106 A MERCED DE LA OSCURIDAD Por Mayra Jhoana Castillo Ureta
El reloj marcaba las 2:14 am, era una fría noche de invierno y mi cuerpo yacía sobre la cama con una respiración agitada y el miedo recorriendo mis venas. Intenté ponerme de pie por quinta vez, mas mis músculos parecían no obedecer a lo que les pedía, ¿Qué me estaba pasando? Recuerdo que una vez, hace mucho tiempo, leí en un sitio en internet sobre la parálisis de sueño, y, si la memoria no me falla, era cuando despertábamos en una fase del sueño en la que nuestro cerebro seguía adormecido, por lo que éramos conscientes de todo lo que sucedía, mas no podíamos realizar movimiento alguno. Era la primera vez que experimentaba algo así y para ser honesto, me encontraba sumamente aterrado, mis ojos buscaban ayuda en cada rincón de la habitación, y ahora, más que nunca, comencé a temerle a la oscuridad. Cerré los ojos ante el inquietante escenario en el que me hallaba, mi cuerpo estaba a merced de las entidades nocturnas, que, vaya alguien a saber si eran reales, pero el simple hecho de imaginármelas, ya me ponía la piel de gallina. De repente, sentí un sutil roce en mi pierna, era como si una mano estuviera acariciándome, me armé de valor y aún con miedo, decidí abrir los ojos y descubrir qué era, pero no había nadie más que yo en la habitación. Volví a fijarme en el reloj, las 2:29 am, mi mirada se quedó atrapada en su tic tac, como si un demonio dentro de él estuviera esperando pacientemente el momento preciso para atacar, clavé mis ojos en el techo, «¿Y si intento pedir ayuda?», me pregunté. «Pero, ¿A quién? ¿A Sara? ¿Después de todo lo que ha pasado?». Sara era mi esposa desde hacía más de dos años y durante ese tiempo habíamos aprendido a llevar la fiesta en paz, sé que muchas parejas alardean de ser felices y cada día vivir una nueva aventura junto al amor de su vida; pero, lamentablemente, yo no podía decir lo mismo de nosotros, nuestra relación tenía altibajos, bueno, para ser honesto, más bajos que altos, cada día descubríamos una nueva manera de iniciar una discusión y debo admitir que nuestro repertorio era envidiablemente amplio y variado, podíamos discutir por los platos sucios, la ropa no tendida, por la falta de aseo en la casa, por el desayuno, almuerzo y cena, por todo, nuestras discusiones eran el pan de cada día. Quizás era por eso que no había considerado llamarla hasta que me encontrara realmente asustado, pues tras haber discutido, ella había decidido mudarse temporalmente al sótano y no volver a dirigirme la palabra al menos que le ofreciera una humillante disculpa, y por el momento, prefería ser descuartizado por el demonio que vivía dentro del reloj antes que acercarme a ella y aceptar mi derrota. «Solo serán unos minutos, cuando menos me lo espere, seré libre y podré volver a recuperar mi sueño», me dije en un intento de tranquilizarme. <strong>La</strong>s manecillas del reloj seguían moviéndose perezosamente, esto era una tortura. Algo que en una situación común y corriente habría pasado desapercibido, ahora había llamado mi atención, era la silla en la que solía amontonar mi ropa por no darme el afán de doblarla y guardarla en los cajones, Sara siempre me lo decía, «<strong>La</strong>s sillas son para sentarse, no para que acomodes tu basura ahí», a lo que yo le contesta- 107
- Page 2 and 3:
· NOIR · CIENCIA FICCIÓN · TERR
- Page 4 and 5:
16 32 68 ANTES DE MORIR, LEE MÁSCA
- Page 6 and 7:
6 LA BOLA DISCO REANIMADORA DE CAD
- Page 8 and 9:
8 EL BÚNKER Por Alberto Arecchi
- Page 10 and 11:
sus intentos de descifrar las ranur
- Page 12 and 13:
12 LA CALLE X Por Matias Gerber And
- Page 14 and 15:
¿Qué había ocurrido? ¿Cómo? La
- Page 16 and 17:
ANTES DE MORIR, LEE Por Esmeralda L
- Page 18 and 19:
un modelo a seguir. Porque la palab
- Page 20 and 21:
20 LOCURA Por Juss Kadar
- Page 22 and 23:
—¿Crees de verdad que es él?
- Page 24 and 25:
24 EDÉN Por Juan Pablo Goñi
- Page 26 and 27:
chino, imitado luego por el japoné
- Page 28 and 29:
28 EL HUMANO DE SÁLEM Por Lorenzo
- Page 30 and 31:
La oficial parecía no haber termin
- Page 32 and 33:
MÁSCARAS Y SILENCIO Por Oliver Sal
- Page 34 and 35:
conocimiento es infinito, duele, pu
- Page 36 and 37:
TRESCIENTOS KILÓMETROS, TRESCIENTO
- Page 38 and 39:
—Soy Don Pedro Mármol, aunque pa
- Page 40 and 41:
40 PUERTAS Por Roberto Omar Román
- Page 42 and 43:
de la casa se abrían. Oí risotada
- Page 44 and 45:
44 REGULUS Por Shaula María Bolañ
- Page 46 and 47:
A del sector de Ferries, solicito a
- Page 48 and 49:
48 CRÓNICAS ANTROPOLÓGICAS PRESEN
- Page 50 and 51:
En estos tiempos, la gente normalme
- Page 52 and 53:
52
- Page 54 and 55:
54 LA CITA Por Kalton Harold Bruhl
- Page 56 and 57: Gustavo miró su reloj. De pronto s
- Page 58 and 59: 58 IDIOTEZ COLECTIVA Por Cosme
- Page 60 and 61: cibir (era la palabra más adecuada
- Page 62 and 63: 62 USTED DIRÁ, SEÑORA Por Armando
- Page 64 and 65: —No, me refiero a si te pegó o t
- Page 66 and 67: CÓMO INTERPRETAR LA SILENCIOSA AGO
- Page 68 and 69: ponda a esa pregunta, lo cual es re
- Page 70 and 71: 70 EL OBELISCO Por Hugo Casarrubias
- Page 72 and 73: en la punta del obelisco. El hombre
- Page 74 and 75: 74 NO HAY SACRIFICIO SIN SANGRE Por
- Page 76 and 77: —No llores por él, querido, recu
- Page 78 and 79: 78 SIEMPRE LLEGO TARDE A TODOS LADO
- Page 80 and 81: los equipos de la terraza del edifi
- Page 82 and 83: SED DE CONOCIMIENTO ETERNO Por Sama
- Page 84 and 85: sagas como «Los juegos del hambre
- Page 86 and 87: 86 PERPETUAR Por Martha Barrientos
- Page 88 and 89: al cumplimiento de la misión que l
- Page 90 and 91: 90 ¡NO HAY CON QUÉ! Por Carlos An
- Page 92 and 93: es y mujeres de los asentamientos m
- Page 94 and 95: 94 EL NEGRO Por Héctor Daniel Oliv
- Page 96 and 97: me escoltaba? Que esto no era un ho
- Page 98 and 99: LOS ÁRBOLES VIVIENTES Por Gabriela
- Page 100 and 101: greso han sido arrancados y sus ra
- Page 102 and 103: 102 CIRCO INFIERNO Por Agustín Rod
- Page 104 and 105: ma a tabaco de pipa y un humo en su
- Page 108 and 109: a de muy mala gana que si nadie se
- Page 110 and 111: LAS FORMAS QUE DA EL LECTOR AL POEM
- Page 112 and 113: mundo completo que arroja con su er
- Page 114 and 115: 114 ¿DÓNDE TE AGARRÓ EL TEMBLOR?
- Page 116 and 117: cerlo, pero bueno, a algunos de ell
- Page 118 and 119: 118
- Page 120 and 121: 120
- Page 122 and 123: El guía dirigió al pasante hasta
- Page 124 and 125: Poco a poco el filo del cuchillo at
- Page 126 and 127: Transformado en una intimidante ave
- Page 128 and 129: Se santigua antes de entrar al conf
- Page 130 and 131: Escritorio por medio, el doctor exp
- Page 132 and 133: 132 CO LOS A QUE COM ESTE N
- Page 134 and 135: Héctor Daniel Olivera Campos (Barc
- Page 136 and 137: Lorenzo José Asensio Jambrina Nac
- Page 138 and 139: Alberto Arecchi Arquitecto italiano
- Page 140 and 141: CUARTA CONVOCATORIA DE MICROCUENTO,
- Page 142: TENIENTE GENERAL VALERI ASÁPOV FAL