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Los policías, o son narcoso tienen miedoLuciano Campos GarzaMONTERREY, NL.- Los policías enNuevo León o trabajan con el narcoo tienen miedo.El diagnóstico es del procuradorde Justicia del estado, Alejandro Garzay Garza, quien añade: “Estamos ciento porciento seguros de que tenemos policías infiltrados,y los que no están infiltrados tienenmiedo. Por eso se ha optado por pedirel apoyo del Ejército, que es el que está actuandoy dando los golpes, aparte de contarcon mejor armamento”.En entrevista efectuada el viernes 19, diceque hay “elementos valiosos, honestos,comprometidos con su trabajo”, pero tambiénreconoce que “una parte importante”de los uniformados en la entidad han sidocooptados por el crimen organizado.“No todos son malos”, aclara. Así comohay elementos que sirven a los cárteles “porconvencimiento”, también hay muchos “policíasbuenos que, por miedo, trabajan <strong>para</strong>ellos”.Sostiene que las balaceras en las queparticipan las fuerzas federales, los enfrentamientosentre civiles y hasta los bloqueosde las carreteras son resultado de la fracturaentre el cártel del Golfo y el que era su brazoarmado, Los Zetas, que han creado su propiaorganización.En Nuevo León, dice, muchos policías yexuniformados trabajan mayormente <strong>para</strong>“los de la letra”, como se le llama a Los Zetas.ReclutadosGarza y Garza. InfiltraciónHasta hace algunos meses, expone el procuradorde Justicia del estado, la pugna entrelos cárteles mantenía unaviolencia “normal”, sin quese saliera de control. Perocon el rompimiento, dice,aumentaron los enfrentamientos,y los grupos criminalesllamaron a policías corrompidosque hasta hacepoco cometían ilícitos porsu cuenta.Antes, esos elementosservían al cártel del Golfo,pero como dejaron de recibircuotas de esa organización,comenzaron a trabajarpor su lado en secuestros,robos de vehículos, extorsionesy cobro de derecho de piso. En algunoscasos utilizaban a ladrones <strong>para</strong> que perpetraranrobos domiciliarios y de automóviles.Tras el rompimiento entre cárteles, a finalesdel año pasado y principios de éste Los Zetas“salen de Tamaulipas y vienen a pedir apoyoa la gente que trabajó con ellos en NuevoLeón; su apoyo más fuerte son policías y expolicías”,con los que tenían contacto.La consecuencia inmediata fue un aumentoen los robos a casas-habitación y laexigencia de cuotas a comerciantes en el estado.En cuanto al robo de autos, se disparóel número de casos en los que los robos serealizan con violencia. Antes los robacochesusaban ganzúas y actuaban sigilosamente.Los integrantes de los cárteles, sin pericia <strong>para</strong>desactivar alarmas o <strong>para</strong> retirar seguroscon alambres, optaron por despojar por lafuerza a los conductores.Su objetivo es armarse, abastecerse y pre<strong>para</strong>rse<strong>para</strong> la guerra que ya actualmente seencuentra desatada, dice Garza y Garza.“Los Zetas llegaron a Nuevo León sin autos,sin efectivo y sin refugio. Tuvieron queabandonar la mayoría de las casas de seguridadque tenían en Monterrey porque susrivales ya sabían dónde estaban. Por ello seapoyaron en policías <strong>para</strong> delinquir, <strong>para</strong> capitalizarse”,señala el procurador.Y aventura: “me refiero a todos los policías,estatales y mayormente los municipales,es decir, todos lo que son uniformados. Peroconsideramos que existen también elementosde la Policía Ministerial del estado que estánmetidos con ellos”.El problema es tan grave que el 18 denoviembre de 2009, cuando apenas habíatranscurrido poco más delprimer mes del actual gobiernoestatal, la Subprocuraduríade InvestigaciónEspecializada en DelincuenciaOrganizada (SIEDO) yla Agencia Estatal de Investigaciones(AEI) detuvierona los exsecretarios de SeguridadPública municipalesAmador Medina Flores,de Monterrey; José SantosAlmaraz Ornelas, de Guadalupe,y Alejandro ArturoEsparza Contreras, deMontemorelos.En la zona rural del nor-te de Nuevo León la violenciase incrementó porenfrentamientos entre loscárteles. En los municipiosde Cerralvo, China, GeneralTreviño y otros quehacen frontera con Tamaulipas,había casas deseguridad que se convirtieronen objetivos del cárteldel Golfo, explica.Según el procurador,las señales de alarma motivarona reagrupar las fuerzasen el estado mediantereuniones semanales entrelas policías locales, laprocuraduría estatal, representantesde la PolicíaFederal Preventiva, los generalesde la Séptima y laCuarta regiones militares,y del Centro de Investigacióny Seguridad Nacional(Cisen).En esas juntas se intercambiainformación y sedefinen estrategias, dice.Así se determinó queel Ejército diera los golpesmás precisos, y efectuara eltrabajo pesado contra loscárteles, lo mismo que la Marina, que la semanapasada desmanteló un campo de entrenamientode Los Zetas en Bustamante.Con frecuencia, las fuerzas federales nole avisan al gobierno del estado sobre operativosde alto perfil. Simplemente actúan, diceGarza y Garza.Esto no significa que las corporacionesfederales pasen sobre las autoridades locales,aclara: “Estamos trabajando con ellos, dependiendode la situación. Tenemos un grupoque verifica información y, dependiendode la magnitud del problema, se actúa directamentecon el Ejército”.El procurador justifica la intervención directade las fuerzas armadas ante la corrupciónde los cuerpos de seguridad del estado:“En ocasiones no podemos actuar con nuestraspolicías, porque sabemos que determinadaspersonas pueden estar infiltradas,sobre todo cuando se necesita demasiadohermetismo”.En el caso de Bustamante, Garza y Garzarechaza los señalamientos sobre la aparenteceguera de la autoridad frente a un hechotan evidente como el establecimiento de uncampo de tiro.Esa base de entrenamiento de Los Zetastenía pocas semanas de haber sido creadaen el rancho La Lagunilla. Su propietario nisiquiera sabía de la presencia de los narcos,que corrieron al encargado y ocuparon elpredio. “Esta persona, por temor, se abstuvode avisarle al dueño, quien se enteró de labalacera del domingo 14, en la que murie-18 1742 / 21 de marzo de 2010

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