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Realidad y literatura en la Venezuela contemporánea<br />

escriben y reescriben una palabra detrás de la otra todos los días<br />

en la prensa, sin decir absolutamente nada y mucho menos con<br />

“estilo”. El estilo necesita, quiéralo o no Cadenas, de una cierta<br />

artificiosidad. Andrés Bello decía que los clásicos se diferencian<br />

de los románticos en que aquellos “van más de acuerdo con la<br />

naturaleza” y estos tienden más al artificio. La frase sería exacta,<br />

si Bello hubiese empleado, en vez de la inútil, desgastada y falsa<br />

oposición clasicismo-romanticismo, la oposición que modernamente<br />

ha propuesto Curtius: clasicismo-manierismo, que tiene<br />

la ventaja de no referirse a escuelas o períodos literarios, sino<br />

que son categorías estéticas, a diferencia del romanticismo, que<br />

no indica otra cosa que un período literario que va desde fines<br />

del siglo XVIII hasta mediados del XIX, al menos en Europa.<br />

Lo criticado por Cadenas, pues, podríamos identificarlo con el<br />

manierismo estético, que consiste en la acumulación metafórica,<br />

el uso frecuente de hipérbatos y demás figuras artificiosas de<br />

una manera dominante. Pero Cadenas llega a un extremo: todo<br />

lo que de alguna manera huela a manierismo está descalificado<br />

para él. Y no es posible admitir esto, por dos razones fundamentales:<br />

primero, porque dentro de los clásicos más “puros”<br />

(Homero, por ejemplo, o Dante, o Shakespeare, o san Juan de<br />

la Cruz, o Goethe) abundan rasgos típicamente manieristas. En<br />

Homero, la repetición oracular de ciertos epítetos como “la<br />

Aurora de rosados dedos” (rododaktilos Heos) 67 constituye un<br />

sesgo manierista. El clásico Esquilo desliza a cada rato metáforas<br />

manieristas como aquella de “la sonrisa innumerable de las aguas<br />

del mar” 68 . Dante habla de laco del cuor o “lago del corazón” y,<br />

al describir la cámara del Limbo, dice: E vidila mirabilmente<br />

oscura o “Y la vi maravillosamente oscura”. 69<br />

[ 69 ]<br />

67 Homero, Ilíada, Akal, Madrid: 1986. Epíteto que también se repite en la Odisea<br />

(N. del E.).<br />

68 Prometeo encadenado, Universidad Autónoma de México: 1965.<br />

69 Dante Alighieri, La divina comedia (Infierno, Canto XXI), op. cit.

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