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That Kind of Guy

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su increíble cuerpo, no podía pensar en ninguna razón por la que no deberíamos

casarnos mañana .

—Voy a estar allí. Yo seré la del vestido blanco.

Él sonrió y me atrajo hacia él.

—Ven aquí. —Su boca cubrió la mía.

—Tengo aliento matutino —protesté.

—No me importa —murmuró contra mí.

Nuestros besos comenzaron lentos, pero aparentemente, la maratón de sexo

de las últimas doce horas no nos había exprimido todavía porque después de unos

minutos, nos volvimos más frenéticos y nuestras manos exploraron. Su longitud

presionó contra mí, y deslicé mi mano en sus pantalones cortos.

—Espera, estoy sudado.

Negué con la cabeza hacia él.

—No me importa.

Pero se deslizó debajo de mí y corrió hacia el baño.

—¡Regresa aquí!

—Seré rápido, lo prometo.

Un segundo después, escuché que la ducha se encendía. Salí de la cama y me

detuve en la puerta del baño, mirando a mi dios griego de pie bajo el agua, con la

cabeza inclinada hacia atrás para mojarse el pelo y los ojos cerrados. Su erección

sobresalía y un rubor de placer y excitación floreció en mi vientre.

—Hola —dije, entrando en la ducha.

Sus ojos se abrieron y brillaron con calor mientras me acercaba más.

—Hola.

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