Karen Páez_ El plato vacío
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Lo anterior nos muestra que la personalidad tanto de un niño como
un adulto está regida por el equilibro, sin embargo, desde niños se nos
enseña a que deberíamos enfocarnos en la realidad consciente, es decir
el yo y el super-yo y reprimir el ello, pero la vida real no es unilateral,
hay que entender los rasgos tanto negativos y positivos, empezando
por los que hacen parte de nosotros mismos, para así identificar
estos rasgos en quiénes nos rodean y no actuar desde la ingenuidad
de la perfección de la realidad. (Freud, S., 1923)
Lo anterior explica por qué muchos de los cuentos de hadas se
caracterizan por tener personajes poco ambiguos, es decir, siempre
habrá un villano que muestre los rasgos negativos de su personalidad
de forma muy clara y un héroe que exalte sus rasgos positivos, ya
que le permitirá al niño comenzar a discernir entre lo incorrecto e
incorrecto, sin ignorar alguno de los lados, sino reconociendo a través
de la historia el potencial y desventajas de cada uno. Puesto que el niño
se identifica con el héroe no porque sea el personaje más atractivo o
porque representa lo moralmente correcto; de hecho en los cuento de
hadas el villano no carece de atractivos, pues ostenta temporalmente
que tiene mucho poder, como la bruja de Blancanieves, lo que sucede
es que el villano siempre es castigado al final, lo que le permite al niño
entender que la virtud de sus acciones lo llevarán a la real victoria y
recompensa, mientras que la maldad lo llevará a temibles castigos.
Sin embargo, no es lo único que provoca que el niño sienta más
afinidad por las conductas moralmente correctas, puesto que al
comparar ambos personajes solo logra entender los dos lados de una
misma moneda, el bien y el mal. Lo que realmente lleva al niño a actuar
con moralidad es que logra identificarse más con el héroe, por las
luchas y batallas que debe realizar, pues se imagina que sufre junto
al héroe durante sus pruebas y así mismo que triunfa con él. Son las
luchas internas y externas del héroe victorioso lo que imprimen en el
niño la huella de la moralidad, pues asocia la virtud con la resolución
de los conflictos; recordando que los cuentos de hadas buscan brindarle
al niño recursos internos para enfrentarse a lo que lo desconcierta.
Como lo afirma Bethein, para el niño la pregunta no es ¿quiero ser
bueno?, sino ¿a quién quiero parecerme?, el niño generalmente decide
proyectarse al personaje que le ayuda a descifrarse a sí mismo y a
identificar sus conflictos. Si este personaje fantástico resulta ser muy
bueno, entonces el niño decide que también le gustaría actuar de la
misma manera.
Como se mencionaba, el niño aprende a enfrentarse al mundo exterior,
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H a b í a una vez un plat o va c í o