
la primera mesa, tuvo respuesta: “Hasta lo<br />
que llevamos en esta reunión –expuso–, yo<br />
he contabilizado más de 40 propuestas viables.<br />
La cuestión es que todas estas ideas y<br />
propuestas, la mayoría de ellas ya se habían<br />
dado o ya se han escuchado en otros momentos,<br />
ya se han hecho en foros semejantes<br />
a éste, también (…) Muchas de ellas están,<br />
incluso, calendarizadas y hasta tienen responsables.<br />
No son nuevas las cosas que estamos<br />
comentando aquí (…) La pregunta es:<br />
¿Qué va a pasar a partir de esta reunión Ahí<br />
es donde me parece que debe venir la parte<br />
nueva, la parte propositiva de esta reunión.<br />
¿Cómo concretamos que estas acciones que<br />
se están dando ahora se lleven a cabo de manera<br />
inmediata, rápida y eficaz”.<br />
Y aunque Calderón haya señalado ante<br />
los presidentes de los partidos políticos:<br />
“Yo veo que tenemos más coincidencias<br />
que diferencias. Coincidimos en que se requiere<br />
una política económica que recupere<br />
empleo; coincidimos en que se requiere<br />
una política social que genere oportunidades<br />
de educación, espacios recreativos, de<br />
cultura. Coincidimos –así lo asumo– en<br />
que se requiere una política de fortalecimiento<br />
institucional en todos los órdenes<br />
de gobierno. Discrepamos, quizá, en el tema<br />
de la legalización o no de las drogas”.<br />
La realidad es que hay muchas más<br />
diferencias, especialmente cuando las políticas<br />
se tienen que aterrizar en diagnósticos,<br />
propósitos y estrategias. Y tampoco<br />
se estableció una ruta o un proceso <strong>para</strong><br />
dialogar, debatir y tomar decisiones, pues<br />
es evidente que no se lograrán consensos,<br />
y si esa es la condición <strong>para</strong> modificar la<br />
estrategia, no habrá cambios.<br />
Hasta hoy los diálogos son parte de<br />
una nueva estrategia de difusión de la lucha<br />
contra la inseguridad, y sirvieron <strong>para</strong><br />
disipar algunas dudas, identificar nuevos<br />
retos y hacer propuestas concretas; pero<br />
no <strong>para</strong> clarificar el diagnóstico y el propósito,<br />
y menos <strong>para</strong> establecer una vía<br />
clara de construcción de una política de<br />
Estado. Así, los diálogos y debates servirán<br />
<strong>para</strong> seguir celebrando reuniones y<br />
editando memorias...