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Nº 122 - COMEGUS

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capacidad y aptitud para el periodismo, yo no,ya que siempre estuve ocupado en tratar deaveriguar cómo era este juego I1anlado vida.Con Savaresse charlábamos largas horas, dequien intentaba absorber con avidez su pro­Itll1da sabiduría popuhn y buscándole algúnmedio de vida porque sa1ió de la concejalía ta1como enh'ó, sin Ull centavo y, lo que es másgrave, sin ilusión alguna.En atención a la verdad, el asunto de laCHADE no fue un negociado, sino la C0111pra1 isa y llana de un pmtido político, realizada porrazones de Estado,militar gentileza le dio la razón, infonnándoleque sería interrogado sobre los entretelonesdel caso CHADE.Conocedor de la gran esh'ategia desarrolladapor el general Justo, aceptó informar, advirtiéndolepreviamente al coronel RodríguezConde que el saber la verdad iba a ser una cargaque lo superaría y, asegurándole que si seguíaprofundizando el asunto con la buena fe Que enél conocía, antes de llegar a] final, un díaencontrarÍaque no]o dejarían enh',u en ese despacho,y que lo echarían sin darle tiempo a retirar lasevidencias de la verdad que pudiera llegar areunir.Por ailos se ha tapado la realidad del asunto,pues siempre habrá postulantes a dictadores,que precisan de las estructuras electorales queposee el rauicaJismo y no les conviene anularlas.Ll mmprohación de este hecho la tuvieronen carne propia los hombres de la ComisiónInvestigadora del negociado de la CHADE,formada por homhres dignísinlos, que funcionósin ningún resultado en 1943, Estaba presididapor el coronel Matías Rodríguez Conde,Deseando saber la verdad, llamaron a declararal doctor Miguel J, Culaciatti, ex ministro. del Interior del doctor Castillo, a quien las autoridadesrevolucionarias, tenían preso e incomunicadohacía novent'l días.Lo Ilanlaron pese a ser totalmente ajeno altrámite, pero por su posición política debíaestar al tanto de la "compra" del partido Radical',Entre Raúl Savaresse, un condenado comoreo por la opinión pública y el coxonel Rodrí-guez Conde, que quiso ser ,el fiscal capaz derevelar la verdad, eXIste un extrano nexo provo­Don Miguel, al enh',n en el salón donde loesperaba la Comisión Investigadora no se amilanó,saludó con una inclinación al investigadory se dirigió al ordenanza pidiéndole que leb'ajera café yagua mineral. Se sentó y aclaróRodríguez Conde, inocentemente, dentro desu gran pureza, afrontó el riesgo y escuchó intentandollegar al final, fuera cual fuera la consecuencia.La revolución del 43, creía de buena fe queacababa con la llamada "década infame", queentraba el país a una pura democracia electoral,personificada por los radicales.La verdad, la pura verdad~ no conjugaba consu pragmatismü, ni con las idíJicas fórmulascreadas por quienes ignoraban la ruda real idaddel hombre,Semanas después, Rodríguez Conde, un derrotadocaballero andante, fue a golpear lapuerta del doctor Culaciatti, para darle la razónpor sus profecías y para unirse aél, en una bellaamistad, perdonándole baberle becho conocerla verdad, pues tal como predijo Culaciatti, sinpedirle la renuncia, sorpresivamente le clausuraronsu despacho.;;;;;;;;;;;;:;;;;;;~/;;;~;;;;;;;;;;;;Jque era el minish'o del Interior de un gobierno cado por los mismos mecanismos que los Jleva- ;depuesto, por lo cual exigía el respeto que me- ron a saberse defraudados en sus ideales, I

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