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That Kind of Guy

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salmonella por sostenerlo. Escalofríos me recorrieron la espalda de arriba abajo y

cada pocos segundos, una mordaza me atenazaba la garganta.

Unos minutos más tarde, la gira terminó y Avery y yo nos despedimos de Don

y Miri cuando nos fuimos.

―Regresen pronto ―nos llamó Miri.

―No es jodidamente probable ―dije en voz baja.

En el segundo en que Miri volvió a entrar, me limpié las manos en Avery.

―Eso fue repugnante. No puedo creer que me hayas hecho hacerlo. Todavía

puedo sentirlo en mis manos.

Ella estaba aullando de risa.

―No puedo creer que hayas hecho todo lo que sugerimos. En realidad, no

esperaba que besaras a la tortuga.

―¿Qué? ―Mi rostro se arrugó en horror―. ¿Estás bromeando?

Avery no podía respirar, se estaba riendo tan fuerte. Estaba doblada, apoyada

en mi auto.

―Ay dios mío. ―Finalmente se enderezó con lágrimas en los ojos―. Este ha

sido el mejor día de mi vida, y ni siquiera es el almuerzo. ―Ella me sonrió―.

Hablando del almuerzo, ¿qué tal si vienes al restaurante y te preparamos algunos

pasteles de carne picada?

―Nunca volveré a comer eso ―le dije, y ella se disolvió en una nueva ronda

de carcajadas―. Todavía vas a venir a la fiesta de compromiso mañana, ¿verdad?

Su risa se calmó y asintió.

―Por supuesto. ¿Seis?

―Tal vez a las cinco o cinco y media. Sería mejor si estuvieras allí cuando la

gente comience a llegar.

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