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EL-COSMOS-DE-BORGES

García Márquez habría hecho un comentario sobre la obra de Borges: Era “uno de los autores que más leía y que menos le gustaba”; añadía que, “a pesar de haber enseñado a generaciones el arte de pulir la palabra” lo consideraba vacío y escritor de evasiones. La afirmación convocó mi curiosidad. Acudí a las “Obras Completas” para revisarlas sobre la base del repaso que había efectuado, una vez más, de la Historia de la Filosofía, sólo así tendría una prueba que me permitiría establecer si Borges, uno de mis escritores favoritos, escribía para los agujeros negros. Para llevar a cabo esta verificación probé su consistencia usando como indicador los principios del Materialismo Dialéctico. Era una época ávida de revisiones, en la que aún me consideraba el depositario del destino del proletariado y con él, de la humanidad Cuando evoco la decisión de someter a Borges a una prueba de consistencia a través de la Dialéctica, me sorprende su fuerza intuitiva. Allí identifiqué al gran picapedrero de la filosofía y escribí estos ensayos en una primera edición, la que no fue muy conocida; espero que ahora sea leída con la emoción con que ha sido escrita.

García Márquez habría hecho un comentario sobre la obra de Borges: Era “uno de los autores que más leía y que menos le gustaba”; añadía que, “a pesar de haber enseñado a generaciones el arte de pulir la palabra” lo consideraba vacío y escritor de evasiones. La afirmación convocó mi curiosidad. Acudí a las “Obras Completas” para revisarlas sobre la base del repaso que había efectuado, una vez más, de la Historia de la Filosofía, sólo así tendría una prueba que me permitiría establecer si Borges, uno de mis escritores favoritos, escribía para los agujeros negros. Para llevar a cabo esta verificación probé su consistencia usando como indicador los principios del Materialismo Dialéctico. Era una época ávida de revisiones, en la que aún me consideraba el depositario del destino del proletariado y con él, de la humanidad
Cuando evoco la decisión de someter a Borges a una prueba de consistencia a través de la Dialéctica, me sorprende su fuerza intuitiva. Allí identifiqué al gran picapedrero de la filosofía y escribí estos ensayos en una primera edición, la que no fue muy conocida; espero que ahora sea leída con la emoción con que ha sido escrita.

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La opinión que de la mujer tiene Schopenhauer se parangona con la<br />

del más recalcitrante de los curas<br />

Sólo un demente puede llamar sexo bello a este ser corto de talla,<br />

de espaldas estrechas, de anchas caderas y de piernas cortas<br />

Toda belleza mujeril es sexual<br />

No tiene la menor sensibilidad ni capacidad para la música ni para<br />

las otras bellas artes<br />

No ha proporcionado al mundo, en ningún orden, trabajo alguno de<br />

valor duradero<br />

La veneración por las mujeres es un producto del cristianismo y del<br />

sentimentalismo alemán<br />

Cuando las leyes concedieron a las mujeres iguales derechos que a<br />

los hombres, debieron haberles procurado inteligencia masculina<br />

Su ocupación principal fuera de casa, consiste en visitar tiendas<br />

Soy de opinión que no ha de permitirse nunca que manejen sus propios<br />

intereses y que han de permanecer siempre bajo la efectiva intervención<br />

de los hombres, sean padres, maridos, hijos o Estado<br />

Me gustaría terminar este apretado intento de comparación entre la<br />

filosofía de Schopenhauer y la literatura de Borges, con el epílogo<br />

escrito cuando tenía al proletariado como razón de mi existencia<br />

Lo hago, con el objeto de que ambos, usted y yo recordemos cuántas<br />

ocasiones de cambio nos impone la acción de vivir; helo aquí:<br />

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