REVISTA IDEAS N° 26

alguno de sus más virtuosos periodos, o bien podían visualizarse mediante
una lógica compositiva tanto en su distribución como en su lenguaje formal.
Además, el aluvión inmigratorio proporcionó todo tipo de mano obrera
calificada, sastres, zapateros costureras, albañiles, artesanos, eran maestros
del oficio, y fueron ellos los que edificaron gran parte del país en las más
diversas escalas, desde una casa chorizo, una estancia rural o las refinadas
líneas del Teatro Colón.
Cuando pensamos en las urbes y los barrios de Buenos Aires,
caracterizamos automáticamente en lo llamativo de sus fachadas y cómo
estas integran parte de esta peculiar belleza que se generaba en el espacio
público, la cual danzaba con la propiedad privada, y que se mimetizan
creando un tamiz espacial que propiciaba diversos climas, muy particulares,
para el desarrollo de la vida en comunidad. Es importante destacar que, los
inmigrantes italianos poseían un gran sentido de la organización social,
puesto que parte de sus bases ideológicas devienen del anarquismo y
socialismo europeos, y ellos entendían a la vivienda como un derecho y un
elemento democratizador del bienestar. La vivienda es un bien preciado que
permite el desarrollo digno de la vida de las familias, y el entendimiento de
ello, se transformó en un elemento neurálgico para entender también, la
resignificación de los elementos incluidos en las fachadas de las viviendas,
las cuales poseía un marcado simbolismo y presencia, que lograron
eternizar hasta nuestros días. Desde esta premisa, podemos pensar en las
hermosas fachadas de Borromini, con sus arquitrabes invocando a figuras
del poder eclesiástico y cómo este concepto se resignifica en las fachadas
de las viviendas de los inmigrantes italianos, que en el arquitrabe ponían el
nombre de los miembros de su familia o personas destacadas a quienes
rendirles un homenaje de forma eterna.
Ahora bien, si analizamos la repercusión en el interior de la provincia, no se
generaron las mismas situaciones de índole social, principalmente porque el
sector rural posee una concepción productivista del campo, la fragilidad del
movimiento organizado y las especificidades de los trabajadores y
productores en las zonas rurales no tuvieron la misma impronta fuera de los
cascos urbanos.
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