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EL-COSMOS-DE-BORGES

García Márquez habría hecho un comentario sobre la obra de Borges: Era “uno de los autores que más leía y que menos le gustaba”; añadía que, “a pesar de haber enseñado a generaciones el arte de pulir la palabra” lo consideraba vacío y escritor de evasiones. La afirmación convocó mi curiosidad. Acudí a las “Obras Completas” para revisarlas sobre la base del repaso que había efectuado, una vez más, de la Historia de la Filosofía, sólo así tendría una prueba que me permitiría establecer si Borges, uno de mis escritores favoritos, escribía para los agujeros negros. Para llevar a cabo esta verificación probé su consistencia usando como indicador los principios del Materialismo Dialéctico. Era una época ávida de revisiones, en la que aún me consideraba el depositario del destino del proletariado y con él, de la humanidad Cuando evoco la decisión de someter a Borges a una prueba de consistencia a través de la Dialéctica, me sorprende su fuerza intuitiva. Allí identifiqué al gran picapedrero de la filosofía y escribí estos ensayos en una primera edición, la que no fue muy conocida; espero que ahora sea leída con la emoción con que ha sido escrita.

García Márquez habría hecho un comentario sobre la obra de Borges: Era “uno de los autores que más leía y que menos le gustaba”; añadía que, “a pesar de haber enseñado a generaciones el arte de pulir la palabra” lo consideraba vacío y escritor de evasiones. La afirmación convocó mi curiosidad. Acudí a las “Obras Completas” para revisarlas sobre la base del repaso que había efectuado, una vez más, de la Historia de la Filosofía, sólo así tendría una prueba que me permitiría establecer si Borges, uno de mis escritores favoritos, escribía para los agujeros negros. Para llevar a cabo esta verificación probé su consistencia usando como indicador los principios del Materialismo Dialéctico. Era una época ávida de revisiones, en la que aún me consideraba el depositario del destino del proletariado y con él, de la humanidad
Cuando evoco la decisión de someter a Borges a una prueba de consistencia a través de la Dialéctica, me sorprende su fuerza intuitiva. Allí identifiqué al gran picapedrero de la filosofía y escribí estos ensayos en una primera edición, la que no fue muy conocida; espero que ahora sea leída con la emoción con que ha sido escrita.

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En “La Otra Muerte”, cuenta la historia de Damián<br />

Damián había sido cobarde en 1904 y tuvo la oportunidad de morir<br />

valiente en 1946: los griegos sabían que somos la sombra de un<br />

sueño<br />

Shopenahauer marca una diferencia entre el sueño largo (la vida)<br />

del sueño corto (la acción individual de dormir y soñar)<br />

Dice que el intelecto se fatiga, pero que los músculos que no se hallan<br />

en comunicación con el cerebro nunca se fatigan<br />

Por eso el intelecto se alimenta del sueño; de este modo:<br />

La vida es una lucha contra el sueño... Es una porción de muerte que<br />

se nos presta para conservar y renovar la parte de la vida que ha sido<br />

agotada durante el día... Es nuestro eterno enemigo<br />

Este proceso podría alegorizarse más o menos del siguiente modo:<br />

La muerte puede dividirse en pedacitos nocturnos para cada uno de<br />

los miles de millones de humanos que duermen<br />

Desde la fosa o desde la locura, puede traer las fuerzas vitales que<br />

dan vida a la vida y, precisamente a eso, es nuestro peor enemigo<br />

Algo que podría servir de contraparte a la invención draculeana:<br />

La muerte del conde no culmina porque se nutre de vida en la sangre<br />

que chupa a sus víctimas<br />

En cambio, Schopenhauer nos habla de la vida que recibe suero vital<br />

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