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Excodra XLIII: El miedo

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ponían de una fabulosa materia maleable, blanca y fría llamada verso,

que era extraída sin descanso del único lugar donde se encontraba, un

planeta­cometa de mismo nombre. Esa materia era disparada en chorros

contra los agujeros negros, tenía la cualidad de hacer visible la materia

oscura y además de eso, de configurar las fluctuaciones de materia

en desorden caótico de los agujeros negros de manera que, si se atravesaban

en el mismo momento en que eran disparados por rayos verso,

servían de puertas dimensionales.

Rebeca estaba siendo coronada con su eslabón, Abraham seguía recibiendo

proyecciones visuales y comenzaba a notar la presencia de

nuevos estímulos cerebrales.

Los eslabones debían garantizar la existencia de los niños, debían

inspirarles ante los problemas para llegar a su solución, debían instarles

a procrear entre ellos y orientarlos en el campo incultivado de su inmadurez,

así como garantizar su supremacía ante las demás criaturas que

encontraran, pero sobre todo, motivar su evolución. Mediante descargas

de mensajes a través de los sueños o intuiciones tomadas como inspiración,

debían encontrar el camino hacia su supervivencia, instaurarse

como los pobladores de un nuevo mundo, ser los protagonistas de

una gran historia pero ajenos a todo el proyecto que los apadrinaba.

Las entidades podían borrarles recuerdos e introducirles otros recuerdos

diferentes, podían dejarlos sin memoria o atribuirles una memoria

sin precedentes de caudal insospechado, podían otorgarles cualidades

milagrosas, por las cuales serían tomados por dioses por los demás

seres inferiores, pero ésa no era la misiva de sus poderosos protectores.

Gozarían de la solidaridad de una raza superior pero sólo hasta

el momento en que dejaran de merecerla.

Sabiendo tan sólo unas pocas de las cualidades de estos seres sin

nombre, resultaba inconcebible pensar en la magnitud de la entidad

que ellos mismos veneraban. ¿Acaso sería Fátum el verdadero creador

de lo visible e invisible? ¿O por el contrario, hasta el mismo Fátum adoraba

a otros dioses más superiores que él?

El planeta del que provenían los niños, la Tierra, estaba siendo amenazado

por una global guerra nuclear, era de inminente estallido, un

Excodra XLIII 52 El miedo

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