Claro: se argüirá que abogar por una filosofía <strong>de</strong> la historia para América Latina no podríaser sino otra gaffe en la trayectoria <strong>de</strong> discursos equívocos y sobre<strong>de</strong>terminados que pueblanel <strong>de</strong>bate en torno a lo latinoamericano. Después <strong>de</strong> todo, la “filosofía <strong>de</strong> la historia” es uncartabón que sólo pue<strong>de</strong> medir las magnitu<strong>de</strong>s mismas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las que ha sido confeccionado;y la “filosofía <strong>de</strong> la historia” es un perfecto engendro eurocéntrico, históricamente datado,a<strong>de</strong>más. Pero mi punto no es argüir en pro <strong>de</strong> semejante engendro a nuestro uso, por muyajustado que nos lo imaginemos, sino sugerir, en beneficio <strong>de</strong>l análisis, la conveniencia <strong>de</strong>mirar menos la matriz <strong>de</strong> la naturaleza y más la <strong>de</strong> la historia.Sobre el particular, pido excusas por incurrir en cosas consabidas, pero creo que no será<strong>de</strong>l todo ocioso reiterar un par <strong>de</strong> tópicos sobre América.El primero lleva el nombre propio <strong>de</strong> Hegel y proviene <strong>de</strong> sus observaciones sobre “ElNuevo Mundo”, contenidas en el apéndice a La razón en la historia, que abre la Filosofía<strong>de</strong> la historia universal. <strong>No</strong> estará <strong>de</strong> más mencionar que este apéndice habla <strong>de</strong>l “contextonatural o el fundamento geográfico <strong>de</strong> la historia universal”. Si bien el discurso sobre estefundamento compren<strong>de</strong> todas las regiones <strong>de</strong> la tierra, es respecto <strong>de</strong>l “Nuevo Mundo”don<strong>de</strong> lo físico, lo geográfico, el cuerpo material sobre el que se asientan los pueblos, cobraun sentido <strong>de</strong>terminante como mero sustrato <strong>de</strong> una historia que a lo sumo alcanza a serrudimentaria y que, para ser francos, habría que estimar sin más como prehistoria. Más aún:ese mismo sustrato es inmaduro, y las mayores civilizaciones americanas llevaban la impronta<strong>de</strong> la physis sobre la cual se erigieron:De América y su cultura, como especialmente se formó en México y Perú, tenemos ciertamentenoticias, pero simplemente que esa [cultura] era enteramente natural, y que tenía que sucumbirtan pronto [como] el espíritu se le acercase. Física y espiritualmente impotente se ha mostradoAmérica siempre y sigue mostrándose así. Porque los nativos, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que los europeos <strong>de</strong>sembarcaronen América, han sucumbido paulatinamente bajo el soplo <strong>de</strong> la actividad europea.Incluso en los animales se muestra la misma subordinación que en los hombres. 4Hegel percibía una marcada diferencia entre <strong>No</strong>rte y Sudamérica —y a esta últimasumaba a México—: la primera es protestante, ha nacido <strong>de</strong> la colonización y no <strong>de</strong> laconquista y es industriosa y republicana mientras la segunda ofrece el panorama <strong>de</strong> unacaterva <strong>de</strong> “niños sin entendimiento, que viven <strong>de</strong> un día a otro, lejos <strong>de</strong> pensamientos yfines más elevados” 5 . El soplo <strong>de</strong>l espíritu, con el auxilio imprescindible <strong>de</strong> la industriosida<strong>de</strong>uropea, no pue<strong>de</strong> sino barrer inexorablemente las en<strong>de</strong>bles constituciones <strong>de</strong> las culturasnativas. Pero esa diferencia no obsta para que al dictamen <strong>de</strong> la inmadurez <strong>de</strong>l mundo físicoy <strong>de</strong> la <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> los pueblos originarios se sume, abarcando las dos regiones, el <strong>de</strong> loinacabado. En el remate <strong>de</strong> sus consi<strong>de</strong>raciones, y pensando sobre todo en Estados Unidos,4 G. W. F. Hegel, Die Vernunft in <strong>de</strong>r Geschichte. Hrsg. v. Johannes Hoffmeister. Hamburg: FelixMeiner, 1955, p. 200.5 P. 202.La cifra <strong>de</strong> lo estético: Historia y categorías en el arte latinoamericanoPablo Oyarzún[53]
Hegel estipula que América no está concluida, ni en el dominio y la configuración <strong>de</strong> susdatos elementales ni, menos, en su fábrica política. Y si en las nostálgicas ensoñaciones <strong>de</strong>los europeos, aburridos <strong>de</strong> la longevidad <strong>de</strong> su “arsenal histórico”, pue<strong>de</strong> aparecer Américacomo la tierra <strong>de</strong>l futuro, fascinante land of opportunities, hasta ahora no es sino el “eco <strong>de</strong>lViejo Mundo y la expresión <strong>de</strong> una vitalidad ajena” 6 . La previsión <strong>de</strong> lo que pueda significaralgún día América en la historia universal podrá ser, pues, sólo divertimento <strong>de</strong> la fantasía,y <strong>de</strong> ninguna manera negocio <strong>de</strong> la ciencia y <strong>de</strong>l saber histórico. Para el filósofo, tales expectativasno cuentan: “nada tiene que hacer con profecías, [sino en] la historia […] conaquello que ha sido y con lo que es, y en la filosofía con aquello que es y es eternamente,con la razón, y con eso ya tenemos bastante” 7 . Es como si el reino <strong>de</strong> la fantasía, que el exigentemundo mo<strong>de</strong>rno relega irremisiblemente al pretérito, tuviese todavía este enclave,don<strong>de</strong> lo porvenir permanece sustraído precisamente por un pasado meramente germinal;y es quizá también como si el reino <strong>de</strong>l arte, prohijado bajo ese primer cetro, y que, como sesabe, ha <strong>de</strong>bido dar paso, bajo el peso <strong>de</strong> las exigencias <strong>de</strong>l mundo mo<strong>de</strong>rno, a la comedidaracionalidad, al afán <strong>de</strong> construcción y <strong>de</strong> dominio, gozara todavía, en virtud <strong>de</strong> esa estofagerminal, <strong>de</strong> un último espacio <strong>de</strong> <strong>de</strong>spliegue, consumado ya para la historia en su clausura.Des<strong>de</strong> luego, se pue<strong>de</strong> pensar que estos asertos no tienen más valor que el <strong>de</strong> la rarezay la inferencia abusiva, propias <strong>de</strong> un filósofo ofuscado por el afán <strong>de</strong> hacer que todo calcebien <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la horma <strong>de</strong>masiado rígida <strong>de</strong> su sistema. Sin embargo, es claro que Hegelno está solo en estas efusiones. Lo acompañan todos los adali<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong>l logos;lo acompaña, en los hechos, la historia <strong>de</strong> Europa, auto<strong>de</strong>clarada como historia universal,promulgada a porfía como contenido y horizonte <strong>de</strong> la memoria universal.Al término <strong>de</strong> su notable secuencia <strong>de</strong> cinco conferencias que llevan el famoso título <strong>de</strong>La expresión americana, José Lezama Lima aventura una hipótesis acerca <strong>de</strong> “lo americano” quetiene arco y pretensiones amplias. Hay dos nociones allí que, como todo lo <strong>de</strong>más <strong>de</strong> Lezama,son asimismo —y quizá ante todo— criaturas verbales engendradas por la barroca espiral <strong>de</strong>su escritura, que dice lo que hace y hace lo que dice; esas dos nociones son el “protoplasmaincorporativo” y el “espacio gnóstico”. El argumento que sostiene estas dos nociones es unateoría <strong>de</strong> las influencias, y como bien sabemos esta es pieza crucial <strong>de</strong> toda concepción <strong>de</strong> lacultura. En un extremo está la simple mimesis, una docilidad indolente, <strong>de</strong> haragán, que se<strong>de</strong>ja llevar <strong>de</strong>l más leve soplo y que muy a menudo se le imputa a “lo americano”. En otro,el empe<strong>de</strong>rnido centro hispánico, que sólo admite lo que con él forma bloque, masa recia einconmovible. Entremedio, se diría, está eso que Lezama llama el “espacio gnóstico”, que, sino me equivoco, <strong>de</strong>fine un principio y una matriz <strong>de</strong> conocimiento abierto y metamórfico,porque todo lo que lo inva<strong>de</strong> se sume —“vegetativamente”— en un magma primordial que,sin embargo, no está hecho <strong>de</strong> rudimentos sino <strong>de</strong> vestigios, y así se transforma:6 Hegel, p. 210.7 P. 210.[54] <strong>Ensayos</strong>. Historia y teoría <strong>de</strong>l arteDiciembre <strong>de</strong> 2009, <strong>No</strong>. 17
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