Un índice <strong>de</strong> esta. Es verdad que nadie pue<strong>de</strong> sentirse muy convocado por el vocabloraza <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> los horrores <strong>de</strong>scomunales que se han cometido y se siguen cometiendo bajosu conjuro ominoso. Sin embargo, su cuidadosa utilización en manos <strong>de</strong> Gabriela Mistralmerece atención. Sobre todo cuando con él se pone a hablar <strong>de</strong> una “experiencia racial,mejor dicho, una violencia racial”, que es un portentoso experimento <strong>de</strong> cinco siglos, esa “cosatorcida” <strong>de</strong> la cual es hija: “soy <strong>de</strong> los que llevan entrañas, rostro y expresión conturbados eirregulares, a causa <strong>de</strong>l injerto” 11 . Nada parecido, pues, a una vindicación <strong>de</strong> la raigambre o<strong>de</strong>l linaje puros, sino una confesión —y una concepción— <strong>de</strong> la pugna íntima que inquieta,las más <strong>de</strong> las veces sordamente, al habitante <strong>de</strong> estos pagos. La Mistral es una gran pensadora<strong>de</strong>l mestizaje y allega a ese pensamiento toda la sarta <strong>de</strong> términos que forman su léxicoineludible: sangre, tierra, origen y muchos otros. Son su léxico y también los ingredientesque, volcados en la marmita, se ponen a hervir hasta formar un caldo espeso. El genuinopensamiento <strong>de</strong>l mestizaje es el pensamiento <strong>de</strong> una pugna, íntima, inherente; ya lo he dicho,<strong>de</strong> un conflicto <strong>de</strong>sgarrador: lejos <strong>de</strong> él la confianza en una <strong>de</strong>saprensiva manipulación<strong>de</strong> contenidos y <strong>de</strong> formas, llevada a<strong>de</strong>lante en exaltación soberana, sea <strong>de</strong> po<strong>de</strong>río o <strong>de</strong>langui<strong>de</strong>z. Por eso encontramos en ella una razón que, formulada en la clave <strong>de</strong> la lealtada la herencia <strong>de</strong> la lengua que se recibió por efecto <strong>de</strong> aquella violencia, se aguza hasta laparadoja: “el conflicto tremendo entre el ser fiel y el ser infiel al coloniaje verbal” 12 . Si la matriz<strong>de</strong>l mestizaje tiene posibilidad <strong>de</strong> ser otra cosa que un pivote, cuyo sentido es finalmentesecuestrado por uno u otro <strong>de</strong> los polos entre los que rota, esta interpretación en términos<strong>de</strong> lengua y <strong>de</strong> traducción es probablemente la única que da visos <strong>de</strong> alentar esa posibilidad.He mencionado a Borges, a Lezama, a Mistral: son ésos tres mo<strong>de</strong>los diversos, tresrazones distintas, tres formas <strong>de</strong> abordar y <strong>de</strong> pensar lo americano y lo latinoamericano,todo lo diferentes que pueda estimarse, y en que se pue<strong>de</strong> colegir también una variedad <strong>de</strong>tonos y disposiciones, perplejidad, luci<strong>de</strong>z, astucia, reserva. Todas estas formas, que aquíescojo como expedientes ejemplares, son modos <strong>de</strong> habérselas, no diré con la historia comocontinuum <strong>de</strong> sentido, como acervo y transmisión o propiedad asegurada, sino como nudaexperiencia y posibilidad.Sobre este filo <strong>de</strong> lo histórico quisiera <strong>de</strong>slizar mis últimas consi<strong>de</strong>raciones, y —<strong>de</strong>bequedar claro— no para suplantar el paradigma <strong>de</strong> la naturaleza por el <strong>de</strong> la historia sinopara indicar un punto crítico. Es, para <strong>de</strong>cirlo muy abreviadamente, el punto <strong>de</strong> la crisis <strong>de</strong>la representación. Y en este mismo sentido es el punto en que la violencia irrumpe en elcírculo <strong>de</strong> la representación y lo interrumpe. En cualquiera <strong>de</strong> aquellas formas que citaba,y en todas ellas, creo, este punto se acusa con insistencia, para mostrar que la fantasía <strong>de</strong>hibridación, la ironía melancólica y la memoria traumática son inseparables, secretamente11 G. Mistral, “Colofón” a Ternura, en Desolación –Ternura – Tala – Lagar, México: Porrúa, 1998,p. 107.12 P. 107.La cifra <strong>de</strong> lo estético: Historia y categorías en el arte latinoamericanoPablo Oyarzún[57]
inseparables, y que, en esta su secreta connivencia, fijan el doble código estético <strong>de</strong> unanaturaleza fabulada y una historia no fabulable. La historia —como catástrofe, como historia<strong>de</strong> la violencia y violencia <strong>de</strong> la historia— es lo irrepresentable <strong>de</strong> la representación latinoamericana.Y tal vez sea este también un innuendo <strong>de</strong> amonestación para todos aquellosmol<strong>de</strong>s en que la historia ha podido ser incorporada a la representación, en la construccióneurocéntrica <strong>de</strong> la historia, dialéctica, positivista o hermenéutica, e incluso en el pluralismohistórico. En ese mismo sentido se podría aventurar que lo que pueda haber <strong>de</strong> rasgo específicoen el arte latinoamericano —y esto lo diré con todos los asomos <strong>de</strong> duda— se <strong>de</strong>fine por la(re)presentación <strong>de</strong> esta irrepresentabilidad.Si tal conjetura es atinada, no tanto en el sentido <strong>de</strong> la especificidad como <strong>de</strong>l doblecódigo, valiéndonos <strong>de</strong> ella podríamos pensar que esa eminencia que le atribuía a la noción<strong>de</strong> lo neobarroco tiene mucho que ver con su capacidad, al menos indicial, <strong>de</strong> dar cuenta <strong>de</strong> laoperación que anuda los dos códigos. El neobarroco precisa que la naturaleza —o la realidad—es efecto <strong>de</strong> fabulación. Mientras las otras categorías consuetudinarias se especifican en elplano <strong>de</strong> la representación, esta última formula su fábrica: vale <strong>de</strong>cir, el conjunto <strong>de</strong> operaciones<strong>de</strong> representación —es <strong>de</strong>cir, el juego <strong>de</strong> signos y su sobre<strong>de</strong>terminación retórica— <strong>de</strong>l queno diremos que produce meramente el efecto <strong>de</strong> real —vocación ancestral mimética— sinoque cifra en ese efecto —es <strong>de</strong>cir, en la representación siempre evanescente, llevada <strong>de</strong> su<strong>de</strong>riva— el aplazamiento <strong>de</strong> lo real como signo <strong>de</strong> su propia ausencia; no es simplemente<strong>de</strong>claración <strong>de</strong> sinsentido o <strong>de</strong> pérdida sino expectativa <strong>de</strong> sentido para siempre inminente.Las otras categorías, en cambio, precisan lo real como el referente <strong>de</strong> la representación yconfían en que esta cumpla su recuperación o su nombramiento: mantienen la diferencia<strong>de</strong> los dos ór<strong>de</strong>nes como cosa afianzada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el origen, sin presumir que el origen mismo escriatura bastarda <strong>de</strong> la diferencia ni que esta es trabajo <strong>de</strong> la representación, fulgor <strong>de</strong>l artificio.Pero creo que esta función indicial requiere todavía ser complementada. Semejantenecesidad pertenece quizá a lo más imperativo en la pon<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> los cursos <strong>de</strong>l arte enlos comienzos <strong>de</strong>l nuevo siglo. Mencioné las dificulta<strong>de</strong>s epistemológicas que encara lapretensión <strong>de</strong> acuñar nociones estéticas con títulos <strong>de</strong> exclusividad. La cuestión <strong>de</strong> las categoríasque puedan tener eficacia reveladora respecto <strong>de</strong> las características <strong>de</strong> la producciónartística latinoamericana —y <strong>de</strong>l arte sin más, <strong>de</strong>snudo <strong>de</strong> apellidos— se topa, a<strong>de</strong>más, conotro problema sustantivo: la diseminación <strong>de</strong>l arte en lo que quisiera llamar sus “usos”. <strong>No</strong>estará <strong>de</strong> más recordar que la <strong>de</strong>terminación estética <strong>de</strong>l arte se ha relativizado agudamentepor obra <strong>de</strong> esa transformación, <strong>de</strong> manera que lo estético —en su acepción inveterada—ha <strong>de</strong>venido una <strong>de</strong> las dimensiones <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> arte, y no necesariamente la que en cadacaso goza <strong>de</strong> mayor intencionalidad temática. La significación <strong>de</strong> la obra y <strong>de</strong> la praxisartística como discurso o intervención crítica en una realidad social o política dada, másallá <strong>de</strong> su empleo como herramienta propagandística o como instrumento <strong>de</strong> exploración yexperimentación <strong>de</strong> las formas <strong>de</strong> vida, y no sólo como impronta o rúbrica <strong>de</strong> personalidad,evi<strong>de</strong>ncia una multiplicidad <strong>de</strong> estratos <strong>de</strong> uso y sentido <strong>de</strong>l arte que no podrían bastarse[58] <strong>Ensayos</strong>. Historia y teoría <strong>de</strong>l arteDiciembre <strong>de</strong> 2009, <strong>No</strong>. 17
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