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para descargar - Frente Popular Revolucionario, FPR - Oaxaca ...

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Yázpik. Ritualismo virtualArteJorge Yázpik, ObrasBLANCA GONZÁLEZ ROSASCon un emplazamientoescultórico en los espléndidosespacios del Palaciode la Autonomía, en el CentroHistórico de la Ciudad deMéxico, el escultor Jorge Yázpik(Distrito Federal, 1955) presentauna interesante muestra quedelata evidentes cambios en supropuesta creativa.Conocido principalmentepor sus intervenciones linealesque, a manera de grietas o dibujoslaberíntico-tridimensionales,guiaban al espectador haciael interior de piedras de grantamaño, Yázpik sorprende conuna propuesta delicada, ágil yrítmica, que parece haber transfiguradoen delgadas estructurasgeométricas los misteriososvacíos de sus pétreas esculturas.Concebida a partir de lautilización de la madera co-Surcos de adversidadPuedeSamuel Máynez ChampionVivir con el asco y la desesperanzaa cuestas es parte de una heredadirrenunciable del mexicano. Nohabría forma de refutarlo. Fuimosparidos en medio de un dolor ancestralque reverbera en todos los rumbos de laconciencia. Tiempo ha que hambre y hacinamientodejaron de sorprendernos; alcontrario, son aglutinantes de nuestro fatalismo.Y lo mismo podría decirse sobre lafe en el ser humano que entona el HimnoNacional. Damos por hecho que atrás desu patriotismo palpita su proclividad a lamentira y el fraude; intuimos que la confiabilidadde su palabra se esfuma ante unaobligación que comprometa su escurridizopresente. Nos asumimos como una razataimada que se regodea en el fratricidioy que, cual peste bíblica, tiene los gobernantesque merece; sin embargo, sabemosque hay hombres que difieren del moldepatrio devolviéndonos algo de la confianzaque día con día se evapora de nuestra obcecadamexicanidad. El zacatecano CandelarioHuízar (1883-1970) es uno de éstos.Para hablar de sus méritos como personay como músico, Proceso entrevistó a lamaestra Micaela Huízar (1949-), quien seha echado sobre los hombros la imprescindiblepero extenuante tarea de difundir ellegado de su insigne progenitor.–SM: A juzgar por las fotografías, unamirada llena de determinación caracterizabael rostro de su padre, de su postura corporalemanaba un aura de reciedumbre. ¿Qué hayde cierto en esta percepción inicial?–MH: Eso y más. Le bastaba una mirada<strong>para</strong> manifestarme sus deseos. Converlo a los ojos entendía yo el agradecimientopor mis cuidados o sus ganas demandarme al diablo. Desde muy niño tuvoque enfrentarse a la voluntad de su padre,quien requería de otro herrero en la familia.Mi papá pactó con mi abuelo <strong>para</strong> quelo dejara tocar en la banda municipal deJerez al tiempo que aprendía el oficio deorfebre. Fue muy listo pues logró salirsecon la suya, a la tierna edad de ocho años.En un lapso muy breve dominó la técnica<strong>para</strong> forjar metales nobles, y quizá de eseprimer aprendizaje derivó su templanza decarácter. Ni siquiera la hemiplejía que sufriódurante los últimos 26 años de su existenciaconsiguió abatirlo. La silenciosa imagenque tengo de él es, en gran medida, laque ha impedido que yo claudique ante lasasperezas de la vida.–¿Quiere usted decir que la única formade diálogo que mantuvo con su padre fue através de intuiciones?–Así es, yo conviví con un hombre enmudecidoque con esfuerzo lograba articularsu hemisferio sano. Las únicas palabrasque salían de su boca eran los nombres demi madre, de mi hermana y el mío, y enmomentos verdaderamente críticos maldecíadejando escapar un ríspido “chingadamadre”. Derramé muchas lágrimas <strong>para</strong>aceptar su invalidez y, sobre todo, presintiendoel sufrimiento que le causaba saberseun peso <strong>para</strong> nosotras. Hubo ocasionesen que lo vi partirse por dentro despuésde haber querido defendernos topándosecon la inmovilidad de sus miembros.entenderse el valor que tiene <strong>para</strong>mí su música, me aferré a ella como unadesposeída a quien le allanaron infancia yjuventud. Independientemente de su valíaintrínseca, en ella reposa el espíritu de mipadre, único asidero que me hablaba desu amor por mí.–Después de tocar en la banda de Jerez,el maestro Huízar se enroló como músico en elBatallón de Zacatecas; cabría preguntarle sillegó a empuñar las armas.–Para un hombre de sus convicciones,no podía haber habido otra alternativa. Eraimpensable que se escondiera atrás de unatril mientras sus compañeros arriesgabanel pellejo. De hecho, participó como soldadoen la cruenta toma de Zacatecas bajo elmando del general Pánfilo Natera. Contabami madre que el fragor de los combatesseguía atormentándolo en sueños y quedos de sus grandes pesares habían sido losasesinatos de Villa y Zapata. Ignoro hastaqué punto las carnicerías en las que participódañaron su sensibilidad, pero sí séque en su música hay un clamor vital porlas bellezas de su tierra; basta escucharla<strong>para</strong> percibir cómo vibra en sus acordesuna esperanza que conjura aquellos ecosde muerte.–Podrá parecer peregrino, pero es difícilabstraerse de la idea de que un artista obligadoa matar jamás apacigua los coletazosde la memoria. ¿Pudieron tener incidencia ensu derrame cerebral las vivencias teñidas desangre?–No podría aseverarlo, aunque creomás bien que fue una combinación defactores. Como buen zacatecano, mi papátrabajó de sol a sol y, una vez en la capital,siguió haciéndolo al mismo ritmo. Ademásde sus faenas de tiempo completo comocopista, fue maestro de análisis y composiciónen el Conservatorio, y <strong>para</strong> redondearun salario que nunca alcanzaba debióemplearse como cornista y bibliotecario de64 1742 / 21 de marzo de 2010

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