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bilidad de la inteligencia vincular y cocreadora para reparar lo dañado,
o evitar el daño. Por ello, la ética es útil al egocéntrico para gestionar
su relación con un otro al que se desconoce, y por supuesto no se ama,
cuanto más se tolera.
El amor es, cuando una persona alcanza una conciencia de sí mismo
integrada y armoniosa con la naturaleza y los otros, sencillamente la
fuente de energía que da sentido a lo abstracto y misterioso de la existencia.
Amar es la condición natural del fluir en un mundo que soy y es
sin división ni enemistad posible. El grado más alto de consciencia a ese
nivel es el que se ha dado en llamar karuna, o compasión, o simphatya.
Y más que un estadio de bondad radical, es una sabiduría que libera del
miedo y del deseo criminal de poseer, que transforma la libido en gratitud
y goce. Así, hace ya cuatro años, vía la poesía, y totalmente intuitivamente
escribí algo que hoy entiendo a medias, sí, y con connotaciones
más bioéticas, que religiosas o morales. Lo espiritual concebido
como una sabiduría propia de la inteligencia vincular, del amor como
expresión superior y lograda de un ser, animal mental en evolución,
que sólo al conocerse reconociéndose desde la madre Tierra a la que
pertenece hace de su fragilidad y finitud fuente de aprendizaje, mestizaje,
gozo y sobria ebriedad en las pequeñas virtudes, en los fracasos
que llevan a mejoras, en la enfermedad que enseña a resemantizar lo
suficiente, lo valioso, lo irrenunciable, ese entrelazamiento matérico,
esa correspondencia con todo lo vivo, inabarcable e inseparable. Será
finalmente la muerte, no causa de miedo, sino de admiración, extrañeza
y consuelo. Pues sólo una vida finita es vida. La inmortalidad es deseada
sólo desde su carencia, idealización. No morir, envejecer, acabar
conllevaría a un estado de inagotable y sobreabundante existencia que
nos llevaría a salir del tiempo, movimiento, en la que estriba la existencia
humana. Todo en la naturaleza planetaria es vidamuerte. Salirse de
ahí, incluso mentalmente es ignorar la misteriosa y real esencia de lo
real. Creo que más que desear la inmortalidad lo deseable es vivir en
términos de dignidad y consciencia plena. Llegados a la experiencia de
una vida digna y plena, morir es asumido sin miedo ni esperanza. ¿Habrá
algo después de esta experiencia que llamamos vida? No importa
Excodra XLIII 24 El miedo