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EL-COSMOS-DE-BORGES

García Márquez habría hecho un comentario sobre la obra de Borges: Era “uno de los autores que más leía y que menos le gustaba”; añadía que, “a pesar de haber enseñado a generaciones el arte de pulir la palabra” lo consideraba vacío y escritor de evasiones. La afirmación convocó mi curiosidad. Acudí a las “Obras Completas” para revisarlas sobre la base del repaso que había efectuado, una vez más, de la Historia de la Filosofía, sólo así tendría una prueba que me permitiría establecer si Borges, uno de mis escritores favoritos, escribía para los agujeros negros. Para llevar a cabo esta verificación probé su consistencia usando como indicador los principios del Materialismo Dialéctico. Era una época ávida de revisiones, en la que aún me consideraba el depositario del destino del proletariado y con él, de la humanidad Cuando evoco la decisión de someter a Borges a una prueba de consistencia a través de la Dialéctica, me sorprende su fuerza intuitiva. Allí identifiqué al gran picapedrero de la filosofía y escribí estos ensayos en una primera edición, la que no fue muy conocida; espero que ahora sea leída con la emoción con que ha sido escrita.

García Márquez habría hecho un comentario sobre la obra de Borges: Era “uno de los autores que más leía y que menos le gustaba”; añadía que, “a pesar de haber enseñado a generaciones el arte de pulir la palabra” lo consideraba vacío y escritor de evasiones. La afirmación convocó mi curiosidad. Acudí a las “Obras Completas” para revisarlas sobre la base del repaso que había efectuado, una vez más, de la Historia de la Filosofía, sólo así tendría una prueba que me permitiría establecer si Borges, uno de mis escritores favoritos, escribía para los agujeros negros. Para llevar a cabo esta verificación probé su consistencia usando como indicador los principios del Materialismo Dialéctico. Era una época ávida de revisiones, en la que aún me consideraba el depositario del destino del proletariado y con él, de la humanidad
Cuando evoco la decisión de someter a Borges a una prueba de consistencia a través de la Dialéctica, me sorprende su fuerza intuitiva. Allí identifiqué al gran picapedrero de la filosofía y escribí estos ensayos en una primera edición, la que no fue muy conocida; espero que ahora sea leída con la emoción con que ha sido escrita.

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La Voluntad no descubriría el deseo hasta los 36 años, periodo en el<br />

que vivimos de los intereses que nos brinda nuestra vida<br />

A partir de entonces, vivimos gastándonos el capital<br />

Ppero la vejez sería mejor, porque el hombre se encuentra libre de<br />

su pasión animal<br />

Por lo visto, Schopenhauer vivió sentado en una corona de espinas y<br />

con los zapatos, dos números más chicos, puestos al revés<br />

¿Qué hay al final? La muerte; precisamente, cuando la experiencia<br />

empezaba a convertirse en sabiduría<br />

Dice Schopenhauer que el hombre no puede aceptar la muerte; que<br />

por eso inventa filosofías y teologías<br />

Que la persistencia de la fe en la inmortalidad es una prueba del terrible<br />

miedo a la muerte<br />

Que mientras la teología es un refugio contra la muerte, la locura es<br />

un refugio contra el dolor<br />

(Aquí encuentro a Schopenhauer hombre; Hombre de verdad, no<br />

por producto de mi representación, sino por la de su valía mostrada<br />

ahora con tanta humanidad)<br />

También es un freudiano tempranero<br />

Hay cosas dice, que contrarían fuertemente a la Voluntad, cosas que<br />

no pueden ser analizadas por el intelecto<br />

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