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That Kind of Guy

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Holden gruñó.

―He venido a recoger mi taladro. ―Echó un vistazo al cuadro que Kara había

pintado hacía unos meses, clavado en mi nevera con un imán―. ¿Cómo se están

adaptando Will y Nat?

Me encogí de hombros y me centré en picar chalotas.

―Bien.

―Vi que los inquilinos se mudaron. ―Le habíamos dicho a Will que

vigilaríamos el lugar y ayudaríamos si había algún problema.

Tragué saliva y corté las chalotas en trocitos.

―Sí. Aunque no he oído hablar de ningún problema.

Holden volvió a gruñir.

―¿Qué estás haciendo? ―me preguntó mirándome picar.

Le dirigí una mirada exasperada.

―No te vas a quedar.

―¿Porque viene Avery?

Llamaron de nuevo a la puerta y Holden enarcó las cejas. Señalé la puerta

trasera.

―El taladro está en el garaje. Fuera. Ahora mismo.

Se quedó boquiabierto y salió por la puerta de atrás mientras yo echaba la

pasta al agua hirviendo, programaba el reloj y me dirigía al vestíbulo.

Estaba en mi escalera con una mano en la cadera y el ceño fruncido.

―Has aparecido ―observé con una sonrisa.

Enarcó una ceja y cruzó los brazos sobre el pecho. Parecía enfadada. Quizá mi

plan de hacerla reflexionar durante toda la tarde había fracasado.

―Entra ―le dije, y me siguió sin decir palabra. La conduje a la cocina, donde

saqué una botella de vino blanco de la nevera y me dediqué a quitarle el corcho.

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