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Nº 122 - COMEGUS

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de dar al pals una organizacióninstitucional que, seguramente,habria de recortar la su premacíaporteña,El encargado de restaurar elorden de la provincia, de afianzarla unidad de los sectores dirigentesy, finalmente, de restableceren forma indiscutida lahegemonía porteña, fue JuanManuel de Rosas, Su indudableéxito en la dificil tarea le valió elapoyo unánime de su provinciay, también, el preciado título deRestaurador de las Leyes, Si enesa idea de restauración estabapresente la imagen de la últimaetapa de la Colonia, recordadacon nostalgia luego de la tormentarevolucionaria, no es menoscierto que tam blén lo estabanlos alÍas que siguieron a lacrisis de 1820, cuando la provi n­cia inició lo que seria su caminodefinitivo, En ese sentido, debíaRosas retomar los objetivosprimitivos del partido del Orden,Sin embargo, a tal punto diferíanlas condiciónes de 1829 con lasde 1820, tan irreversibles eranciertos factores de la crisis, quelos medios utilizados para obtenerfines similares debieron serradicalmente distintos, Esta distinciónentre medios y finesquizá sea la que brinde la clavepara interpretar el problema dela contraposición o continuidadentre ambas experiencias,El talento político de Rosas semanifestó en el hallazgo de unafórmula política nueva para 'resolveruna situacíón que -repito-era caótica en la superficiepero nítida en sus aspectosesenCiales, El componenteprincipal del caos era la intensapolitización de los sectores popularesportelÍos, urbanos y rurales,que era juzgada como lamentablepor los terratenientesy el conjunto de sectores propietariosde Buenos Aires, Lo que'distinguió a Rosas de sus paresfue haber com prend ido el carácterirreversible de esta movilizacióny, superando el disgustoque le provocaba, haher descubiertolos mecanismos para encauzarla,canalizarla y ponerlaen definitiva, al servicIo del orden,Con rapidez Rosas enca'-"'. 4Z,_121jftbezó en 1829 la insu rgencia rural,en cuya iniciación no habíapartici pado, utilizándola paradestruir al sector unitario de laoficialidad militar. Igual talentodemostró por entonces al asumirla jefatura de los sectorespopulares urbanos -que se definíancomo federales- carentesde dirección luego del fusilamientode Oorrego, su muertefue sabiamente utilizada porquien, en las horas críticas, nohabía manifestado mayor celoen ayudar al extinto gobernador.Pero si un hombre tan constitutivamenteidentificado con elorden y el respeto de lajerarquiasocial, como era esencialmenteRosas estaba dispuesto a s'ercaudillo, nunca llegaría 'a serarrastrado por la masa o, siquiera,a convertirse en un demagogo,La efervescencia popular,si no'sofocada, fue cuidadosamenteencarri lada, En1833, cuando reapareció paraliquidar a los restos del unitarismoy, sobl2 todo, al ala federaldel ejército, todavía conservababuena parte de su iniciativay espontaneidad, como lo reconociera,admirativamente, EncarnaciónEzcurra en las cartasa su esposo, Años después, firmementeencuadradoS los elementosactivos en la Mazorca, elterror se limitaba a golpear disciplinadamenteallí donde el gobernadorquería golpear.Rosas no perdió nunca su carácterde jefe de partido triunfante,ganado por dos veces, en1829 y en 1833; se esforzó, inclusive,en conservarlo cuandolas circunstancias hubieranhecho posible la pacificación yel acuerdo, Nada más lejos,pues, del ideal de orden y administración-definidamente apolítico-de la época de la "feliz experiencia",La fuerza discrecionalque emanaba de esa situación,y que se agregaba a la propiadel jefe de Estado, fue utilizadacontra los agentes, reales opotenciales, del desorden, Enprimer lugar, contra la oficialidadmilitar, unitaria o federal,derrotada en 1829 y en 1833; distintosmedlos;dertamente, peroresultados comparables con los51

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