VIOLENCIA?
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63 | ¿Consumimos violencia?<br />
MARCO TEÓRICO 02<br />
Un fenómeno que merece especial atención a la hora de visibilizar y analizar<br />
las violencias machistas en el consumo convencional capitalista es el consumo<br />
de productos tóxicos que hacen que los cuerpos, en concreto los de<br />
las mujeres, enfermen. Así, muchos de los productos que consumimos diariamente<br />
(medicamentos, vegetales y frutas que contienen pesticidas, carnes y<br />
pescados que han estado expuestos a toxicidades, productos de limpieza, cremas<br />
y otros productos estéticos) contienen sustancias tóxicas con efectos muy<br />
negativos en el cuerpo de hombres y mujeres. En este sentido, el capitalismo<br />
de consumo prima la lógica de acumulación frente a la salud de los cuerpos<br />
reforzando la priorización del beneficio a costa de la vida. Ante esta realidad,<br />
las entidades involucradas en el proceso de reflexión basándose en estudios<br />
de profesionales feministas 39 han podido identificar la mayor vulnerabilidad<br />
social (ellas son las que están más directamente en contacto con productos de<br />
limpieza y de estética por ejemplo) y fisiológica (el cuerpo de las mujeres tiene<br />
un porcentaje mayor de grasa, que es donde estos tóxicos se alojan, produciendo<br />
en último término alteraciones hormonales, déficits metabólicos y enfermedades<br />
autoinmunes) de las mujeres. Al mismo tiempo, se denuncia que éstas<br />
suelen ser enfermedades feminizadas y como tal, invisibilizadas 40 . De hecho,<br />
en opinión de J. Fernández Solá la Sensibilidad Química Múltiple (SQM), tiene<br />
una incidencia ocho veces mayor en mujeres 41 que en hombres, ya que: “en<br />
general, es mucho más frecuente en las mujeres porque las hormonas femeninas,<br />
los estrógenos, potencian la sensibilización”( Fernández Solá, 2015)<br />
Por último es importantísimo destacar el papel de la publicidad como herramienta<br />
para el ejercicio de violencias machistas. Así, la relación entre<br />
las violencias machistas y la publicidad no es un ámbito nuevo de estudio y<br />
muchos autores y autoras, incluidas varias de las entidades involucradas en<br />
nuestro proceso, han señalado su gran importancia en la construcción cultural<br />
39. Recomendamos consultar el trabajo<br />
de Alicia Puleo y la endocrina Carme<br />
Valls-Llobet al respecto. También<br />
la pensadora y activista feminista<br />
Silvia López Gil tiene reflexiones sobre<br />
este tema.<br />
40. Hay una falta de investigación específica<br />
sobre los impactos de ciertos<br />
elementos químicos en la salud de las<br />
mujeres (por ejemplo los parabenes<br />
asociados al cáncer de mamá). La Sensibilidad<br />
Química Múltiple (SQM) es<br />
una enfermedad que afecta más a las<br />
mujeres, por ejemplo.<br />
41. “Entendiendo que, cuando hablamos<br />
de mujeres, nos referimos a lo que<br />
se ha denominado “biomujeres”, y que<br />
existen una gran diversidad de identidades<br />
de mujeres que se ven afectadas<br />
de forma diversa por este hecho de las<br />
sustancias agrotóxicas, entre ellas las<br />
mujeres Trans (que se enfrentan a muchos<br />
otros problemas en cuanto a la<br />
discriminación)”. En esta línea, señalar<br />
estas diferencias es un aspecto que<br />
aparece en algunos de los documentos<br />
y discursos para promover el consumo<br />
consciente como una dimensión que<br />
debemos valorar”(Conchi Piñerio y<br />
Javier F. Ramos Altekio, 2013)<br />
42. Fuente: Urretabizkaia Gil, Leticia<br />
(2013).“Experiencias prácticas ricas<br />
y diversas desde el consume. Introduciendo<br />
la Mirada Feminista” de<br />
en Marcha Mundial de las Mujeres<br />
(2013). Tejiendo alianzas para una<br />
vida sostenible. Consumo crítico, feminismo<br />
y soberanía alimentaria.<br />
“Si bien todas las personas somos personas consumidoras, a las mujeres se nos considera más<br />
consumistas, caprichosas e impulsivas, por lo que somos destinatarias de gran parte de las<br />
estrategias de publicidad, que a su vez retroalimentan esta creencia infundada. Así, en muchas<br />
ocasiones la publicidad se dirige a nosotras como mujeres de casa (responsables principales de<br />
la alimentación y los trabajos domésticos), o como objetos de deseo, que hemos de parecernos a<br />
aquellos productos alimenticios que compramos, bellos por fuera y repletos de tóxicos por dentro<br />
(a merced de los cosméticos y la cirugía plástica, principalmente). Así, la publicidad contribuye<br />
en gran medida a la alienación que tenemos con nuestra alimentación y con nuestros cuerpos,<br />
que presentan preocupantes similitudes”.<br />
Leticia Urretabizkaia Gil 42