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Excodra XLIII: El miedo

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tensión muscular del miedo, digamos, a las arañas o a las serpientes o a

ciertas aves, me decía, no fuera otra cosa que la reacción corporal al peligro

que creemos que representan, la puesta en marcha de un cuerpo

que se defiende, como la fiebre, que mata ofensas invisibles poniéndonos

a arder;

recordé a ¿Arreola?, ¿Lugones?, que decía que las tarántulas son las

garras de los monos, que nos persiguen desde el pasado evolutivo

una selva en la memoria

o algo así me estoy inventando

como si hiciera falta inventarse el miedo

ese antiguo miedo arácnido, desaparecido ya

en buena medida las ideas del médico apuntaban a que el miedo es

el eje civilizatorio por excelencia, es decir, el miedo construye muros

refugios armas levanta castillos y gobiernos el miedo es una forma de

alerta y atención el modo en que sabemos que la vida está amenazada

y ponemos en marcha una serie de directrices para defendernos

por ejemplo, me decía, la sed tiene la forma del ahogado

yo lo miré sintiendo que me conocía, que algo sabía de mí

que en la entrevista que respondí semanas atrás y por la que me eligieron

para participar en esto, alguna información más íntima se me

había filtrado, algún nombre propio, una fecha, que pudiera darle al

médico desconocido un norte para hablarme de esa manera:

leí el anuncio en un tablero en la universidad, llamé a un número de

teléfono, respondí un cuestionario, asistí a una entrevista, pensé que

compraría tres o cuatro libros con el dinero que ofrecían

¿qué palabras son las que nos revelan ante los otros?, ¿qué nombres

decimos incluso sin darnos cuenta?

caminábamos por los pasillos del hospital como si yo fuera un enfermo,

como si yo hubiera ingresado ahí contra mi voluntad, porque acaso

ese proceso de desvestirse y cubrir el cuerpo con esas batas precarias,

esos vestidos infantiles abiertos por la espalda que nos obligan a depender

de que alguien nos los ate pacientemente como hijos recién adoptados,

contrario a las batas de los médicos, que se cierran por delante y

que incluso pueden darse el lujo de dejar abiertas, mostrando que de­

El miedo 13 Excodra XLIII

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