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La sirena varada: Año 1, Número 3

El tercer número de La sirena varada: Revista literaria bimestral

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un atraco en plena calle a las tres de la<br />

inconsciencia; en mi defensa, diré tan<br />

solo, que esto que escribo, conlleva una<br />

apertura, un interminable dejarse penetrar<br />

por todo lo fantástico del mundo<br />

interior, ese que nos arrastra y nos sorprende,<br />

ese que como un desconocido<br />

sale por sorpresa de su caparazón, extiende<br />

las alas y nos provoca. <strong>La</strong> poesía<br />

ha de ser por si misma: la provocación<br />

constante de un cosquilleo continuo,<br />

cada palabra ha de suponer, si estamos<br />

preparados, un salto al inconsciente<br />

mortal, sin más colchón que la ignorancia,<br />

tiene que ayudarnos a olvidar con<br />

la lectura del poema, este mundo que<br />

nos acoge y nos asusta, conseguir que<br />

abandonemos un instante, este mundo<br />

en que vivimos tantos y tantos desconocidos<br />

sin retorno, este mundo que si<br />

nos lo proponemos, somos capaces de<br />

cambiar con cada recuerdo o cada gota<br />

de futuro que nos refresca.<br />

Como poeta, no sólo creo que todos<br />

los poetas anteriores, son la causa de<br />

nuestro silencio, sino que también,<br />

los poetas actuales hemos de asumir<br />

nuestras culpas y así considerarnos<br />

hoy, como el único motivo, por el cual<br />

se divorcia el lector de nosotros: por<br />

cansinos, por no saber cosquillear el<br />

alma y el espíritu de las cosas, ni ofrecer<br />

al lector su mundo poético, por lo<br />

patéticamente aburridos que somos,<br />

porque al lector le da la gana, por los<br />

cien mil motivos del diablo que nos inclina<br />

y nos inclina hasta rozar la tierra.<br />

- Sólo de la tierra bien abonada pueden<br />

nacer las mejores figuras.-<br />

Nosotros que como poetas distorsionados<br />

falsamente de las cosas, ignorantes,<br />

creemos saber cuál es el secreto<br />

de su existencia. Nosotros que no<br />

hemos podido crear un mundo mejor,<br />

ni hemos sabido decir de cual venimos<br />

tan arrogantes, hemos sido incapaces<br />

de llamar su atención, y en lugar de<br />

adaptarnos y buscar otra nueva apertura,<br />

hemos seguido en el tiempo cultivando<br />

nuestro hermetismo, hemos<br />

seguido encerrados solos en nuestra<br />

propia casa, en esa casa o en ese árbol,<br />

lleno de hojas de polvo de ideas, de<br />

miradas, de engaños, de onomásticas<br />

inquietas y recalcitrantes, vacías de<br />

toda esa sabiduría del pueblo, hemos<br />

continuado nuestra aburrida diversión,<br />

mirándonos, desde la campana al ombligo,<br />

como única meta insatisfecha.<br />

El lector es el que no entiende, nos<br />

decimos, el lector es el que no sabe<br />

cuánto pánico sensible contiene un<br />

poema, el que no comprende cómo<br />

puede el verso llegar al alma y santificar<br />

así todas las cosas. <strong>La</strong> santificación<br />

ahora, es chatear en la distancia de tú a<br />

tú con el Dios que llevamos todos dentro,<br />

es leer un poema y no tener que<br />

pensar. Duele tanto pensar, me repito.<br />

Cuando se forma parte de las cosas, no<br />

es preciso pensarlas para tenerlas, se<br />

es la misma cosa.<br />

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