Karen Páez_ El plato vacío
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5. Vigorexia o dismorfia muscular: es una alteración de la imagen
corporal que causa una preocupación excesiva hacia el cuerpo. Las
personas que padecen este trastorno buscan obsesivamente aumentar
la masa muscular a través de rutinas de ejercicio muy extensas, dietas
desequilibradas a base de solo proteínas y el uso de diversas sustancias
potencialmente nocivas, como esteroides, anabolizantes, insulina,
hormonas, suplementos alimentarios, entre otros. Lo más preocupante
es que muchas de estas sustancias se pueden adquirir fácilmente en
los gimnasios y hasta farmacias, causando que en los últimos años,
según estudios realizados en España, aproximadamente un 3% de los
adultos jóvenes, entre los 14-18 años, en los países occidentales estén
consumiendo algún derivado sintético de la hormona testosterona para
producir cambios físicos drásticos a partir del incremento de tejidos
y fibras musculares. Sin embargo, estas sustancias hormonales traen
consigo efectos secundarios como: hipertensión, alteraciones renales,
aumento de la agresividad, trastornos afectivos, deformaciones óseas
entre otros problemas.
Imagen 10: The Seasons (2022)
Todos los trastornos de conducta alimentaria (TCA) mencionados
son de origen multifactorial, es decir, originados por diferentes
causas psicológicas, socioculturales y biológicas, lo que dificulta
el tratamiento. Por lo cual, con frecuencia el tratamiento debe ser
intensivo y en la mayoría de casos puede llevar varios años, sin
embargo, a pesar de lo que muchos creen, si tienen cura. Según
estudios realizados por la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia
alrededor del 50% - 60% se recupera totalmente, un 20% - 30% lo
hace parcialmente y sólo un 10% - 20% cronifica la enfermedad. Sin
embargo, cabe resaltar que estos trastornos son más habituales en
mujeres, puesto que 9 de cada 10 casos diagnosticados son mujeres,
las cuales han desarrollado estas afecciones mentales desde la
adolescencia, que es la etapa con mayor riesgo para padecer un TCA.
La edad media en la que estos trastornos se desarrollan es entre los 12
y 25 años, sin embargo, cada vez se diagnostican más casos de TCA en
niñas entre los 8 y 9 años.
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