V 32 N 68 Final

COMPETITIVIDAD EN MICROEMPRESAS A TRAVÉS DE HABILIDADES DIRECTIVAS. ESTUDIO DE CASO EN UNA MICROEMPRESA DE JOSÉ MARÍA MORELOS, QUINTANA ROO
El estudio de las habilidades directivas es importante porque
analiza la forma en que los empresarios logran consolidar e
implementar dichas habilidades en su negocio. Por lo tanto,
es necesario indagar el contexto en que se mueven, pues, así
como tienen ventajas, también tienen fuertes barreras que les
impiden desarrollarse en su entorno, sobre todo en las
microempresas que, como ya se comentó, su propia
naturaleza las hace muy vulnerables.
En este estudio se presenta el protocolo de investigación para
estudiar las habilidades directivas en un empresario, contiene
antecedentes de investigaciones relativas a la temática de
estudio, en el marco teórico se abordan los temas de: las
habilidades directivas junto con el tema de competitividad y
ventaja competitiva. Asimismo, el material y métodos a
utilizar, que para este caso el objeto de estudio será el
microempresario. Y, por último, se presentan las
conclusiones, las cuales resaltan el papel fundamental que
juegan las habilidades directivas en los empresarios que están
orientadas a la forma de obtener de ventaja competitiva para
la empresa y que a la vez la posicione en el mercado como
una empresa competitiva.
Antecedentes
A finales de la década de los 80s, las microempresas
empezaron a tener ventajas en comparación con las pequeñas
y medianas, las dos últimas han sido uno de los sectores más
perjudicados debido a los cambios en la política económica
y las consecuencias emanadas de ésta; principalmente en la
iniciación del comercio, las crisis financieras y la eliminación
de las ventajas fiscales y financieras a la inversión, el empleo
y el desarrollo regional. Estas empresas crecieron en
términos absolutos, pero disminuyeron porcentualmente
entre 1988 y 1998. Para el caso de las microempresas la
situación fue diferente, pues en ese mismo periodo crecieron
en cuestión de empleo (Fernández, Rendón y Hernández,
2010).
En cuanto a la estratificación de las empresas a nivel
mundial, Saldivar (2012), menciona que no existe una
clasificación específica para todas las micro, pequeñas y
medianas empresas, cada país tiene su propio criterio para
clasificarlas, pero sí tienen tres características que
comparten. La primera es de propiedad, esto es, que solo le
corresponde a un grupo pequeño de inversionistas o una sola
persona; la segunda es independencia, se le llama
independiente por no constituir parte de un complicado
sistema administrativo y la persona encargada tiene el control
sobre el negocio pero su independencia es delimitada por las
instituciones financieras y por último, el estilo de
administración, es administrada de manera personificada ya
que los dueños conocen bien a los trabajadores y participan
en aspectos de la gerencia.
En México, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI, 2014), existen
aproximadamente 5 654 012 unidades empresariales, de las
cuales 94.3 por ciento son microempresas, el 4.7 por ciento
son pequeños, el 0.9 por ciento son medianas y el 0.2 por
ciento son grandes. Cabe mencionar que en Quintana Roo,
las microempresas representan el 90.8% equivalente a 23,
848 unidades económicas, esto quiere decir que son un
componente que promueve la economía de las familias
quintanarroenses. Por otro lado, es importante mencionar que
son pocos los trabajos que abordan el tema de las
microempresas en este estado como el de Esparza, Monroy y
Granados (2012), quienes estudian el tema de la
supervivencia de este tipo de empresas en la región.
En relación con la creación de microempresas, éstas surgen
de acuerdo con diferentes factores, pero principalmente al
que mencionan Fernández et al. (2010), quienes comentan
que: “existen personas que desean ser dueñas de su propia
empresa por diversas causas: mayor independencia,
posibilidades de mayores ingresos, dirección y control de una
organización, entre otros factores. Con ello, estas personas
emprendedoras pueden tomar decisiones y lograr una mejor
situación laboral y económica” (p.4).
En este sentido, la relación del empresario con la empresa es
vital, ya que quien desea ser dueño de la empresa, es quien
se encarga de dirigir su rumbo.
La forma en que este tipo de empresa constituye su estructura
de gestión es interesante por su manera de organizar, de
acuerdo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 1997),
la microempresa funciona como una unidad de producción
de subsistencia, donde un amplio porcentaje se encuentra
fuera del marco regulatorio, el propietario realiza el grueso
de las actividades y sus empleados son miembros de la
familia en algunas ocasiones; sin poder separar sus objetivos
e intereses familiares de los de la empresa. Así pues, las
microempresas se entienden como un ente unipersonal cuya
función objetivo no es la maximización de las ganancias sino
ser un sustituto y/o complemento de los ingresos.
Los recursos humanos de las microempresas en la mayoría
de los casos y en particular para esta investigación se refieren
a quien dirige, administra y controla la empresa, es decir, al
empresario, dada la naturaleza de la empresa, los cargos son
escasos, siendo el dueño quien realiza la mayor parte de las
actividades. Entonces, como se mencionó anteriormente, el
microempresario ejerce un papel transcendental en la
empresa, pues a partir de las habilidades directivas que aplica
en su empresa, ejerce el control de esta y de su adecuada toma
de decisiones, depende la permanencia de la misma.
Para esta investigación, se revisaron estudios sobre las
habilidades directivas, de los siguientes autores: Madrigal
(2009), Whetten y Cameron (2005), Robbins (2013),
Rabouin (2008), Losada y Sinjaber (2015), Castro, Custodio,
Eliseo (2017), Schein (1978), Bonifaz (2012), Aburto y
Bonales (2011) y Puchol (2006). Estos autores se enfocan en
la forma en que las personas junto con la implementación de
sus habilidades directivas logran obtener ventajas
competitivas. En este estudio, el micropropietario será el
64 REVISTA DEL CENTRO DE GRADUADOS E INVESTIGACIÓN. INSTITUTO TECNOLÓGICO MÉRIDA Vol. 32 NÚM. 68