La sirena varada: Año 1, Número 3
El tercer número de La sirena varada: Revista literaria bimestral
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tilla serían nuestros enemigos de ahora.<br />
Nos verían como a unas asquerosas<br />
ratas condenadas a la putrefacción, al<br />
exterminio total. Seriamos los últimos<br />
fantasmas que apareceríamos por ahí.<br />
Ante esta situación decidimos que lo<br />
mejor era irnos a vivir a las montañas,<br />
a esperar allí entre los árboles, los riachuelos<br />
y los frescos pastos la muerte<br />
de manera natural como lo establece la<br />
evolución. Quizá estando en ese apacible<br />
lugar, lejos de los tacos aéreos y de<br />
las comidas simuladas nos olvidaríamos<br />
de la confusión generada, y seriamos<br />
más felices durante los diciembres,<br />
cosas que los desalmados no podrían<br />
darse ese gusto. Ya que nosotros podríamos<br />
comer lechona y beber vino<br />
de las botellas hasta embriagarnos, sin<br />
la preocupación de tomar una amarga<br />
pastilla que acaba con los sentimientos.<br />
Recuerdo que ese mismo día los<br />
expendedores del producto de la eternidad,<br />
empezaron a pasar por cada<br />
domicilio ofreciendo su mercancía. En<br />
el momento que el hombre metálico se<br />
acercó a la puerta para preguntar si las<br />
compraríamos, yo me adelanté gritándole<br />
desde en el retrete espacial ¡No<br />
hay con que!<br />
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