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Excodra XLIII: El miedo

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bilidad de la inteligencia vincular y co­creadora para reparar lo dañado,

o evitar el daño. Por ello, la ética es útil al egocéntrico para gestionar

su relación con un otro al que se desconoce, y por supuesto no se ama,

cuanto más se tolera.

El amor es, cuando una persona alcanza una conciencia de sí mismo

integrada y armoniosa con la naturaleza y los otros, sencillamente la

fuente de energía que da sentido a lo abstracto y misterioso de la existencia.

Amar es la condición natural del fluir en un mundo que soy y es

sin división ni enemistad posible. El grado más alto de consciencia a ese

nivel es el que se ha dado en llamar karuna, o compasión, o simphatya.

Y más que un estadio de bondad radical, es una sabiduría que libera del

miedo y del deseo criminal de poseer, que transforma la libido en gratitud

y goce. Así, hace ya cuatro años, vía la poesía, y totalmente intuitivamente

escribí algo que hoy entiendo a medias, sí, y con connotaciones

más bioéticas, que religiosas o morales. Lo espiritual concebido

como una sabiduría propia de la inteligencia vincular, del amor como

expresión superior y lograda de un ser, animal mental en evolución,

que sólo al conocerse reconociéndose desde la madre Tierra a la que

pertenece hace de su fragilidad y finitud fuente de aprendizaje, mestizaje,

gozo y sobria ebriedad en las pequeñas virtudes, en los fracasos

que llevan a mejoras, en la enfermedad que enseña a resemantizar lo

suficiente, lo valioso, lo irrenunciable, ese entrelazamiento matérico,

esa correspondencia con todo lo vivo, inabarcable e inseparable. Será

finalmente la muerte, no causa de miedo, sino de admiración, extrañeza

y consuelo. Pues sólo una vida finita es vida. La inmortalidad es deseada

sólo desde su carencia, idealización. No morir, envejecer, acabar

conllevaría a un estado de inagotable y sobreabundante existencia que

nos llevaría a salir del tiempo, movimiento, en la que estriba la existencia

humana. Todo en la naturaleza planetaria es vida­muerte. Salirse de

ahí, incluso mentalmente es ignorar la misteriosa y real esencia de lo

real. Creo que más que desear la inmortalidad lo deseable es vivir en

términos de dignidad y consciencia plena. Llegados a la experiencia de

una vida digna y plena, morir es asumido sin miedo ni esperanza. ¿Habrá

algo después de esta experiencia que llamamos vida? No importa

Excodra XLIII 24 El miedo

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