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Realidad y literatura en la Venezuela contemporánea<br />
primero, el método de análisis y apreciación, que es una mezcla<br />
de su vieja formación académica con su sensibilidad de narrador,<br />
pues Orlando es también autor de obras de ficción, como su<br />
inolvidable Compañero de viaje (1970) que tuvo la fortuna de ser<br />
llevado al cine; y en segundo lugar, la justa posición que le da el<br />
autor a la narrativa venezolana en un momento en que las llamas<br />
del “boom latinoamericano” eran todavía, para decirlo con el título<br />
de González León, “las hogueras más altas”. Finalmente, Orlando<br />
es también autor de obras como Contrapunteo de la vida y de la<br />
muerte (1974), bellísimo análisis de la poesía, tan venezolana y<br />
tan musical (Antonio Estévez la utilizó en su Cantata Criolla)<br />
como la de Alberto Arvelo Torrealba, padre, por cierto, de un<br />
poeta filósofo que es también un buen ensayista: Alberto Arvelo<br />
Ramos, de quien no digo más nada porque no ha publicado su<br />
obra ensayística. Ese libro le valió en 1974 el Premio Nacional<br />
de Literatura. Orlando es también ensayista de prensa, pero a<br />
mi entender en este terreno no se mueve con la deseada soltura;<br />
recuerdo con cierto espanto una carta, publicada en El Nacional<br />
donde hacía pública su inscripción en el Partido Comunista de<br />
Venezuela. Después de lo cual, como buen bohemio que es, se<br />
fue a Nicaragua y se vistió de guerrillero sandinista: de lo que allá<br />
hizo, no sé nada. El ha dicho: “Pregúntenselo al comandante Ortega”.<br />
Maestro de maestros fue Ángel Rosenblat, a quien, pese<br />
a su proveniencia argentina, podemos con justicia llamar<br />
venezolano, pues aquí dejó sus mejores años y realizó su<br />
más importante labor. Nacido en Polonia, de origen judío, fue<br />
trasladado a Buenos Aires. Allí se formó en el sagrado y docto<br />
ambiente del Instituto de Filología, al amparo sabio de Amado<br />
Alonso. Ese Instituto dejó regados por América numerosos<br />
nombres ilustres, entre los cuales destaca el de Rosenblat. Allí<br />
adquirió una sólida formación filológica, que luego completaría<br />
en países europeos como España.<br />
Pero nos queríamos referir a un discípulo de Rosenblat que<br />
siguió el camino de la teoría literaria, sin menosprecio (más bien<br />
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