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EL-COSMOS-DE-BORGES

García Márquez habría hecho un comentario sobre la obra de Borges: Era “uno de los autores que más leía y que menos le gustaba”; añadía que, “a pesar de haber enseñado a generaciones el arte de pulir la palabra” lo consideraba vacío y escritor de evasiones. La afirmación convocó mi curiosidad. Acudí a las “Obras Completas” para revisarlas sobre la base del repaso que había efectuado, una vez más, de la Historia de la Filosofía, sólo así tendría una prueba que me permitiría establecer si Borges, uno de mis escritores favoritos, escribía para los agujeros negros. Para llevar a cabo esta verificación probé su consistencia usando como indicador los principios del Materialismo Dialéctico. Era una época ávida de revisiones, en la que aún me consideraba el depositario del destino del proletariado y con él, de la humanidad Cuando evoco la decisión de someter a Borges a una prueba de consistencia a través de la Dialéctica, me sorprende su fuerza intuitiva. Allí identifiqué al gran picapedrero de la filosofía y escribí estos ensayos en una primera edición, la que no fue muy conocida; espero que ahora sea leída con la emoción con que ha sido escrita.

García Márquez habría hecho un comentario sobre la obra de Borges: Era “uno de los autores que más leía y que menos le gustaba”; añadía que, “a pesar de haber enseñado a generaciones el arte de pulir la palabra” lo consideraba vacío y escritor de evasiones. La afirmación convocó mi curiosidad. Acudí a las “Obras Completas” para revisarlas sobre la base del repaso que había efectuado, una vez más, de la Historia de la Filosofía, sólo así tendría una prueba que me permitiría establecer si Borges, uno de mis escritores favoritos, escribía para los agujeros negros. Para llevar a cabo esta verificación probé su consistencia usando como indicador los principios del Materialismo Dialéctico. Era una época ávida de revisiones, en la que aún me consideraba el depositario del destino del proletariado y con él, de la humanidad
Cuando evoco la decisión de someter a Borges a una prueba de consistencia a través de la Dialéctica, me sorprende su fuerza intuitiva. Allí identifiqué al gran picapedrero de la filosofía y escribí estos ensayos en una primera edición, la que no fue muy conocida; espero que ahora sea leída con la emoción con que ha sido escrita.

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Leibniz considera que la Voluntad es un acto que se origina en el<br />

pensamiento con un fin bueno<br />

No admite que los errores dependan más de la Voluntad que del Intelecto;<br />

lo cierto o lo falso no dependerían de la Voluntad<br />

A no ser que interpongamos en su conocimiento algún deseo<br />

*<br />

Los empíricos ingleses dirían que no hay apetito racional y que el<br />

acto voluntario es el comienzo de la acción<br />

Si la acción proviene del intelecto, no por eso la Voluntad se intelectualiza;<br />

en todo caso, no habría primeramente un intelecto<br />

Por lo menos, no para determinar el acto voluntario<br />

Lo que se llama “acción” incluiría el acto voluntario y no tendría sentido<br />

pensar en un acto de voluntad pura sin la acción respectiva<br />

(Apoyo esta percepción: la voluntad en potencia no es voluntad, es<br />

simplemente el deseo antelado de hacer algo, sin hacerlo todavía)<br />

Para Kant, el aspecto moral sería el más importante en la determinación<br />

de la Voluntad<br />

En este sentido, la Buena Voluntad sería aquélla Voluntad autónoma<br />

ajena a prescripciones fuera de ella misma<br />

La Buena Voluntad tendría un carácter absoluto, con independencia<br />

de los resultado de la acción<br />

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