30.11.2017 Views

La sirena varada: Año 1, Número 3

El tercer número de La sirena varada: Revista literaria bimestral

El tercer número de La sirena varada: Revista literaria bimestral

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

El sol quemaba, alto en el cielo. <strong>La</strong><br />

luz era deslumbrante. El aire, flotando<br />

sobre la arena caliente, creaba<br />

espejismos de mares inexistentes.<br />

En la base de una duna, el pie del<br />

dromedario tropezó en un agujero. El<br />

beduino fue echado de la silla y se rompió<br />

en una andanada de maldiciones.<br />

El dromedario tenía la pata encerrada<br />

en una ranura, debajo de la cual había<br />

una especie de abismo. El hombre<br />

amplió con cautela el agarre que encerraba<br />

la pata del animal. <strong>La</strong> arena fluía<br />

rápida en el embudo y se perdía en la<br />

profundidad. Después de una hora de<br />

trabajo, la pierna fue liberada: despojada<br />

y dolorida, pero el hueso se había<br />

resistido. El beduino orinó sobre la herida<br />

para desinfectarla y apretó la pata<br />

en un vendaje. Hizo yacer con cuidado<br />

su precioso dromedario. A continuación,<br />

regresó a la escena del accidente,<br />

para mirar en el abismo que se había<br />

abierto: un socavón oscuro que suscitaba<br />

el miedo. <strong>La</strong> arena había descubierto<br />

una superficie que parecía rocosa,<br />

pero revelando origen artificial: era<br />

lo que llamamos hormigón armado, el<br />

techo de un búnker subterráneo.<br />

Ahmed ató una cuerda a los lados<br />

de la abertura, ató a su cinturón el otro<br />

extremo de la cuerda y se metió en la<br />

habitación subterránea. Estaba en una<br />

pieza rectangular. Vio a unas puertas,<br />

en diferentes paredes. Se figuraba un<br />

sótano poblado por serpientes, escorpiones,<br />

escarabajos y murciélagos.<br />

Extrañamente, sin embargo, no había<br />

ninguna forma de vida animal, ni moho,<br />

ni líquenes. El joven beduino sentía<br />

una sensación de aprensión, moviéndose<br />

en ese sótano desnudo y muerto.<br />

Exploró los túneles que se ramificaban<br />

a partir de la primera sala y finalmente,<br />

en la última habitación al final del<br />

último túnel, descubrió unos contenedores<br />

de color grisáceo. En un rincón<br />

de la sala, había una pequeña pila de<br />

objetos circulares, con un orificio central,<br />

parecían discos, como los que las<br />

mujeres ensartaban con un cordón<br />

para hacer joyas. Sólo que esos objetos<br />

eran muy finos y parecían decorados<br />

con muchos surcos concéntricos.<br />

¿Secretos militares? ¿Restos de antiguas<br />

civilizaciones? ¿Huellas de seres<br />

extraterrestres? El joven beduino había<br />

visto muchas cosas misteriosas, sabía<br />

que el clima y la sequedad del desierto<br />

pueden preservar huellas e indicios<br />

antiguos. Recogió un puñado de esos<br />

discos y luego comenzó a salir al aire<br />

libre. <strong>La</strong> luz del día se desvanecía, el<br />

dromedario se encontraba descansando<br />

tranquilamente en la cuna de arena.<br />

Ahmed no podía saber que el gran<br />

desierto, en el que viajaba con su dromedario,<br />

fuera una región fértil, atravesada<br />

por los ríos, con campos fértiles y<br />

bosques. Justo en el lugar en el que se<br />

había metido en el sótano misterioso,<br />

se situaban las oficinas técnicas y los<br />

archivos de una ciudad.<br />

<strong>La</strong> noticia del descubrimiento se difundió<br />

rápidamente y Ahmed se convirtió en<br />

el guía más popular del desierto. Los estudiosos<br />

y curiosos llegaban en busca de<br />

él para ser guiados hasta las «cuevas de<br />

los discos», como fueron bautizadas las<br />

piezas enterradas por la duna.<br />

Los discos translúcidos se colocaron<br />

debajo de la ventana de un pequeño<br />

museo local, clasificados como «objetos<br />

de un material desconocido, probablemente<br />

relacionados con los cultos de<br />

una civilización perdida». En las décadas<br />

que siguieron, varios arqueólogos y<br />

lingüistas «de frontera» se desafiaron en<br />

9

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!